Camino a la Plenitud
Había leído en algún lado que la opera prima de Sarah Gavron, Camino a la Plenitud (Brick Lane, India-GB, 2007), había sido boicoteada por la comunidad bengalí viviendo en Londres, supuestamente por mostrar un rostro negativo de Blangatown, el barrio de inmigrantes provenientes de Bangladesh que se encuentra en el este londinense, en la calle Brick Lane del título original. Al parecer, todo fue un malentendido: Lisa Mullen, en su reseña en Sight and Sound (diciembre de 2007) explica al detalle la confusión. Se rumoraba que en la película había una escena en donde una mujer llevaba una sanguijuela en el pelo, animalejo que caía en un plato de comida, lo que hacía ver la suciedad en la que vivían los bengalíes en Londres. Por supuesto, esa escena no existió nunca, pero no hubo manera de convencer a la gente de lo contrario. Llegó a tal grado la animosidad que Gavron tuvo que renunciar a filmar en la auténtica Brick Lane.
La película dista mucho de presentar un retrato denigrante de las mujeres y los hombres bengalíes que viven en Londres. Tampoco se les idealiza, es cierto. Entre los personajes de Camino a la Plenitud hay hombres maduros fracasados pero bienintencionados, hijos de inmigrantes que se radicalizan como reacción a la paranoia post-11-de-septiembre, mujeres luchonas que salen adelante con su propio trabajo, ancianas usureras que explotan cínicamente a su propia comunidad, adolescentes rebeldes que ven a Londres como su hogar y rechazan regresar al Bangladesh de sus padres y, por supuesto, la protagonista de la cinta: una joven madre de familia que un buen día decide empezar a tomar sus propias decisiones, dejando atrás igual a su inútil y pomposo marido que a su joven amante apasionado.
Con todo y que la película está basada en el exitoso best-seller femenino Siete Mares, Trece Ríos (Editorial Emecé), de la inglesa de madre hindú Monica Ali, la trama adaptada por Abi Morgan y Laura Jones está claramente anclada en el territorio del woman's film clásico.
La protagonista, Nazneen (Tannishtha Chatterjee), vive en Londres junto a su buenazo marido mucho mayor que ella Chanu (Satish Kaushik), quien acaba de renunciar a su trabajo. Dieciséis años antes, a los 17 años de edad, Nazneen fue enviada desde Bangladesh hasta Londres por su papá, para casarse con ese hombre que conocía sólo por su foto. Nazneen es la perfecta esposa bengalí: tranquila, silenciosa, obediente, sumisa... El mundo, sin embargo, empezará a cambiar radicalmente alrededor de ella. Chanu, cansado de ser desplazado cada vez que hay una posibilidad de ascenso, ha renunciado a su trabajo y ha decidido volver a Bangladesh, para desoncierto de su joven esposa treintañera y horror de su rebelde hija mayor. Frente a las súbitas dificultades económicas, Nazneen decide trabajar por su cuenta, cosiendo pantalones, lo que la pone en contacto con un joven distribuidor de ropa, Karim (Christopher Simpson), un bengalí de segunda generación. Ya sabemos lo que ocurrirá: entre santa y santo, pared de cal y canto...
El melodrama femenino se desarrolla con apreciable fluidez, sostenido en el buen desempeño de la actriz protagonista y el sólido apoyo de Mr. Kaushik, que no es, ni de lejos, el villano del filme. El gordazo Chanu es un hombre bueno cuyo fracaso no sólo termina doliéndole a su propia esposa infiel sino a nosotros, los espectadores. Se trata del típico colonizado fallido: el que piensa que citando a Chaucer, Hume o Chesterton puede mimetizarse con los ingleses, engañando a los suyos y a los demás. Se trata de un personaje encantadoramente patético y, al final, no exento de cierta grandeza trágica.
Como en todo woman's film que se precie de serlo, en Camino a la Plenitud la protagonista, Nazneen, no necesitará, al final de cuentas, de bules para nadar: ni del sensato marido fracasado ni del amante de fe islámica renacida. Reconocida su libertad recién conquistada, Nazneen se tirará al suelo nevado del Brick Lane londinense con sus dos hijas, para recuperar su niñez perdida... aunque sea por un momento.
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