Guadalajara 2011/Día tres


El domingo inició mal. Reacciones Adversas (México, 2010), opera prima del egresado del ITESM y el CCC, es un recalentado de Taxi Driver (Scorsese, 1976), con todo y secuencia final de masacre incluida. Daniel (Héctor Kotsifakis) sufre de alucinaciones y paranoias diversas, y el medicamento psiquiátrico que toma le provocan, además, las reacciones adversas del título. El pobre diablo tiene fantasías violentas, se le aparece el perro muerto de la vecina para hablarle (o sea, Looks who's Talking!, Son of Sam) y alguien anotado en los créditos como "la sombra", le avienta choros en inglés y le da un arma, ahí nomás pa'l gasto. En algún momento de la película, una mujer cuyo rostro esta surcado por una cicatriz, le dice a Daniel :"¿No te dan ganas de salir corriendo?". Yo desde mi butaca, respondí: claro que sí, pero me aguanto porque soy bien macho. Reacciones Adversas forma parte de la sección mexicana de ficción.
En esta misma sección compite Los Inadaptados (México, 2011), filme dirigido ocho manos por Jorge Ramírez Suárez, Javier Colinas, Marco Polo Constandse y Sergio Tovar Velarde. El lugar común dice que este tipo de cintas colectivas tienden a ser disparejas, pero aquí no es el caso. Los Inadaptados es consistentemente fallida. A no ser el segmento en el que Paola Nuñez lleva a comer a su casa a su dizque novio Luis Arrieta que es dizque estrella de cine porno, los otros restantes son inverosímiles -un clasista yuppie toma conciencia de los demás y de sí mismo al quedarse atorado en un elevador con una sirvienta embarazada-, resultan comedias muy apenitas -un solitario nerd se liga por internet a su propia mamá- o de plano ya son historia (literalmente) antigua -unos viejitos sacan juventud de su pasado y planean un asalto bancario para matar el aburrimiento. Ignoro quién de los cuatro cineastas dirigió el segmento de Nuñez/Arrieta pero ese era el único que, como mero divertimento, vale el palomazo: podía haber sido la raíz de una agradable comedia romántica. 
Ya más tarde vi También la Lluvia (España-Francia-México, 2010), de Iciar Bollaín, exhibida en la competencia de ficción iberoamericana. Se trata de un buen melodrama social que no llega a ser tan logrado como debería por el esquemático guión del colaborador habitual de Ken Loach, Paul Laverty. Un equipo español de filmación llega en el año 2000 a Cochambaba para rodar ahí un filme sobre Cristobal Colón y Bartolomé de las Casas. El productor (espléndido Luis Tosar) ha elegido Bolivia porque puede pagar dos mugres dólares al día a los extras y a los trabajadores. El director de la cinta (Gael García Bernal) elige al problemático indígena Daniel (Juan Carlos Aduviri) para que encarne a Huatey, un bravo indio que se enfrentó a los españoles. Muy pronto, la película que están haciendo -la historia de la explotación de los indios- se convertirá en el fiel reflejo de la Bolivia contemporánea, en la cual los más pobres están luchando por el agua que manejan compañías transnacionales, incluyendo españolas.
Bollaín dirige con fluidez y el reparto es cumplidor -en especial Karra Elejalde como el actor borrachín que encarna a Colón, y el infalible Luis Tosar, que logra imponerse a los vacíos dramáticos de su personaje-, pero el guión de Laverty deja escapar muchas ambigüedades que habrían convertido en un filme más complejo a También la Lluvia. Por dar un par de ejemplos, apenas sugiere la ojetez del director interpretado por Gael que, llegado el momento, preferirá seguir con su película que dar un paso para defender a esos pobres de los que tanto le gusta hablar. Y, por otra parte, la conversión de Luis Tosar es demasiado abrupta. Al final de cuentas, es obvio, También la Lluvia no trata tanto sobre los explotados indígenas, sino sobre el pragmático capitalista Tosar que se involucra -aunque sea un ratito- con los problemas de esos extras a los que les paga dós dólares al día.
La mejor película nacional en competencia -escribo esto cuando me faltan sólo dos filmes mexicanos por ver- ha sido, previsiblemente, El Premio (México-Francia-Polonia, 2011), opera prima de la exguionista de Carlos Carrera (Sin Remitente/1995) y Fernando Eimbcke (Temporada de Patos/2004, Lake Tahoe/2008) Paula Markovitch, cinta que ganó dos Osos de Plata en Berlín 2011 por su fotografía (de Wojciech Staron) y su diseño de producción (de Bárbara Enríquez).
Estamos en alguna lejana playa argentina, en tiempos de la dictadura. La joven madre Lucía (Laura Agorreca) llega con su precoz hijita de siete años Ceci (extraordinaria Paula Galinelli Hertzog) a una pequeña cabaña a la orilla del mar. Es evidente que Lucía se está ocultando: entierra algunos libros en la arena, le hace aprenderse de memoria cierto mantra a la chiquilla ("Mi papá hace cortinas y mi mamá es un ama de casa"), la manda a la escuela del pueblo y espera, pacientemente, recibir noticias del marido que, acaso, ya esté muerto. Pero esta no es la cinta de Laura, sino de la dificil Ceci, una poeta natural ("Las gaviotas gritan porque tienen miedo de caerse") que, cuando le dejan de tarea una composición sobre el ejército de Argentina, escribe lo que ha escuchado de los labios de su mamá.
La cinta está dominada por las tomas largas, controladas, de Wojciech Staron, y por la complicada relación que tienen madre e hija en esa orilla del mundo. El filme tiene demasiados finales -hay por lo menos tres- y se cuelga innecesariamente en algunas escenas, pero de todas formas estamos ante una película lograda, redonda, satisfactoria, en más de un sentido.
No es lo que se puede afirmar, por desgracia, de 0.56% (México, 2010), del cinefotógrafo y documentalista Lorenzo Hagerman. El filme, exhibido en concurso en la sección de documentales mexicanos, plantea la pregunta "¿Qué le pasó a México?" -con respecto a la turbulenta elección de 2006- y luego de poco más de 90 minutos de duración, la respuesta es: "Sepa la bola". Hagerman ha desperdiciado un espléndido tema -la elección presidencial perdida por López Obrador- y un par de grandes personajes -el propio AMLO, Felipe Calderón- para hacer un filme que se deja ver sin dificultad pero que no pasa de ser un mero recuento de hechos, dicusiones y acontecimientos. Fraude: México 2006 (Mandoki, 2007) carecía de objetividad pero le sobraba apasionamiento. 0.56% comete el pecado de no apasionar a pesar de tratar el tema político más divisivo en los últimos años en este país: la elección de 2006 y Andrés Manuel López Obrador.

Comentarios

Anónimo dijo…
Quisiera saber quien es el diletante que escribe toda esta basura, hay que poner más grande tu nombre porque pasa desapercibido. Una crítica desde un punto de vista parcial, sin puntos objetivos, en fin, me parece un pésimo trabajo de crítico, solamente espetar frustraciones personales ajustándolas a cada film, con unos toques de anglicismos para que se vea más nice, pero con muy poco trabajo intelectual y algunas faltas de ortografía. Espero que seas un principiante, de otro modo, sería una lástima. Mi calificación para ti (H, en tu escala).
Mi nombre es Ernesto Díez-Martínez Guzmán. Sí, soy un principiante. En esto de escribir siempre lo seré. Y, bueno, ya que así se lleva, tampoco se escapa usted de faltas ortográficas. ¿Y su nombre, por cierto?
Josafat M. dijo…
Heckling attempt, FAIL.
Joel Meza dijo…
Ah, estos críticos tan subjetivos...
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Chin, básicamente las películas mexicanas buenas están resultando las coproducciones, ¿no?
Joel: Exacto. Y en todo caso, son películas espaniolas o chilenas con dinero mexicano. Nada más. (Bueno: Diez Martínez, pues).
Joel Meza dijo…
Ernesto ¿y cómo reciben -públicamente, por supuesto, porque en privado me imagino que con una mexicanísima mentada- los cineastas mexicanos en el festival las críticas? No creo que seas el único que espeta frustaciones personales ajustándolas a cada film.
Joel: Hay de todo. Ayer o antier un actor me pidió mi juicio de lo que acaba de ver, "honestamente". Cuando honestamente le dije que la cinta era muy fallida, nomás suspiró y dijo "sí, es cierto, qué remedio". Claro que me pidió no citar su nombre. Digo, se quedaría sin chamba. Y en corto, hay cineastas que sí aceptan errores y problemas. Otros, nunca. Y otros, entran a blogs y escriben de forma anónima. Pero, bueno, como dijera Gustavo García, los críticos de cine en México no somos cineastas frustrados. Los auténticos cineastas frustrados son los propios cineastas que no pueden hacer buen cine.
Joel Meza dijo…
Y luego dijo el actor: "Quiero una segunda opinión."
"Bueno, además estás muy feo, compadre", replicó Diezmartínez.
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Ahora, la pregunta (obviamente porque no sé la respuesta): en los otros países latinoamericanos de donde nos llegan películas buenas y muy buenas, ¿se hace más cine que en México? ¿O lo que nos llega son garbanzos de a libra?

Al menos, por lo que leo de lo que dicen algunos cineastas mexicanos que están filmando allá, sé que en Argentina se hace mucho más cine. Eso explicaría que se hiciera mejor cine, ¿no?
optimistic dijo…
Jajaja, el primer comentario es un cliché con patas.. que risa!
No cabe duda, alguno que otro jamás madura. Y es que el comentario derrama bilis por línea, jaja.
Ay, perdón por tutear, pero, Ernesto, a poco no te dan risa estos comentarios en este punto de la vida?
Que entren a trollear de ese modo, no es para corajes, es para risa, pero de esas buenas.

Y muy interesante crónica. Creo que es de la otra entrada, pero la crítica a Sistach... que hue... los tuyos eh, es durísimo dar una opinión sincera de una obra fallida que lleva tanta carga personal encima...Que elegancia al no comentar más, solo aquello que la ética de tu labor demanda. Uno, como creador (ehhh, durante una breve etapa escribi cuento) debe asimilar que no porque el tema sea duro para sí, va a resultar interesante para los demas. A veces, el sentimiento nubla en vez de inspirar, lamentablemente. Caso contrario, recordé La habitación del hijo, de Moretti, que la vi tras la muerte de mi padre. Esas ocasiones, me recuerdan lo grande que puede ser el cine para el espectador.
Excelente crónica. Se agradece.
Joel: En parte debe ser porque la selección que llega al festival de cine chileno/argentino/español/brasileño es más cuidada. Y en parte porque, ni modo, hacen mejor cine en esos lares. (Por cierto, otra anécdota más: en el hotel me encontré con alguien de la producción de una cinta mexicana. "¿Viste tal cinta?", me dijo con una sonrisa de vergüenza. Cuando le dije que sí, antes de poder discutir nada, me comentó: "Salió muy mal, pero ni modo, hay que seguir en la chamba". Y sí, lo dijo con buen humor, sin amargura. En mi experiencia, así en corto, mucha gente te dice de verdad lo que piensa de su trabajo dentro del cine. Pero en público, es otra cosa.

Optimistic: Es lo menos que puedo hacer. Se tardan dos, tres o más años en hacer un filme y alguien en dos patadas les dice que es una basura. Pero qué remedio. Así como la chamba de ellos es hacer cine, la mía es escribir sobre eso. Nada más. Pero como dices, hay gente que nunca madura.
Excelente su texto, comentarios muy acertados, divertidos, irónicos y sarcásticos, la realidad tal cual de nuestro cine mexicano. Es una pena que todavía no pueda hacerse una buena película que compita por ejemplo con el cine coreano o chino que usando recursos básicos y me refiero a recursos básicos económicos, crean y recrean historias humanas sin tanto artificio.

Saludos y por acá lo seguimos leyendo :)
Saludos, Catalina. Bienvenida a los comentarios.

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