Julie & Julia
Julie & Julia (Ídem, EU, 2009), octavo largometraje de la guionista y cineasta especialista en comedias románticas Nora Ephron (Harry y Sally/1989, Sintonía de Amor/1993, Tienes un e-mail/1998), tiene una estructura ambiciosa.
Dividida entre la Francia de los años 50 y el Nueva York de inicios del siglo XXI, la película nos muestra las vidas paralelas de, por un lado, la irreprimible mujerona Julia Child (Meryl Streep, recién ganadora del Globo de Oro y con segura nominación al Óscar), la alegre esposa del agregado cultural estadounidense en París en 1949 (Stanley Tucci, impecable) y, por el otro, la de la insegura treintañera Julie Powell (Amy Adams), una burócrata neoyorkina que, para llenar su fracasada existencia profesional, decide iniciar un blog sobre cocina en el 2002.
La relación entre Julia y Julie se da porque la segunda se asigna a sí misma un reto demencial: guisar en 365 días los 524 platillos que contiene el exitosísimo bestseller culinario “Mastering the Art of French Cooking”, publicado por Julia Childs en 1961. Así, este amable woman’s film nada melodramático nos entrega dos historias de crecimiento y desarrollo femenino por el precio de uno: la de Julia, una inquieta ama de casa sin hijos pero marido perfecto que aprendió a cocinar los complicados platillos franceses hasta convertirse en una celebridad en Estados Unidos, con todo y su propio programa de televisión; y la de Julie, una aprendiz de escritora también sin hijos y con marido igualmente perfecto (Chris Messina), que encuentra en la cocina y en las recetas de Julia una manera creativa de canalizar su energía y su neurosis.
El filme es sabrosamente encantador –uno termina de verlo con un hambre de perro por la cantidad de suculentos platillos que se muestran ahí- y las dos actrices protagónicas sostienen de manera eficaz su respectivo universo temporal/narrativo, pero es evidente que la historia de Julia es, de lejos, más interesante que la de Julie. De hecho, cuando la cinta deja de lado al matrimonio de los Child para viajar a nuestra época, uno siente que se está perdiendo lo mejor del filme, por más que Amy Adams encarne de forma muy competente y graciosa una especie de versión juvenil de Meg Ryan.
Al final, queda la sensación que Julia & Julie debió haberse llamado nada más Julia, así, a secas, y haber durado cuarenta minutos menos. Después de todo, el espectáculo mayor de esta película, además de la comida, es ver a Meryl Streep transformarse en ese inmenso mujerón de voz meliflua que no encajaba en ninguna parte… a no ser la cocina y en la cama, con su marido.
Dividida entre la Francia de los años 50 y el Nueva York de inicios del siglo XXI, la película nos muestra las vidas paralelas de, por un lado, la irreprimible mujerona Julia Child (Meryl Streep, recién ganadora del Globo de Oro y con segura nominación al Óscar), la alegre esposa del agregado cultural estadounidense en París en 1949 (Stanley Tucci, impecable) y, por el otro, la de la insegura treintañera Julie Powell (Amy Adams), una burócrata neoyorkina que, para llenar su fracasada existencia profesional, decide iniciar un blog sobre cocina en el 2002.
La relación entre Julia y Julie se da porque la segunda se asigna a sí misma un reto demencial: guisar en 365 días los 524 platillos que contiene el exitosísimo bestseller culinario “Mastering the Art of French Cooking”, publicado por Julia Childs en 1961. Así, este amable woman’s film nada melodramático nos entrega dos historias de crecimiento y desarrollo femenino por el precio de uno: la de Julia, una inquieta ama de casa sin hijos pero marido perfecto que aprendió a cocinar los complicados platillos franceses hasta convertirse en una celebridad en Estados Unidos, con todo y su propio programa de televisión; y la de Julie, una aprendiz de escritora también sin hijos y con marido igualmente perfecto (Chris Messina), que encuentra en la cocina y en las recetas de Julia una manera creativa de canalizar su energía y su neurosis.
El filme es sabrosamente encantador –uno termina de verlo con un hambre de perro por la cantidad de suculentos platillos que se muestran ahí- y las dos actrices protagónicas sostienen de manera eficaz su respectivo universo temporal/narrativo, pero es evidente que la historia de Julia es, de lejos, más interesante que la de Julie. De hecho, cuando la cinta deja de lado al matrimonio de los Child para viajar a nuestra época, uno siente que se está perdiendo lo mejor del filme, por más que Amy Adams encarne de forma muy competente y graciosa una especie de versión juvenil de Meg Ryan.
Al final, queda la sensación que Julia & Julie debió haberse llamado nada más Julia, así, a secas, y haber durado cuarenta minutos menos. Después de todo, el espectáculo mayor de esta película, además de la comida, es ver a Meryl Streep transformarse en ese inmenso mujerón de voz meliflua que no encajaba en ninguna parte… a no ser la cocina y en la cama, con su marido.
Comentarios
asi como Helen Mirren en 'National Treasure 2'
sería divertidísimo ver a esa señora actriz soltar one-liners y brincar entre piedras y soltar balazos jeje
creo que la única película que le he visto así a Mrs Streep fue esa del 'Rio Salvaje' con Kevin Bacon...
saludos
Leo
Además confundieron el personaje de Banderas, mezclaron a Pericles y a los tíos Lucas y Cosa.
¡Ta-ra-ra-rán *SNAP* *SNAP*!
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Julie y Julia no ha llegado aquí pero la quiero ver por ambas dos morritas: Amy y Merryl. No sabía que es de Nora Ephron, que no me ha gustado realmente como directora (eternamente tratando de rehacer y/o superar su guión When Harry met Sally, me parece).
Y sin subestimar su talento, mucho de ese respeto tienen que ver las costumbres mediáticas gringas, urgidas por tener al "más" y a la "mas".... y por supuesto que ellos deben poseer a La mejor a como de lugar...
La Diabla y La muerte le sienta y Mamma Mia no son precisamente lo que La mejor Actriz Viva del mundo deba tener en su curriculum... digo.
Me encanta en Los Puentes de Madison y en La Decisión de Sofía.
2046
chale ya me parezco a los de cinecdoque que les gusta la Clinton
jo
..todo se vale, poniendo lo propio, a cualquier nivel.
2046
Champy: Especialmente en Los Puentes de Madison. De hecho, se antoja la doñita. (Ya estoy como Tyler). Y en cuanto a lo otro, es interesante lo que mencionas: falta estudiar la actuación como parte central del arte cinematográfico. No como biografía chismorreica, sino como técnica interpretativa dentro del marco del cine y de su lenguaje: los encuadres, los movimientos de cámara, la iluminación.
Siempre he pensado que lo que redondea una actuación es tanto el personaje per se, como la habilidad del actor de no imponerse ante el personaje, sino "ser" el personaje. Un ejemplo, para ese caso, salta en mi cabeza: Tom Hanks siempre será Tom Hanks con pelo largo, corto, lacio, barba o amanerado. Nunca será el personaje (ni en Forrest Gulp! lo fue). Mientras que hay otros carajos actores, muchos de ellos no tan "celebrados" como este Tom Hanks, que uno los ve y a pesar de saber quién es, se nos pierden. Y eso, sumándole al personaje como tal (sus líneas, el peso que tiene en la trama...), conforman el arrebato que se siente o disiente a la hora de "juzgar" actuaciones o actores...
Y de ahí los actores "tramposos", como doña Streep, que sabe escoger a sus personajes (y el lujo, pues seguro que tiene proyectos para dar y regalar)... Mientras que otros, pobres, simplemente acaban repitiendo y repitiendo al mismo jodido personaje hasta e infinito pues nada más le ofrecen y ni modo, hay que comer.
¿No?
Zeus: Sí veo los Globos de Oro pero, la verdad, no le doy mucha importancia. No hay coherencia ni consistencia en ellos ni tampoco demasiada seriedad. Como espectáculo es entretenido, eso sí. A veces, más que los Oscares, porque todo mundo está más relajado y con varios alcoholes entre pecho y espalda. Pero en cuanto a los ganadores... Me dio gusto ver a Bridges ganar en algo que parece ser un remake de Tender Mercies -hasta Robert Duvall aparece por ahí- pero, por lo demás, si Avatar ganó me resultó completamente intrascendente. Los Oscares por lo menos tienen la importancia de que la industria y los trabajadores de ella se premian a sí mismos. Uno puede estar en desacuerdo con ellos, pero hay un buen grado de seriedad y consistencia en los premios de la Academia. Pero los Globos... los deciden un grupo de periodistas que ni siquiera, por lo menos algunos de ellos, son críticos de cine sino prensa de espectáculo. Nada de malo que sea así -yo conozco uno que otro votante de todos mis respetos- pero hay historias repetidas que aseguran que ganar un Globo de Oro es un trabajo más de relaciones públicas que de auténticos méritos industriales/artísticos.
De acuerdo con El Duende, una celebre actuación la conforman 2 factores, el personaje, y el desempeño histriónico del interprete.
Es mayor mi reconocimiento por Meryl que mi desconfianza, pero no estoy seguro que sea solamente habilidad, suerte o relaciones... La mercadotecnia cuenta mucho.
Supongo que su caracter tan suave le ayuda bastante, la mayoria de las actrices de su generación ya cargan hábitos conductuales no muy amigables en un set de filmación.
Tampoco creo que sea trampa aprovechar una oportunidad, no me parece justo, pero hay todo un sistema atrás, no toda la culpa recae en los "tramposos".
Yo no me imagino Hannibal por otro que no sea Hopkins, ni a Don por otro que no fuera Marlon, ni a Doña Perfecta por otra que no sea Lola, ni a la Manuela por otro que no fuera Roberto Cobo...
Y a pesar de Los Puentes de Madison y La Decisión de Sofía, a la mayoría de los personajes de Meryl les podemos poner otro rostro.
2046
Sigamos con esto...
Ah, y sobre lo "tramposo", es porque un actor (y esto me lo dijo uno), sabe sus posibilidades y sus limitaciones, así que en base a eso o construye sus personajes o de plano, si tiene la posibilidad, los escoge. De tal forma que no "arriesga" de más.