Cuéntamela otra vez/XIX




No he leído la novela original de Susan Hill “The Woman in Black” (1983) –publicada hace unos meses en español como “La Mujer de Negro” (Ed. Edhasa, 2012)- pero, por el resumen que ha caído en mis manos, ni la adaptación teatral ni las dos películas que se han realizado hasta el momento basados en el libro –The Woman in Black (GB, 1989) y La Dama de Negro (The Woman in Black, EU-GB-Canadá-Suecia, 2011)- son completamente fieles al texto de la señora Hill. Esto, aclaro, no es un defecto sino una característica: los dos filmes –no he visto la obra de teatro- funcionan muy bien, cada uno en su terreno.
                Las dos cintas conservan el corazón de la trama original: en la Inglaterra eduardiana, un joven abogado (casado con un hijo, en el telefilme de 1989; viudo y con un hijo, en el de 2011) va a un pequeño pueblo inglés, Crythin Gifford, a hacerse cargo de los últimos trámites de una anciana que acaba de morir sin heredero alguno. El enorme caserón en el que vivía la solitaria mujer está en un extremo del pueblo, tan cercano al mar que, en ocasiones, el lugar queda aislado cuando sube la marea. Ahí, en ese ideal escenario para un cuento de fantasmas, el joven abogado verá a la dama de negro del título, una mujer a la que le fue arrebatado su pequeño hijo por su propia hermana –la anciana recién fallecida- por lo que, ya muerta, ha regresado de la tumba buscando venganza. En el pueblo se sabe que la aparición de la susodicha dama de negro significa la muerte de un niño de Cryhin Gifford.



                El telefilme de 1989 es dirigido por el gran Herbert Wise –responsable de la teleserie “Yo, Claudio” (1976), nada menos-, quien aprovecha a la perfección su espléndido reparto: Adrian Rawlins como el abogado Arthur Kidd, Bernard Hepton (de “Tinker Tailor Soldier Spy”/Irving/1979 y “Yo, Claudio”) en el papel del pragmático hombre más rico de la región y Fiona Walker (Agripina la Mayor en “Yo, Claudio”) como su deprimida esposa.
                Wise no tiene mucho presupuesto ni, claro está, grandes efectos especiales –aunque sí una gran maquillista, porque la única vez que aparece la fantasma en primer plano, vaya que me hizo saltar de miedo-, así que la eficacia de su película radica en sus actores y, sobre todo, en la propia historia de Hill, centrada en una maternidad aplastada por las convenciones sociales, en el peor temor que puede tener un padre/madre de familia (la muerte de uno de los hijos) y en el emblemático tema de la invencibilidad del mal, una de las fórmulas recurrentes de la literatura y el cine de horror.


                La versión de 2011 tiene sus propias limitaciones. O más que limitaciones, servidumbres: la película, dirigida por el ascendente James Watkins –realizador de esa malévola obra mayor Silencio en el Lago (2008)-, tiene una estrella en el papel central y mucho más presupuesto del que pudo haber soñado la cinta ochentera. Sin embargo, el corazón dramático del filme es el mismo, los temas tratados son idénticos y la realización de Watkins, orgullosamente anacrónica.
                Producida por la legendaria casa Hammer y con el exHarry Potter Daniel Radcliffe en el papel central, Watkins dirige su filme a la antigüita. Es decir, no hay grandes efectos especiales, sino una efectiva atmósfera de horror –diseño de producción de Kave Quinn- y un espléndido manejo del encuadre por parte del cinefotógrafo Tim Maurice-Jones, quien logra los mayores y mejores sustos usando los más viejos trucos del condado: que si un personaje aparece cuando menos se le espera, que si la fantasma enmuinada sale como reflejo en una ventana, que si se ve la dama de negro fuera de foco al fondo del encuadre…
                Radcliffe, por su parte, pasa la prueba en su primer papel importante después de finalizar su saga de Harry Potter y, además, es apoyado por dos grandes actores, Ciaran Hinds y Janet McTeer, en los papeles que interpretaron Hepton y Walker en 1989. En resumen, una cinta de espantos de la que la casa Hammer se puede sentir orgullosa.
                PS. Un detalle de mera trivia: el protagonista de la cinta de 1989, Adrian Rawlins, interpretó a James Potter, papá de Harry Potter, en la saga que hizo mundialmente famoso a Radcliffe. 

Comentarios

Christian dijo…
Yo vi la obra de teatro y ésta entrega con el Harry Potter.

A la puesta teatral le guardo especial cariño porque la vi en mi viaje de bodas en Londres en un teatro mas viejo que matusalem, lo cual le añadía una atmosfera interesante a la trama je

Saliendo casi casi pensabas que te iba a salir la señora esa o de menos Jack el Destripador.

En fin, también vi la película y me gustó bastante. Como dices, la realización es como a la antiguita y existen tres que cuatro sustos muy bien puestos. Radcliffe lo hace bastante bien tratando de zafarse del papel que lo perseguirá toda la vida. Creo que es un actor limitadón en su rango, pero supongo que conforme se vaya "soltando" irá creciendo mas como actor.

En conclusión, creo que haber visto los dos formatos complementan mi experiencia y ambos me gustaron mucho. La cinta esta muy bien hechecita en realidad.

A ver si se me hace ver la de 1989 un día de estos...

pd, la obra de teatro es muy efectiva en meter sustos también. Recuerdo que el respetable si gritó un par de ocasiones jaja
Christian dijo…
Ciaran Hinds es un actorazo.
Joel Meza dijo…
Yo vi la version mexicana de la obra de teatro hace unos cuatro a#os. Si bien me entretuvo bastante, no me asusto' en lo mas minimo ni me hizo sentir triste por la historia, a diferencia de la pelicula nueva (de hecho la obra esta manejada como comedia la mayor parte del tiempo). No he visto la de 1989 pero supongo que me gustara' bastante, por lo que dices.
Respecto a lo que dice Tyl... digo, Christian, para mi' Radcliffe no es perseguido por HP y me gusta su trabajo en esta pelicula. Sera' que yo deserte' de la serie de HP muy temprano y cuano lo volvi a ver en la ultima, me parecio un actor distinto a cuando lo deje' de ver en las dos/tres primeras.
Recuerdo que cuando leí el libro, la sensación de haber leído un malogrado homenaje de Una Vuelta a la Tuerca jamás se me separó. Toda la obra parece sacada de la famosa introducción de Henry James, como ver qué otra cosa puede hacerse con ese planteamiento de una, no, mejor dos vueltas a la tuerca ¿Tres? No, son demasiadas...

Curiosamente en sus adaptaciones, la historia gana mucho. Literariamente no aporta nada, quizá por eso ha brincado de teatro a película ya en dos ocasiones. Y hasta una canción hay inspirada en ella...
Christian, Joel: En una de esas, sí, Radcliffe se convierte en buen actor. Ya veremos.

Agustín: Puede ser. No sería la primera novela mediocre que se sostiene mucho mejor como esqueleto para un buen filme.

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