Guadalajara 2008/Día dos
Segunda jornada. En las funciones de prensa matutina, el cine brasileño goleó sin misericordia al cine mexicano. Y, bueno, la alineación nacional del día de hoy fue terrible... En la tarde fue diferente. Más o menos. Como sigue.
40 Días (México, 2008), de Juan Carlos Martín. Un poeta gay, una actriz desempleada y un tipo que acaba de ser abandonado por su novia –se fue a la India, a encontrarse a sí misma, háganme el favrón cabor- se van a Real de Catorce a comer peyote. No acaban de terminar de masticarlo cuando deciden irse a recorrer Estados Unidos en un auto y descapotable, como lo exige el cliché. Martín logra algunas secuencias notables –la salida de la Ciudad de México en pleno 16 de septiembre, por ejemplo- pero la trama y los diálogos son de pena ajena. En esta cinta lo personajes no hablan de arroyos sino de riachuelos, no se escapan sino se escabullen y temen que algo “les devore el alma”. No, pos sí. La primera gran decepción del Festival.
Enemigos Íntimos (México, 2007), de Fernando Sariñana. Eso sí, la nueva de Sariñana es peor. Los enemigos íntimos del título son las enfermedades que parecen condenar a la muerte al exitoso arquitecto Demián Bichir y a la universitaria Ximena Sariñana. Bichir tiene cáncer en todas partes y Sariñana tiene un aneurisma cerebral. Los dos personajes coinciden al estar internados en cuartos contiguos pero, por lo demás, nada más coincide en este fallidísimo melodrama cuyo desenlace borda con la autoparodia: para que uno viva, otro tiene que morir. O algo así.
Tropa de Elite (Tropa Elite, Brasil, 2007), de José Padilha. El ganador del Oso de Oro a Mejor Película en Berlín 2008 es un energético y fatalista thriller policial urbano sobre un capitán del cuerpo de elite llamado BOPE –formado por cuicos duros, violentos e incorruptibles- que tiene que buscar a un sustituto. Hay dos candidatos: un cerebral e idealista policía negro que quiere ser abogado, y un impulsivo policía blanco maniático del orden y la ley. La última imagen, devastadora, es la de quien “ganó” la suplencia. Y a qué costo. Una obra mayor que nos reconcilió con el cine.
Los Últimos Héroes de la Península (México, 2008), de Juan Manuel Cravioto. La opera prima documental del egresado del CUEC Cravioto trata de un fenómeno que parece extraño pero que no lo es tanto en México: en los años 70 este país tuvo cinco campeones mundiales de boxeo que vivían no sólo en el mismo estado –Yucatán- sino en la misma ciudad: Mérida. Cuatro aún viven –Miguel Canto, Juan Herrera, Guty Espadas, Freddie Castillo- y uno ya falleció –Lupe Madera. Cravioto va a Mérida, habla con ellos, con sus familias, con su manejador –el articuladísimo intelectual Don “Cholain” Rivero- y con sus recuerdos. Un poco largo, en mi opinión, y algo repetitivo: todas las historias inician igual –desde abajo, desde la nada- y terminan igual –sin dinero, engañados, sobreviviendo a duras penas. Pero, de todas maneras, la cinta se sostiene. Y las imágenes documentales de las peleas (sobre todo la de Guty Espadas contra el panameño Alfonso López) son de alarido. En competencia, en documental mexicano.
Su Mercé (México, 2008), de Isabel Muñoz Cota Callejas. Otra opera prima documental. El “Su Mercé” del título es un grupo de “seis gueyes, seis cabrones” que la van rolando, cantando por aquí y por allá, componiendo canciones sobre la Ciudad de México y los personajes con los que ellos conviven: mariguanos, gente de la calle, el propio DFectuoso. La virtud es que dura menos de una hora. Por lo demás, supongo que la cinta fue hecha con algún propósito pero no logro discernir la importancia del mismo.
40 Días (México, 2008), de Juan Carlos Martín. Un poeta gay, una actriz desempleada y un tipo que acaba de ser abandonado por su novia –se fue a la India, a encontrarse a sí misma, háganme el favrón cabor- se van a Real de Catorce a comer peyote. No acaban de terminar de masticarlo cuando deciden irse a recorrer Estados Unidos en un auto y descapotable, como lo exige el cliché. Martín logra algunas secuencias notables –la salida de la Ciudad de México en pleno 16 de septiembre, por ejemplo- pero la trama y los diálogos son de pena ajena. En esta cinta lo personajes no hablan de arroyos sino de riachuelos, no se escapan sino se escabullen y temen que algo “les devore el alma”. No, pos sí. La primera gran decepción del Festival.
Enemigos Íntimos (México, 2007), de Fernando Sariñana. Eso sí, la nueva de Sariñana es peor. Los enemigos íntimos del título son las enfermedades que parecen condenar a la muerte al exitoso arquitecto Demián Bichir y a la universitaria Ximena Sariñana. Bichir tiene cáncer en todas partes y Sariñana tiene un aneurisma cerebral. Los dos personajes coinciden al estar internados en cuartos contiguos pero, por lo demás, nada más coincide en este fallidísimo melodrama cuyo desenlace borda con la autoparodia: para que uno viva, otro tiene que morir. O algo así.
Tropa de Elite (Tropa Elite, Brasil, 2007), de José Padilha. El ganador del Oso de Oro a Mejor Película en Berlín 2008 es un energético y fatalista thriller policial urbano sobre un capitán del cuerpo de elite llamado BOPE –formado por cuicos duros, violentos e incorruptibles- que tiene que buscar a un sustituto. Hay dos candidatos: un cerebral e idealista policía negro que quiere ser abogado, y un impulsivo policía blanco maniático del orden y la ley. La última imagen, devastadora, es la de quien “ganó” la suplencia. Y a qué costo. Una obra mayor que nos reconcilió con el cine.
Los Últimos Héroes de la Península (México, 2008), de Juan Manuel Cravioto. La opera prima documental del egresado del CUEC Cravioto trata de un fenómeno que parece extraño pero que no lo es tanto en México: en los años 70 este país tuvo cinco campeones mundiales de boxeo que vivían no sólo en el mismo estado –Yucatán- sino en la misma ciudad: Mérida. Cuatro aún viven –Miguel Canto, Juan Herrera, Guty Espadas, Freddie Castillo- y uno ya falleció –Lupe Madera. Cravioto va a Mérida, habla con ellos, con sus familias, con su manejador –el articuladísimo intelectual Don “Cholain” Rivero- y con sus recuerdos. Un poco largo, en mi opinión, y algo repetitivo: todas las historias inician igual –desde abajo, desde la nada- y terminan igual –sin dinero, engañados, sobreviviendo a duras penas. Pero, de todas maneras, la cinta se sostiene. Y las imágenes documentales de las peleas (sobre todo la de Guty Espadas contra el panameño Alfonso López) son de alarido. En competencia, en documental mexicano.
Su Mercé (México, 2008), de Isabel Muñoz Cota Callejas. Otra opera prima documental. El “Su Mercé” del título es un grupo de “seis gueyes, seis cabrones” que la van rolando, cantando por aquí y por allá, componiendo canciones sobre la Ciudad de México y los personajes con los que ellos conviven: mariguanos, gente de la calle, el propio DFectuoso. La virtud es que dura menos de una hora. Por lo demás, supongo que la cinta fue hecha con algún propósito pero no logro discernir la importancia del mismo.
Comentarios
Sobre Su Mercé,
¿Por qué una película tiene que ser "importante"? ¿Qué no son valiosas sólo las que existen para echar buen desmadre?
Paxton: Claro que sí. Pero tampoco es tan buen desmadre el que arman. Eso sí: la canción del final (la del DF) es muy buena. Lástima que no se escucha completa.