El Vengador Anónimo
Cuando tuve que reseñar, hace varios, Valiente (2007), de Neil Jordan, apunté que no se
trataba más que de una revisión, en femenino, del seminal thriller de
“vigilantismo” El Vengador Anónimo (Death Wish, EU, 1974). Esta afirmación no
descansaba en mi (nada) infalible memoria, sino en el hecho de que, enterado de
la trama general de Valiente, me di a la tarea de volver a ver la famosa película setentera dirigida
por el modesto artesano Michael Winner.
Recuerdo que la encontré en un DVD modestísimo (pantalla completa, sonido estéreo) que no tiene
más extras que el trailer original de la primera secuela, dirigida por el
propio Winner en 1982. Después de revisar El Vengador Anónimo no sólo me
quedaron claras las similitudes dramáticas e ideológicas que tiene esta cinta
con la citada Valiente, sino algo más: el hecho que el filme de 1974 es muy superior a la
versión dirigida por Jordan.
Debo aclarar: la superioridad a la que me refiero no reside en el aspecto visual
–Jordan es mucho mejor cineasta que Winner- sino, más bien, a la sinceridad de
su discurso. Uno podrá estar en contra de lo que plantea El Vengador Anónimo
–en lo personal, yo lo estoy-, pero no puedo negar la claridad de lo que propone
y la crudeza con la que construye sus alegatos. La cinta de hace casi 40 años
no busca coartadas de ninguna especie: está a favor del bíblico “ojo por ojo”,
de la posesión y uso de las armas de fuego, y propone que no hay mejor
delincuente que el delincuente muerto.
Estamos
en el Nueva York de aquel ya lejano presente, el anterior al “cero tolerancia”
de Giuliani. Según la película de Winner, la Gran Manzana de esa época
estaba atestada de violadores, ladrones, criminales, asaltantes. Es un retrato
tan extremo y paranoico de la urbe que los que reseñaron el filme en su momento
–como el ineludible Roger Ebert- mencionaron que el filme parecía estar ubicado
en un apocalíptico futuro cercano, cuando la ley y el orden habían desaparecido
por completo.
En
todo caso, en este susodicho ambiente hiper-realista, el liberal arquitecto
encarnado por Charles Bronson –que en su juventud fue un pacifista que llegó a
ser objetor de conciencia en la guerra de Corea- sufre la muerte de su mujer
(Hope Lange, famosa por su protagónico en la teleserie El Fantasma y la Señora Muir/1968-70) y la
violación de su hija, atacadas por un trío de animalescos asaltantes (uno de
ellos, un jovencísimo Jeff Goldblum, por cierto). Después de la tragedia, Bronson viajará
por razones de trabajo al “salvaje oeste” –bueno, en realidad a Phoenix- en
donde el traumatizado arquitecto hará migas con un vaquero/constructor que le
hará un singular regalo: un viejo revólver calibre .32. De regreso a la gran
ciudad, Bronson se transformará en “el vengador anónimo” del afortunado título
en español: un “conciente” ciudadano que tomará las calles de la Gran Manzana como si fueran
callejuelas del lejano oeste.
La
cinta no se detiene en sutilezas en su repelente discurso revanchista y
ultraconservador: aboga por la libertad que tiene el ciudadano para portar
armas y defender su patrimonio y a sí mismo. La concepción que defiende El
Vengador Anónimo no es la de la ley, sino la de la justicia “pronta y expedita”
que se logra a balazo limpio, sin abogados ni jueces de por medio.
El
filme es atractivo exactamente por eso: por la directa brutalidad de su trama
que tiene una adecuada contraparte en la cruda dirección funcional de Michael
Winner que, cuando quiere señalar algo dramáticamente trascendente, no se le
ocurre más que un corte directo al rostro pétreo de Charles Bronson en el papel
que lo convertiría, junto con el Clint Eastwood de Harry el Sucio (Siegel,
1971), en el icono del cine violento de los 70. Años después, Eastwood lograría
sacudirse este sambenito. Bronson, jamás.
El Vengador Anónimo se exhibe hoy en un programa doble de Charles Bronson, en el Museo Carrillo Gil, a partir de las 14 horas. La película que acompaña a este filme es otro clásico de los 70: El Peleador Callejero (Hill, 1975).
Comentarios
Yo tampoco estoy de acuerdo con la justicia por mano propia (no, no estoy hablando de Shame...) pero admiro esa claridad de la que hablas. Como la reciente Taken, con Liam Neeson.
Saludos.
Joel: Neeson es nuestro Bronson de prestigio.
Rafa: Deben haber sido calcetines aguantadores.
Abraham: ¿Cómo que no te convence Tiburón? Mereces que te echen un tib... Digo, un crítico de cine.
Spoiler: y con su final cantado, hasta hace que Bronson acabe pareciendo un Alain Delon con mal corte de pelo.
por cierto Ernesto un detalle cuando viaja a Arizona es Tucson y no Phoenix por que lo llevan al parque de diversiones Studio de cine de Westerns(Old Tucson) observa una escena de dobles donde le confirman sus ideas de Ojo Por ojo...
saludos
Zand: Justo y necesario.