El cine que no vimos/III


En el Festival Toronto 2000 los hermanos gemelos nacidos en Hong Kong –pero avecindados en Tailandia- Oxide y Danny Pang presentaron su opera prima como pareja fílmica, Bangkok Dangerous (Tailandia, 1999), que terminaría ganando el premio FIPRESCI por –estoy parafraseando al jurado- la belleza de su construcción, por la aguda transmisión de las vistas y sonidos de Bangkok, y por el amor mostrado a la poética cinematográfica y a su violencia.


A partir de ese triunfo crítico, los hermanos Pang iniciaron una prolífica filmografía que pasa de la docena de cintas, algunas dirigidas en pareja, otras realizadas cada quien por su lado. Eso sí, los dos permaneces prácticamente desconocidos en México, pues hasta donde sé, las únicas películas estrenadas comercialmente en nuestro país antes del remake hollywoodense Peligro en Bangkok (2008) –exhibida en estos días- fue el buen filme de horror El Ojo (2002) y la apenas visible cinta también de horror Los Mensajeros (2007). Bangkok Dangerous, la original, está disponible en un DVD de Región 1 que no ofrece ni un solo extra, a no ser el trailer en inglés, además de castigar la cinta con un inexplicable “full-screen” y el sonido estéreo.


En cuanto a la cinta en sí, se trata de un saqueo referencial del mucho mejor cine de Wong Kar-wai (especialmente de Fallen Angels/1995) y del viejo cliché del matón-a-sueldo en busca de redención, premisa que puede encontrarse en el cine de Jean-Pierre Melville (El Samurai, 1967).


Estamos en el Bangkok, del título, una violenta y caótica ciudad, en donde el sicario sordomudo Kong (Pavarit Mongkolpisit) se enamora de una inocente y bella empleada de una farmacia (Premsinee Ratanasopha). El amor que siente por la muchacha hace que por vez primera Kong se cuestione la forma en la que vive y en la que se gana la chuleta. Sin embargo, como sucede con cualquier matón con súbitos escrúpulos, el destino acorralará a Kong cuando se vea obligado a buscar venganza por el asesinato de su mentor (Pisek Intarakanchit), quien le había enseñado cómo darle cuello a quien se le pusiera enfrente.


Si uno lo piensa, Kong es un mero pretexto para la acción y/o la cursilería y no tanto un personaje hecho y derecho. No dudo que la incapacidad para hablar sea una ventaja para un sicario pero ¿la sordera? ¿Cómo puede un matón sordo lidiar con la policía o los sicarios rivales? Y luego, ¿de verdad nunca se había planteado Kong lo que estaba haciendo? ¿La vuelta a un carrusel y la vista de unas películas de Chaplin son más que suficientes para el súbito despertar de la conciencia del eficaz matarife?


Por supuesto, no estoy diciendo que un thriller modernista como éste tiene que estar atado a una realidad más allá de lo estrictamente cinematográfico. Después de todo, estas mismas preguntas -u otras similares- podría haberlas hecho frente al cine de Wong, Hitchcock o Spierberg. El asunto es que aquí estas disonancias argumentales sí se notan porque los hermanos Pang no son tan buenos cineastas para hacernos olvidar las múltiples inconsistencias de la trama.


De cualquier manera, el filme se deja ver por su impecable puesta en imágenes, con todo y su inevitable galería de recursos fílmicos ad-hoc: el ralenti usado a discreción, la fotografía en time-lapse, el encuadre insólito, el freeze-frame… No está de más revisarla, aunque sólo sea para sacarle la vuelta al peluquín de Nicolas Cage.

Comentarios

Sobre los hermanos Pang, cito algo que bien podría definirlos:

"Ya resulta mosqueante que el hecho de filmar con una cámara tenga siempre la enfática pretensión o la arrogante certidumbre de que está creando arte. Pero en cualquier caso, ante lo que estoy viendo y escuchando en la sala oscura, me pregunto que dónde diablos está ese supuesto arte."

Por supuesto, Boyero. Comparto su opinión en muchos casos... Más en esa panda de "autores" venidos de las tierras del sol naciente.

:)
Joel Meza dijo…
Justo me estaba preguntando cuál veía: la una o la otra. Pos ninguna, por lo pronto. Hay más en espera.

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