DVD Verse: A la Orilla del Río
Exhibida en la 51 Muestra Internacional de Cine a fines de 2009, A la Orilla del Río (London River, Francia-GB-Argelia, 2009), quinto largometraje de Rachid Bouchareb, nunca conoció exhibición comercial en México, aunque ya apareció, hace unas semanas, en DVD nacional. Es una pena que Bouchareb sea (casi) un desconocido en el país porque esta película y su anterior, la más ambiciosa y lograda Días de Gloria (2006) -que sólo se presentó en algún FICCO y en Africala 2009- merecen la atención del cinéfilo más exigente.
La granjera viuda Elisabeth Somers (Brenda Blethyn) vive en Guernsey -una isla británica que está en el Canal de la Mancha, muy cerca de Francia-, en donde se entera de los atentados territoristas del 7 de julio de 2005 en Londres. Después de ver las noticias por la televisión, la mujer llama por teléfono a su hija, una estudiante que está viviendo en la ciudad del Big Ben. La muchacha no responde ese día. Ni al día siguiente. Ni al otro. Desesperada, Elisabeth toma el ferry, llega a tierra inglesa y arriva, finalmente, al barrio multicultural londinense "inundado de musulmanes" en donde vive su hija. Por ahí, se cruza en su camino y en su propia búsqueda, un delgadísimo hombre proveniente de Malí, Ousmane (Sotigui Kouyaté, ganador del Oso de Plata en Berlín 2009 por esta actuación), que está procurando a su hijo, Alí, de quien no sabe nada desde que el muchacho era un niño de seis años.
La historia, escrita por el propio Bouchareb, es todo lo políticamente correcta y previsible que usted se puede imaginar: el grave hombre solitario que abandonó a mujer e hijo para irse a trabajar a Francia y la terrenal granjera viuda que en realidad conoce poco a su hija, son dos extraños que se irán conociendo en la medida que están obligados a compartir su búsqueda, su esperanza, su dolor. Kouyaté -un veterano actor teatral cuyo último trabajo en cine fue este, pues falleció a inicios de 2010- dota de enorme dignidad a su viejo inmigrante de pocas palabras, pero es Blethyn quien resulta desgarradora por lo verosímil de su personaje: su Elisabeth es una mujer sencilla, elemental, que puede ser odiosamente prejuiciosa sin dejar de ser ingenua ("Pero, ¿quién quiere aprender árabe") y que, en el fondo, sabemos que es una muy buena persona.
Blethyn es una actriz inteligente y generosa: no cae en ningún histrionismo excesivo y construye un magnífico rapport melodramático al lado del gravísimo Monsieur Kouyaté. Son ellos dos los que elevan a grandes alturas este buen melodrama que merece tener más público.
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