Confesiones Verdaderas/IV
(El productor Jesús) Grovas... me pidió una cosa ligerilla. Ligerilla en argumento y ligerilla en presupuesto... Me propuso probar con Cantinflas (que tenía) mucho jalón en el teatro, no en el cine. En dos años, de 1937 a 1939, había aparecido en unas cuatro películas. La primera, episódicamente, No te engañes corazón. Las otras, como coestrella de Manuel Medel. Lo dirigieron Manuel Contreras Torres, Arcady Boytler y Chano Urueta. El último de esos guiones, El signo de la muerte, era de Salvador Novo. Y a pesar de todo, pasó sin pena ni gloria. Por lo tanto, no me sentí bien dispuesto para tal prueba.
-En Cantiflas se esconde un as -me atajó don Jesús. Lo que ha pasado es que en esas cintas lo han dejado suelto. Lo han parado ante la cámara sin el respaldo de un buen script y lo han dejado improvisar como lo hace en el teatro. En el teatro tiene la guía de las reacciones de su público. En el cine no ha contado con esa inspiración. Escríbele algo realmente chistoso.
-Ya está muy mal acostumbrado -le observé-. ¿Querrá estudiar un libreto y aprenderse el texto?
-Pregúntaselo. Vamos a verlo al teatro Garibaldi.
Fuimos. Yo, casi a la fuerza. Tenías vistas todas sus películas... Confieso que nunca se me ocurrió verlo en un foro teatral. Esta primera vez, a pesar de los aplausos, no le concedí tamaños de estrella cinematográfica... Tenía ingenio y hacía reír. No mostraba cualidades de verdadero actor, sino solamente de bufón. Era siempre el mismo. No variaba nunca de indumentaria, ni de gestos ni de ademanes. Imitaba en todo a los pillos del pueblo y a su socarronería...
... Francamente no se me ocurría de dónde cogerlo para una película. Mi costumbre era el trato con actores a lo tradicional, como Herrera, como Ortín, como Soler y como Pardavé.
-Cantinflas se sale de la buena escena -le susurrré a Jesús Grovas-. Lo suyo es la plazuela.
-Por eso es un tesoro. ¿No te das cuentas?
No me la daba, la verdad. Para consecuentar, seguí a mi productor al camerino de Cantinflas. Hasta que lo tuve frente a frente lo reconocí. ¡Si era el Chato Moreno! El Chato Moreno, un holgazanillo de mis barrios de la niñez...
El Chato Moreno no me reconoció cuando lo saludé. No se lo tomé a mal porque nunca intimamos...
... Después de pocas frases le hice la pregunta principal. ¿Podría sujetarse estrictamente a un diálogo especial?
-De eso pido mi limosna -contestó-. Si aquí no hago caso de los libretos e improviso constantemente, es porque tienen poco chiste. Tráigame su script. Si el argumento y los diálogos son realmente de chispa, me canso de aprendérmelos y de sujetarme a lo que sea.
Sobre la marcha, Grovas contrató a Cantinflas. Me vi comprometido a escribir un argumento y unos diálogos "realmente de mucha chispa", para un cómico que no me convencía. No quise "rajarme" por vergüenza y porque aquello no dejaba de ser un desafío...
...
Pusimos como título a este pasatiempo la muletilla de que se valía Cantinflas en el teatro para rematar sus malicias, o sea Ahí está el detalle. Y lo filmamos en los CLASA, a partir del martes 25 de junio de 1940 y hasta el martes 16 de julio de ese año... Fue mi cinta 14 y la 242 del catálogo mexicano.
... rodeamos a Cantinflas de un reparto extraordinario para su mayor brillo. Y Cantinflas brilló por fin en toda su capacidad. Dándose cuenta de lo que se le cuidaba, Mario Moreno fue un modelo de disciplina y de empeño. Hizo gala de buena memoria en sus parlamentos, pero no me libré del todo de su colaboración. De vez en cuando deslizaba alguna agudeza de su ingenio, siempre graciosa pero a veces fuera de la situación. Si ocurría lo primero, dejaba yo correr la escena; si lo segundo, detenía la filmación, modificaba el diálogo de modo que la ocurrencia viniera a bien y proseguíamos. El ingenio de Cantinflas era tan espontáneo que solía olvidar una "chuscada" que se le había venido a la boca durante un ensayo y no tenía yo manera de que la recordara.
Ahí está el detalle inició su carrera en el cine Palacio, el 11 de septiembre de 1940. No tengo a mano las crónicas, que tampoco recuerdo. Los resultados en la taquilla, modestos al principio, crecieron rápidamente. Al poco tiempo se convirtieron en arrolladores.
Extractos del capítulo 14 de la autobiografía de Juan Bustillo Oro (1904-1989), Vida Cinematográfica (Cineteca Nacional, 1984).
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