8va. Semana de Cine Alemán/III y última


Hacia la última parte de Berlin Calling (Ídem, Alemania, 2008), tercer largometraje del desconocido en México Hannes Stöhr, el talentosísimo adicto y ezquizoide DJ "Ickarus" (Paul Kalkbrenner), organiza una pachanga en el centro de rehabilitación en donde él mismo ha aceptado recluirse por voluntad propia. Cual juvenil versión del rebelde Jack Nicholson de Atrapado sin Salida (Forman, 1975), Martin -"Ickarus" es su nombre artístico- convence al casi adolescente vigilante para que no la haga de tos y lo deje organizar una pequeña "fiesta de despedida". Antes de que pueda usted deletrar "orgía", Ickarus ha metido al centro de rehabilitación chelas a discreción, varios paquetes de cigarrillos, algo de drogas para levantar el ánimo y dos chabochas prostitutas de cuyos prominentes pechos quedarán prendidos el jovencito vigilante de marras y uno de los neuróticos pacientes. Mientras el chupe -de todo tipo- ocurre en el lobby, Ickarus ameniza el huateque con la música de su último disco aún sin liberar. Por supuesto, al sitio llega la estricta doctora que dirige el lugar (Corinna Harfouch), quien detendrá todo el relajo. Cuando Ickarus es arrastrado por dos guardias y llevado a su habitación, vemos con claridad que lleva puesta la camiseta de la selección de futbol argentina. Y peor aún: con el número 10 de Maradona. En cuanto no se puso peor.

Berlin Calling es la muy competente fusión de dos fórmulas melodramáticas clásicas: por un lado, la crónica existencial de un genio artístico que lleva una desordenada vida (drogas, sexo y rock-and-roll) que es, acaso, la semilla de su propia creatividad; y, por el otro, la lucha de ese mismo personaje por vencer una adicción a las drogas que lo ha llevado a perder un jugoso contrato, a su bisexualosa novia/manejadora/pilmama Mathilde (Rita Lengyel) y a su propia forma de vida, la única que conoce, pues la guapa ejecutiva disquera Alice (Megan Gay) no está dispuesta a arriesgar giras, conciertos y presentaciones con un DJ que, por más brillante que sea, se mete toda droga habida y por haber (con la excepción de la heroína, porque no tenía una jeringa a la mano).

Herr Kalkbrenner encarna con justeza a su artista/drogadicto en complicada rehabilitación y la realización de Stöhr es limpia y funcional, con los previsibles desbordes estilísticos para transmitir el estado alterado de Ickarus o la frenética vida nocturna berlinesa que, por lo visto en pantalla, no conoce descanso. Y en cuanto a la música en sí que crea el celebérrimo DJ... Mmmm... A decir verdad, nunca he sido seguidor de la música electrónica y el trabajo de los distintos DJs es, para mí, indistinguible... Todos me suenan como ponchis-ponchis pero con caché. Como me han dicho por ahí: estoy hecho un dinosauorio.

Berlin Calling se exhibe hoy en la Cineteca Nacional, dentro de la Octava Semana de Cine Alemán.

Comentarios

Joel Meza dijo…
No, pos yo estoy pior: no le hayo el caché por ningún lado a eso de estar poniendo un disco tras otro. Hasta conciertos hacen...
Joel Meza dijo…
Me acordé de aquel vikingo rasta... como dice el Duende: Jo.
kolinazo dijo…
Suena muy similar a una pelicula que vi hace mucho que se llamaba "its all gone pete tong", sobre un dj que se quedaba sordo, a mi la verdad me gusto bastante, pero pues como soy muy fan del punchis punchis y de la mesclada, pues chance mi perspectiva no aplique a la mayoria de los lectores de este blog jaja
Chale, mayoría de lectores de este blog: ya les dijeron rucos.
Bueno, menos Alonos, pues.

(Eso me recuerda un gag de Monty Python en La Vida de Brian: Reg, el líder terrorista del Frente Judío Popular -o del Frente Popular Judio o del Frente Popular de Judea- dice que todos ahí, en esa organización, estan dispuestos a ser torturados o a morir cruelmente por la causa de una Judea libre... Al instante, fuera de cuadro, alguien grita: "menos yo". Y Reg -o sea, John Cleese- dice, como recordando: "Ah, sí, claro, menos él").
Joel Meza dijo…
Yo nací ruco, así que no hay bronca.

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