Guadalajara 2011/Día dos



Con un día de retraso, he aquí la crónica de mi segundo día en Guadalajara 2011, como sigue:
Entre la Noche y el Día (México, 2011), opera prima del egresado del CCC Bernardo Arellano -exhibida en la competecia de largometrajes mexicanos de ficción- es, como bien me comentó el camarada Silvestre López Portillo, dos películas en una. Y yo agregaría: la primera es mejor que la segunda. 
Francisco (el actor no profesional y discapacitado mental Francisco Cruz) es un adulto mayor autista que vive con su hermano Víctor (Joaquín Cossío) en alguna parte de la ciudad de México, muy cerca del bosque de Chapultepec. Francisco es muy funcional -de hecho, no es un autista clásico sino, en todo caso, un  Asperger- pero, de todas formas, necesita supervisión constante, por lo que la esposa de Víctor, Silvia (Carmen Beato), ya no puede más con esa responsabilidad. La gota que derrama el vaso es que Francisco adopta una vieja rata que encuentra, desamparada, en Chapultepec. Al final de cuentas, "Fran" es enviado con su otra hermana, Gaby (Arcelia Ramírez), que vive en el interior del país (¿Veracruz?) y que tiene un violento novio de pocas pulgas.
Arellano se muestra como un cineasta debutante muy controlado. El manejo del encuadre -la cámara es de Damián Aguilar- es impecable y la combinación de actores de prestigio con no profesionales da buenos resultados. En lo personal, la sección campirana del filme, cuando "Fran" encuentra su propio paraíso terrenal, me pareción muy forzada, pero creo que Arellano es alguien que hay que seguirle la pista en su siguiente obra que se llamará, dice el catálogo del festival, La Noche de Franco.
La pena ajena llegó muy pronto con El Efecto Tequila (México, 2010), cuarto largometraje del también egresado del CCC -pero en 1985- León Serment. La cinta, presentada también en competencia en la sección mexicana de ficción, está ubicada entre dos crisis: la del fin del salinato en 1994 y la de la crisis inmobiliaria gringa de nuestros días. He aquí, pues, la fallida la historia de un arribista financiero que, por tenerle tanto amor al dinero, perdió todo -casa, mujer, hijita, papá, vergüenza- en "el error de diciembre" y ahora, dueño de una cantina llamada "El Efecto Tequila", cree poder vengarse del mefistofélico villano que arruinó su vida.
El filme tiene tantos problemas que, en su momento, merecerá una entrada especial de la serie "Your Movie Sucks!". Baste decir que, más allá de su muy profesional puesta en imágenes -cámara de Ramón Orozco-, la película nunca decide qué ser: farsa, melodrama, comedia... En todo caso, roza con el ridículo en esas escenitas romanticoides entre la buenota pero inexpresiva esposa de nuestro protagonista y el sancho barbudo que se agencia. Un reaparecido Julián Pastor encarna a un anciano borracho tira-netas que interrumpe cada rato la película con una perorata que ningún personaje del filme entiende. Tampoco lo entendemos nosotros.
Después de un trago tan amargo, Post Mortem (Chile-México-Alemania, 2010), presentado en la sección de largometraje iberoamericano de ficción y tercer largometraje de Pablo Larraín (Tony Manero, 2007), vino a componernos el día. Estamos en 1973, a unos días de la caída del gobierno de Allende. Estos datos, por cierto, lo sabemos ya avanzado el filme, pues Larraín es un narrador oblicuo por naturaleza. En determinado momento, nuestro protagonista, Mario Cornejo (Alfredo Castro, exTony Manero), escribano de la oficina del forense, sale a unas calles desoladas y destruidas de Santiago de Chile. Parece el escenario de un filme de zombies y más aún cuando Cornejo se comporta precisamente así, como un muerto viviente. Pero no: se trata de los tiempos del golpe de estado y la brutal represión que le siguió.
La película será estrenada comercialmente en México -tiene dinero nacional y la distribuye Canana- por lo que volveremos a ella cuando se exhiba. Déjeme agregar algo más: comentaba con la colega Chiara Arroyo de Screen Daily que Post Mortem es un filme profundamente desagradable. Y, al mismo tiempo, una obra fascinante, por más que la contundente crueldad de Larraín llega a extremos discutibles.
Aún mejor resultó Nostalgia de Luz (Chile-Francia-Alemania, 2010), de Patricio Guzmán, que trata más o menos del mismo tema -el Chile del golpe de Estado, el Chile de la tortura y los desaparecidos- pero desde otra perspectiva muy diferente. 
Guzmán inicia su filme al estilo de la maravillosa Agnès Varda: el documental como una suerte de diario personal que, en la medida que avanza, se convierte en otra cosa. En este caso, en una reflexión sobre la ciencia, el origen del universo, el presente y el pasado, la arqueología, la historia, la dictadura, los desaparecidos... Sucede que Guzmán, aficionado a la astronomía desde un infante, ha viajado al inmenso desierto chileno de Atacama, en el que un puñado de astrónomos tratan de descifrar los misterios del universo. Sin embargo, ahí mismo, en ese enorme y seco desierto, hay unas mujeres tratado de descifrar otros secretos: dónde están los cuerpos de sus familiares que estuvieron prisioneros en un campo de concentración en ese sitio y que, después, fueron asesinados y enterrados en ese mismo desierto inabarcable.
Pocas veces un documental ofrece un grupo de cabezas parlantes tan fascinante. Pocas veces, también, se encuentra alguien como Patricio Guzmán haciendo preguntas, matizando respuestas, dirigiendo la conversación. Es probable que, más allá de la Cineteca Nacional y el festival Ambulante, Nostalgia de la Luz no será exhibida en México. Y esto será, por supuesto, una desgracia.
Eso -una desgracia- le sucede a Julieta (Erica Rivas), una joven madre de familia que vive en Buenos Aires y, se entiende, se acaba de separar de su marido, quien anda de viaje. La pobre mujer tiene que lidiar con dos pequeños monstruos a los que no los puede tranquilizar, con un trabajo que debe entregar al día siguiente y con las responsabilidades "normales" que enfrentaría cualquier madre de familia que sea ama de casa, profesional y -para terminarla de gozar- esté separada.
La película es Por Tu Culpa (Argentina-Francia, 2010), tercer largometraje de Anahí Berneri, exhibido fuera de concurso.Lo que le sucede a Julieta no es nada del otro mundo pero, de todas formas, lo que vemos en pantalla llega a extremos irritantes. Se trata de un pedazo de vida cotidiana, de vida simple, que se convertirá en una auténtica pesadilla para Julieta. No tiene sentido mucho abundar en la trama, porque una parte fundamental de la efectividad del filme es tratar de dilucidar las muchas ambigüedades de la cinta por uno mismo, sin ayuda de nadie. Por lo mismo, yo no ayudo.

Comentarios

Christian dijo…
tengo curiosidad por esa de Nostalgia de la Luz...
Pues seguramente llegará a la Cineteca en algún momento. Si no, apenas en DVD.
Joel Meza dijo…
... la buenota pero inexpresiva esposa...
¿"pero"? Huy, qué exigente me saliste.
Joel Meza dijo…
Y eso de apenas en DVD... pues sí, pero no en los ranchos de nuestro México. Apenas en Amazon, supongo (¡pa' tus ligas capitalistas!).
Joel: Bueno, como actriz nada más. De lo otro no hay queja.

PS: ¡Sí! Y en Criterion, que son re-caros. Jajajajajajaja (risa de cerdo capitalista).
Champy dijo…
Nostalgia de Luz es uuna maravilla, redonda, ágil y poética, precisa y contundente, denunciativa y empática...

Malditas dictaduras, bendito Cine.

2046
Así, Champy: Lo mejor que vi en Guadalajara y de lo mejor que he visto en el año.

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