Riviera Maya 2012/Día dos



Hacia el final de Aquel Verano (Un Été Brûlant, Francia-Italia-Suiza, 2011), el más reciente largometraje de Phillippe Garrel, una desesperada Céline Sallette le grita a un pasmado Jérôme Robart "Esta historia no me interesa". Desde la butaca, estuvimos a punto de gritar: "A nosotros menos".
Un pintor francés aburguesado viviendo en Roma (Louis Garrel, hijo del director) está casado con una guapísima actriz (Monica Bellucci en una versión modificada de sí misma) a la que cela hasta de su propio amigo Paul (Robart), quien ha llegado desde París a pasar el verano en casa de su camarada, acompañado de su melancólica novia Elisabeth (Sallette).
Abundan las discusiones ideológicas (Paul, como recién salido de CGH, está a favor de "la revolución"), hay infidelidades desde distintos frentes y no faltan los momentos en los que alguien se azota. Los personajes son insoportables pero lo peor es que no hacen/dicen nada que resulte vagamente interesante. Eso sí, hay una escena genuinamente hipnótica: la toma sostenida en la que vemos a la señora Bellucci, tan sexy como siempre, bailar con varios hombre y mujeres.
En este mismo sentido, no faltan los momentos interesantes en Cesado (México, 2011), opera prima de Daniela Snider, exhibida dentro de la sección competitiva mexicana. La trama sigue el deterioro inexorable de Juan (Jorge Bartolucci), un hombre que sufre de algún tipo de demencia senil prematura o Alzheimer -la sinopsis del catálogo dice el personaje quedó así después de un derrame cerebral: ok, enterado. Su esposa, Alicia (Carmen López Vicarte), trata de lidiar con el hecho de tener una suerte de niño grande en casa, un chamaco encanecido que no parece interesarse en nada más que ver películas de terror (El Libro de Piedra, Kill Baby Kill).
Hay, momentos, decía, interesantes: la manera en la que las rutinas de una familia normal -la hora de la comida o la salida a un centro comercial, por ejemplo- se transforman radicalmente cuando se tiene que cuidar a alguien que padece de una enfermedad mental; la ira y frustración de Alicia, que la llevan a golpear repetidamente a su marido; el ataque violento del final, en el que Juan empieza a destruir todo lo que lo rodea... Sin embargo, el ritmo es demasiado moroso, la actuación del señor Bartolucci no me pareció convincente y abundan las gratuidades sexuales (primer plano al sexo de una mujer bañándose, affaire lésbico escamoteado elípticamente) y hasta incestuosas (¿cómo para qué agregar el tema de que el hijo de Juan y Alicia desea a su mamá que alguna vez fue modelo?).
A propósito de actuaciones. Las dos mejores cintas del día, la china 11 Flores (Wo 11, China-Francia, 2011) y la belga Los Gigantes (Les Géants, Bélgica, 2011), brillan en gran medida por las magníficas interpretaciones de su extenso reparto infantil.
Los Gigantes, ganadora en la Quincena de los Realizadores en Cannes 2011, tiene en su centro dramático a un trío de chamacos, dos de ellos hermanos, quienes deambulan sin oficio, beneficio ni familia en la campiña del norte de Francia -¿o será en Bélgica? A los dos hermanos -de 15 y "13 años 3/4"- se les murió su abuelo hace un año y la mamá los abandonó. El tercer muchacho, también de 15, sí tiene familia, pero no le sirve de mucho: su hermano mayor, de hecho, no hace más que golpearlo brutalmente cada vez que lo ve.
Estamos ante una espléndida cinta de crecimiento y maduración infantil/juvenil que se mueve hábilmente entre la comedia, el melodrama y el cuento de hadas. Al verla, me di cuenta que más allá de los bellos paisajes de la campiña francesa, la historia, escrita por Elise Ancion y el propio cineasta Bouli Lanners, podría haber sido realizada en cualquier país, incluyendo, claro está, México. Lo malo es que no, no fue hecha aquí.
La que sí tiene un contexto mucho más definido históricamente es 11 Flores, de Xiaoshuai Wang, ubicada en 1974, un año antes de finalizar la trágica Revolución Cultural maoísta. En esa época el director Wang tenía 8 años de edad, así que, acaso, mucho de lo que se ve en el filme proviene de experiencias propias o familiares, pues el niño protagonista tiene una edad similar y se apellida, también Wang.
Han Wang vive con sus papás en algún lugar del interior montañoso chino. Su padre fue actor y, por lo mismo, ha sido condenado por "intelectual" a trabajar en el campo. Las turbulencias políticas -"Camisas Rojas" vs. "Conservadores"- terminan en peleas campales, abunda la delación y la paranoia -se tiene miedo de cantar canciones "comprometedoras"- y la vida es económicamente precaria. Han, sin embargo, como buen niño de 11 años de edad, no está preocupado más que en cotorrear con sus amiguitos -tres actores infantiles formidables- y en conseguir una camisa blanca nueva, pues su maestra lo ha elegido para ser el líder de los ejercicios físicos diarios.
La camisa es una especie de McGuffin dramático, pues jugará un papel fundamental en todo lo que sucederá en la cinta. 11 Flores tiene un regusto de Cuenta Conmigo (Reiner, 1986) -por el descubrimiento de un cadáver y las interminables discusiones y juegos de los  niños- y de la obra maestra El Espíritu de la Colmena (Erice, 1973) -pues Han hace migas con un criminal perseguido al que termina "prestándole" su impecable camisa blanca-, y el hecho de que el filme de Wang no desmerezca mucho si se le compara con esas dos notables cintas es suficiente argumento para recomendar su revisión. Si es que alguna vez se distribuye comercial o culturalmente por estos lares. Se vale soñar.

Comentarios

J Luis Rivera dijo…
"11 flores" suena fenomenal! Me dieron muchísimas ganas de verla tras leerte.

Por cierto, ¿cual es el trauma de los cineastes Mexicanos con mostrar sexo gratuito? ¿Tan mochos seremos que el sólo hecho de mostrarlo es ya un acto provocateur de rebeldía artística? Me parece un recirso muy barato. O más bien, que suele ser usado muy baratamente.
Pensé eso mismo con la alabadísima Año Bisiesto. Pero leyendo los comentarios sobre ella, comprendí que el shock value vende y me quedé callado, aunque con un centenar de bostezos derramados.
J Luis: Más bien, lo segundo.

Agustín: Creo que Año Bisiesto es interesante, más allá del sexo explícito. Aunque, claro, esto último no estorbó en su periplo festivalero.
Lo dijo alguien: la elipsis produce buenos cortometrajes. Yo lo apoyo.

Entradas populares