Ambulante 2011/IV y último
Filmada a lo largo de varios meses de 2009 y con una estructura narrativa y una intimidad que parecen más del cine de ficción que del (supuestamente) más objetivo cine documental, Armadillo (Ídem, Dinamarca, 2010), opera prima de Janus Metz, es la perfecta pieza de acompañamiento del Oscar 2010 a Mejor Película, el drama bélico Zona de Miedo (Bigelow, 2008).
Sobre una idea original de Mark Boal y con la impresionante/emocionante fotografía de Lars Skree, Armadillo es una intensa inmersión en las realidades de la guerra. De cualquier guerra, podría uno pensar, aunque en este caso la fecha y el escenario están claramente indicados: sur de Afganistán, de febrero a agosto de 2009. Y he escrito "realidades", así, en plural, porque lo que han hecho aquí Metz y su equipo de trabajo es hacer la crónica impresionista, directa, de las rutinas, los peligros, los miedos y hasta los gozos de los protagonistas de la guerra. O, en todo caso, de esta guerra: un puñado de soldados daneses que han sido enviados, por medio año, a la base militar "Armadillo", en la provincia afgana de Helmand, a combatir a los talibanes.
El aburrimiento de una guerra luchada contra un enemigo que no tiene un rostro preciso -los talibanes podrían ser cualquier civil que cruza saludos con los soldados- es paliada por las llamadas a casa, por el consumo colectivo de cine porno, por las conversaciones casuales con los demás soldados... Cuando la acción inicia, cuando los disparon se dirigen hacia ellos, cuando alguien es herido, cuando otro más es alcanzado por una mina, la adrenalina de los jóvenes daneses se desparrama por su cuerpo y por las imágenes del filme.
El propio Metz y su cinefotógrafo Skree, usando diversas cámaras digitales -algunas de ellas colocadas en los cascos de los propios soldados- acompañan al silencioso Mads, al extrovertido Daniel, al líder del pelotón Rasmus, al médico de rasgos orientales Kim, en sus patrullajes fuera de "Armadillo", donde encuentran la desconfianza de los civiles y el fuego del enemigo.
Usted dirá que los que vemos en pantalla ya lo hemos visto antes, en la ya mencionada Zona de Miedo, para no ir tan lejos en el tiempo. El asunto es que aquí no estamos viendo ninguna ficción, por más realista que parezca, sino la guerra misma: las cámaras caen, se tambalean, miran para todas partes, nerviosas. Y cuando el tiroteo ha finalizado, atestigua el proceder de las víctimas -media docena de cadáveres de talibanes que son tratados de forma nada comedida, el rostro desconcertado de un soldado danés herido en la refriega- y de los victimarios -los soldados festejando ruidosamente haber eliminado a sus atacantes, la conversación entre dos soldados en la que uno confiesa que ya quiere volver al combate.
Sin soslayar los horrores de la guerra misma -los abusos contra las propiedades de los civiles afganos, la llorosa confesión de cierto encargado de un mortero que mató por error a una niña- y sin glorificar el heroísmo y/o machismo de las fuerzas militares danesas -que también eliminan enemigos a distancia, con sus oficiales sentados cómodamente en sus sillas-, Armadillo muestra la cotidianeidad de la guerra y el lento pero inevitable contagio que provoca el combate entre los soldados daneses. Por eso, al final, no extraña enterarse que muchos de los jovencitos que hemos visto en pantalla -que, además, fueron a Afganistán como voluntarios- han decidido volver al ejército después de sus 6 meses de prueba. Sólo alguno ha decidido alejarse de la guerra y trabajar como electricista: todos los demás van a volver -o ya volvieron- en 2011, incluyendo el líder del pelotón Rasmus, que aparece luego con la mirada perdida cuando es recibido por su familia en el aeropuerto. Como dijera el legendario "Jamaicón": él nomás no se halla. El olor a muerte lo ha inoculado, la emoción y la adrenalina lo ha hecho adicto. A Rasmus, a Mads, a todos.
Armadillo se exhibirá hoy en Cinépolis Perisur, a las 22:30 horas.
Comentarios
Ernesto: Además de ZONA DE MIEDO, ARMADILLO me recordó vagamente la película ¿fallida? de Sam Mendes Jarhead. La verdad no la recuerdo muy buena.
Saludos!
Javier Cordero
Javier: Sí, hay algo de ella, aunque yo no la recuerdo tan fallida en realidad.