El cine que no vimos/XIV
71 Fragmentos de una Cronología de la Suerte (71 Fragmente einer Chronologie des Zufalls, Austria-Alemania, 1994), cuarto largometraje de Michael Haneke y tercer filme de la trilogía que el mismo cineasta bautizó como de "la glaciación emocional" -después de El Séptimo Continente (1989) y Benny's Video (1992)-, nunca llegó a estrenarse comercialmente en México y, hasta donde recuerdo, ni siquiera fue exhibido en las obligadas Muestras, Foros, Veranos de la UNAM, ciclos europeos, etcétera. Más aún: el filme tampoco llegó a editarse en DVD nacional aunque, eso sí, puede conseguirse en un disco de importación (formato widescreen, sonido estéreo) editado por Kino que tiene como único extra una entrevista del recién premiado director en Cannes 2009.
Los 71 fragmentos del título en alemán se refiere a las 71 escenas y/o secuencias en los que está dividida la película, segmentos que, al terminar, la pantalla se funde en negros. En cada uno de los episodios -que pueden durar unos cuantos segundos o hasta agobiantes 9 minutos con cámara inmóvil- seguimos a una decena de personajes (un joven estudiante que juega ping-pong de forma competitiva, un adolescente rumano que ha entrado a Austria de ilegal, un matrimonio maduro que adopta a una niña ya grandecita, un guardia de seguridad y su esposa que tienen problemas matrimoniales, un anciano jubilado que tiene una relación tirante con su hija que trabaja de cajera en un banco) cuyos destinos se unirán el 23 de diciembre de 1993. Ese día, en la víspera de navidad, un estudiante de 19 años llegó a un banco vienés y vació su pistola sobre varios clientes. Mató a tres, salió del edificio, cruzó la calle, se metió al auto que tenía estacionado al lado de una bomba de gasolina y se voló la tapa de los sesos.
El caso, verídico, llamó la atención de Haneke, quien lo adaptó a la pantalla grande con su característico estilo de forense. La puesta en imágenes, como de costumbre en el caso del cineasta bávaro, está cerebralmente planeada: la cámara, distante, ve a las criaturas con el interés de un entomólogo, sin participar, sin tomar partido. Sin embargo, esta vez es posible detectar algunos elementos emocionales si no en el estilo de Haneke, sí en sus personajes: ellos lloran en silencio, soportan estoicamente el rechazo, se desatan en efímeros accesos de ira, se agotan frente a un teléfono mendigando atención, confiesan su amor para luego golpear al ser amado... A lo largo de la cinta vemos, pues, una especie de olla de presión colectiva/existencial que va acumulando resentimientos, alienaciones, soledades, de tal forma que cuando Max (Lukas Miko) toma su arma y se dirige al banco a vaciar su contenido al azar, todo el asunto no es tan demencial como pareciera sino, por el contrario, pareciera hasta fatalmente lógico.
Los mencionados 71 fragmentos están, a su vez, separados por cinco emisiones de un noticiero televisivo austriaco cuyos conductores enlistan, impávidamente, los más grandes desastres o tragedias de inicios de los 90 -el exterminio étnico en Yugoslavia, la guerra civil en Haití, los atentados terroristas en Pakistán, la Intifada en Palestina- junto al escándalo de pederastia en el que se vio involucrado Michael Jackson. Ahí, en la tele, en ese mismo lugar en el que los austriacos acomodados se enteran de los crímenes que suceden en todas partes del mundo, aparecerá también el absurdo spree-killing que hemos presenciado fuera de cuadro. Pero no se vaya: luego vendrá Michael Jackson a insistir que es inocente. Y eso, por supuesto, es más importante que todo lo que hemos visto.
Comentarios
woohooo!
jjeje
leo
Jo. Al buró con todo y DVDs...
ufale yo ya estoy ansioso!!!
por qué crees que estoy tan ansioso Joel?
además el personaje principal me recuerda a mi abuelo... era igual de gruñon y malencarado jeje