Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLXXVIII




Ready Player One: Comienza el juego (Read Player One, EU, 2018), de Steven Spielberg. Qué suerte hemos tenido últimamente: dos películas de Spielberg muy diferentes y estrenadas solo con unas semanas de diferencia: la emocionante cinta liberal The Post: Los oscuros secretos del Pentágono (2017) y este extraordinario divertimento que es Ready Player One, un homenaje que, a la vez, es una denuncia del mismo mundo que él ha ayudado a crear: el del más desatado escapismo hollywoodense. Obra mayor. (*** 1/2)

La maldición de Thelma (Thelma, Noruega-Francia-Dinamarca-Suecia, 2017), de Joachim Trier. El cuarto largometraje de Trier es el mejor, hasta el momento, de su apreciable filmografía: se trata de una astuta mezcla de cine de horror, cinta de crecimiento juvenil, provocador filme de liberación femenina/feminista y, hacia el final, incluso ante la historia del origen de una nueva súper-heroína (¿o será una súper-villana?). Mi critica en la sección Primera Fila del Reforma del viernes pasado. (*** 1/4)

El Vigilante (México, 2016), de Diego Ros. El vigilante del título (Leonardo Alonso, mejor actor en Morelia 2016) trabaja en una obra en construcción y no quiere otra cosa que terminar su turno para ir a su casa, pues su mujer está a punto de parir. El problema es que, cual pesadilla buñueliana, el tipo no puede ir a su casa, por más que lo desee, por más que prometa que ya mero llega, que ahí va, que ya va en camino.
Muy cerca de la obra se ha encontrado una camioneta y, en el interior, aparentemente, un niño asfixiado, muerto. Salvador, el vigilante, había visto la camioneta estacionada en la noche, por lo que tiene que hacer la declaración correspondiente con el policía responsable (espléndido Héctor Holten). Una serie de pequeños detalles empiezan a complicar la noche de Salvador: su compañero en la caseta de vigilancia da una declaración que contradice sus dichos a la autoridad, aparentemente alguien ha robado unos anillos de cobre de la bodega, una jovencita -dizque sobrina de su compañero de trabajo- aparece de la nada para pasar la noche en la obra y así sucesivamente.
Ros es buen director de actores -los diálogos entre el policía y Salvador son espléndidos-, sabe crear suspenso y usa sus referencias cinéfilas de manera eficaz -por ejemplo, la importancia de los objetos en el filme, al estilo de Hitchcock. Una opera prima más que meritoria, ganadora del Ojo a Mejor Largometraje Mexicano en Morelia 2016. (**)

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