FICCM 2011/III
El FICCM 2011 continúa hoy con una de las mejores cintas del festival y una de las mejores del año. Me refiero a La Ciudad de la Vida y de la Muerte (Nanjing! Nanjing!, China-Hong Kong, 2009), tercer largometraje del ascendente cineasta chino Chuan Lu (Xun quiang/2002 aún no vista por mí, el extraordinario western -¿o eastern?- Fría Tempestad/2006), filme que está programado para exhibirse hoy domingo en Cinemark Reforma 222 a las 21 horas.
Ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián 2009, La Ciudad de la Vida y de la Muerte es la emocionada/emocionante puesta en imágenes de la tristemente célebre "Violación de Nanking", que es como se conoció a la brutal toma militar de esa ciudad por el ejército imperial nipón a fines de 1937. Aunque Nanking cayó en unos cuantos días en manos de los japoneses, las atrocidades cometidas por ellos sobre los prisioneros de guerra y los civiles se sucedieron durantes las siguientes semanas: de diciembre de 1937 a febrero de 1938 fueron ejecutados unos 200 mil chinos y una cantidad indeterminada de chinas fueron violadas por los soldados nipones.
El caso de Nanking ha sido llevado al cine en varias ocasiones, pero según el especialista en cine oriental Tony Rayns (Sight and Sound, mayo 2010, p. 58), el filme de Lu se diferencia claramente de todos los realizados anteriormente, sea en China o en Occidente (cf. Sonata para un Hombre Bueno/Gallenberger/2009) no sólo por su calidad muy superior sino por su posición equilibrada. Y es que aunque Lu no tiene empacho en mostrar toda la galería de abusos perpetrados por el ejército nipón, la realidad es que lo más cercano a un protagonista que tiene la película es, de hecho, un japonés: el bienintencionado Kadokawa (Hideo Nakaizumi), un joven sargento inocente, en más de un sentido, primo hermano del inolvidable Tatsuya Nakadai de La Condición Humana (Kobayashi, 1961).
Lu es un director con recursos y a la antigüita, como lo demostró en su ya mencionada épica fordiana/hawksiana Fría Tempestad. Aquí, a través de perfectas imágenes en blanco y negro que nos remiten al Ford de Cuatro Hermanos (1928), lo mismo vemos emocionantes secuencias bélicas ejecutadas con un aplomo que ya quisieran varios cineastas hollywoodenses contemporáneos -la inútil resistencia de los últimos soldados chinos frente al implacable ejército japonés, la huida en masa de los soldados fuera de las murallas de Nanking-, que la impávida narración paralela del horrendo genocidio -asesinatos frente al mar, en campos de prisioneros, en un bodegón derruido y quemado, en un hospital de refugiados- o algunos momentos más quietos, más sobrios, en los que Lu presume un dominio técnico/dramático casi kubrickiano, como en la toma de un fusilamiento que se extiende, sin corte alguno, durante más de 3 minutos, usando el cambio de foco de manera magistral mientras los personajes se mueven dentro del encuadre, sea en plano general o en primer plano.
Aunque Kadokawa es, hasta cierto punto y como ya lo había escrito, el protagonista del filme, Lu sigue de cerca, alternativamente, a media docena de personajes igual de importantes: un valeroso combatiente chino nacionalista (Ye Liu), un niñito guerrillero de mirada inquisitiva (Bin Liu), el anteojudo asistente (Wei Fan) del benefactor John Rabe (John Paisley), la guapa y voluntariosa Miss Jiang (Yuanyuan Gao) y, finalmente, la perfecta contraparte de Kadokawa, el cruel sargento nipón Ida (excelente Ryu Kohata), que no se tienta el corazón para cumplir con lo que considera que es su deber. La vida y la muerte -pues en Nanking "todos se mueren al final", como dice Ida en algún momento- de estos personajes se entrecruzan en los 132 minutos de duración de un filme de una intensidad imposible de resistir sin emocionarse genuinamente. Porque sí, me emociono cuando veo gran cine y qué. Y con todo y sus resbalones que no dejaré de notar -la música de Tong Liu se pasa de tueste en algunos momentos, Kadokawa resulta ser un poquito demasiado inocente-, La Ciudad de la Vida y de la Muerte es, en efecto, gran cine.
La Ciudad de la Vida y de la Muerte se exhibe hoy, en Cinemark Reforma 222, a las 21 horas.
Ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián 2009, La Ciudad de la Vida y de la Muerte es la emocionada/emocionante puesta en imágenes de la tristemente célebre "Violación de Nanking", que es como se conoció a la brutal toma militar de esa ciudad por el ejército imperial nipón a fines de 1937. Aunque Nanking cayó en unos cuantos días en manos de los japoneses, las atrocidades cometidas por ellos sobre los prisioneros de guerra y los civiles se sucedieron durantes las siguientes semanas: de diciembre de 1937 a febrero de 1938 fueron ejecutados unos 200 mil chinos y una cantidad indeterminada de chinas fueron violadas por los soldados nipones.
El caso de Nanking ha sido llevado al cine en varias ocasiones, pero según el especialista en cine oriental Tony Rayns (Sight and Sound, mayo 2010, p. 58), el filme de Lu se diferencia claramente de todos los realizados anteriormente, sea en China o en Occidente (cf. Sonata para un Hombre Bueno/Gallenberger/2009) no sólo por su calidad muy superior sino por su posición equilibrada. Y es que aunque Lu no tiene empacho en mostrar toda la galería de abusos perpetrados por el ejército nipón, la realidad es que lo más cercano a un protagonista que tiene la película es, de hecho, un japonés: el bienintencionado Kadokawa (Hideo Nakaizumi), un joven sargento inocente, en más de un sentido, primo hermano del inolvidable Tatsuya Nakadai de La Condición Humana (Kobayashi, 1961).
Lu es un director con recursos y a la antigüita, como lo demostró en su ya mencionada épica fordiana/hawksiana Fría Tempestad. Aquí, a través de perfectas imágenes en blanco y negro que nos remiten al Ford de Cuatro Hermanos (1928), lo mismo vemos emocionantes secuencias bélicas ejecutadas con un aplomo que ya quisieran varios cineastas hollywoodenses contemporáneos -la inútil resistencia de los últimos soldados chinos frente al implacable ejército japonés, la huida en masa de los soldados fuera de las murallas de Nanking-, que la impávida narración paralela del horrendo genocidio -asesinatos frente al mar, en campos de prisioneros, en un bodegón derruido y quemado, en un hospital de refugiados- o algunos momentos más quietos, más sobrios, en los que Lu presume un dominio técnico/dramático casi kubrickiano, como en la toma de un fusilamiento que se extiende, sin corte alguno, durante más de 3 minutos, usando el cambio de foco de manera magistral mientras los personajes se mueven dentro del encuadre, sea en plano general o en primer plano.
Aunque Kadokawa es, hasta cierto punto y como ya lo había escrito, el protagonista del filme, Lu sigue de cerca, alternativamente, a media docena de personajes igual de importantes: un valeroso combatiente chino nacionalista (Ye Liu), un niñito guerrillero de mirada inquisitiva (Bin Liu), el anteojudo asistente (Wei Fan) del benefactor John Rabe (John Paisley), la guapa y voluntariosa Miss Jiang (Yuanyuan Gao) y, finalmente, la perfecta contraparte de Kadokawa, el cruel sargento nipón Ida (excelente Ryu Kohata), que no se tienta el corazón para cumplir con lo que considera que es su deber. La vida y la muerte -pues en Nanking "todos se mueren al final", como dice Ida en algún momento- de estos personajes se entrecruzan en los 132 minutos de duración de un filme de una intensidad imposible de resistir sin emocionarse genuinamente. Porque sí, me emociono cuando veo gran cine y qué. Y con todo y sus resbalones que no dejaré de notar -la música de Tong Liu se pasa de tueste en algunos momentos, Kadokawa resulta ser un poquito demasiado inocente-, La Ciudad de la Vida y de la Muerte es, en efecto, gran cine.
La Ciudad de la Vida y de la Muerte se exhibe hoy, en Cinemark Reforma 222, a las 21 horas.
Comentarios
La verdad por lo que menciona no lucen tan distintas, pues en John Rabe también hay como seis personajes que se reparten la película: el príncipe Asaka que dirige la masacre, una fotógrafa china, George Rosen como el diplomático, el Dr. Robert Wilson quien muy a su pesar le ayud a Rabe a crear la zona de seguridad, además de atendr el hospital y Minnie Vautrin a quien le cambian de nombre a Valérie Dupres para justificar el casting de la francesa Anne Consigny. Incluso hay una escena de fusilamiento que suena bastante parecida a lo que describe. Hasta en las pifias lucen similares, pues aquí el personaje que peca de ingenuo es Rabe y la música se pasa de tueste, aunque con Annette Focks componiendo eso poco importa, esos chelos son de lo mejor que oí el año pasado.
Domingo a las 9:00 pm es muy tarde don, ya la veremos en DVD, pa ver que tal. O si acaso me animo, hasta el otro domingo.