¿Qué le Dijiste a Dios?
Durante los créditos finales de ¿Que le Dijiste a Dios? (México, 2013), segundo largometraje de Teresa Suárez (Así del Precipicio/2006), el saqueado/homenajeado Alberto Aguilera Valadez aka Juan Gabriel aparece en escena enfundado en un traje color lila y, muy de abanico en mano, se avienta el clásico "Pero qué Necesidad", mientras atrás, todo el reparto de la película que acabamos de ver le hace el coro, aplaude y (dizque) baila.
El chiste es inevitable: pues sí, Juan Gabriel, pero qué necesidad tenías de otorgar el permiso de que usaran tus canciones en un musical tan fallido, en una comedia sin chiste que, peor aún, termina en el tremendismo más injustificado y en el melodrama aleccionador más ramplón. Pero qué necesidad, de veras.
En cuanto terminan los créditos iniciales de la película ("Buenos Días, Señor Sol"), la mala comedia y la peor telenovela empiezan: mientras su frustrado marido cornudo Héctor (Alejandro de al Madrid) se va al trabajo, su frívola mujercita, la "naca de pellejo güero" Marcela (Erika de la Rosa), se acuesta con Santiago (Mark Tacher), el esposo de su mejor amiga, Marifer (Mar Contreras). Afuera, barriendo la calle, las criadas de Marcela, las hermanas pueblerinas Lupita y Martina (Olinka Velázquez y Gina Vargas), desean irse al pueblo a la boda de una parienta. Lupita es la que tiene más prisa, pues su fiel enamorado Pepe (Víctor García) la espera ("Vienes o Voy"). Martina, en contraste, no tiene ni ha tenido novio ("Yo No Nací para Amar"). Pero si las criadas sufren, la pareja de ricos cornudos también lo hacen: Héctor se siente abandonado ("Me He Quedado Solo"), mientras Marifer grita y canta algo parecido ("Debo Hacerlo") y hasta jura en sueños "No Me Vuelvo a Enamorar".
Hartos del maltrato de la atrabiliaria patrona, Lupita y Martina se cobran a lo chino, se roban varios vestidos y joyas, y se van al pueblo a la boda de marras. Allá, sin que venga a cuento, el pobre pero honrado Pepe le confiesa su amor a Lupita ("No Tengo Dinero") y ella, para compensar tal sinceridad, le entrega "Todo". Mientras todo esto sucede en ese idílico pueblito, Marifer se da cuenta finalmente del engaño, le habla al marido infiel ("Inocente Pobre Amigo") y encara a su traicionera amiga ("La Farsante"). Por ahí, en algún momento, y nomás para darle la oportunidad del echarse un palomazo, Regina Orozco, en el papel de la mamá de las dos criadas, entona "Insensible" con su vocerrón característico. Al final, todo se arreglará: Marifer correrá a Santiago en plena pachanga ("Déjame Vivir"), Pepe perdonará a la ladrona Lupita y le preguntará si quiere bailar esa noche ("El Noa Noa"), y Héctor abandonará a la mala madre y peor esposa Marcela. Todo mundo, pues, recibirá su lección: los infieles serán abandonados, la esposa sufrida se liberará, los pobres aprenderán que robar no está bien pero de todos modos serán muy felices y el espectador constatará que esto de los musicales no se le da al cine mexicano.
La premisa de usar las canciones de Juan Gabriel como hilo conductor de esta película no es muy original que digamos pero tampoco es mala idea. Después de todo, ¿qué mexicano no conoce buena parte del cancionero del prolífico michoacano, acaso el canta-autor más popular de nuestro país, en la mejor tradición de Agustín Lara o José Alfredo Jiménez? El problema no son las canciones de Juan Gabriel -que son lo mejor de la película, para acabar pronto- sino las criminales insuficiencias que muestra la directora Teresa Suárez, su equipo técnico y casi todos sus actores.
Por principio de cuentas, no hay una sola coreografía (responsabilidad de Guillermo Téllez) que merezca llevar ese nombre. En algunos momentos la cámara de Alejandro Cantú -que en esta cinta demostró que, ni modo, no es infalible: también hace cine que se ve feo- se mueve libre por los aires, pero la mayoría de las veces el encuadre permanece fijo, lo que no estaría mal si estuviéramos viendo los cuadros coreográficos de un Bob Fosse (Dulce Caridad/1969). La bronca es que las coreografías son muy planas y, para acabarla de gozar, nadie se distingue por bailar muy bien que digamos (aunque hay que aceptar que, por lo menos, Víctor García le echa ganas).
La historia, subordinada a las canciones de Juan Gabriel, va avanzando sin que haya nada que la distinga estilísticamente (acaso el número musical de Regina Orozco sea el único que se salva de la chamusquina) y las canciones son actuadas/interpretadas/montadas de una forma tan poco imaginativa, que cualquier añejo videoclip de Juan Gabriel (digamos, ese en donde alterna con Rocío Dúrcal cantando "Déjame Vivir") parece un portento de puesta en imágenes.
Por supuesto, la película ha sido, al momento de escribir estas líneas, un éxito de taquilla. 20 millones de pesos en su primer fin de semana indican que Juan Gabriel y sus canciones son, para el público mexicano, insumergibles. El compositor de "Se Me Olvidó Otra Vez" -mi canción preferida de él: un himno a la resignación y al masoquismo que pudo haber sido escrita por José Alfredo- se lo merece. Pero también se merecía, qué duda cabe, un mejor homenaje cinematográfico.
Comentarios
"¿qué mexicano no conoce buena parte del cancionero del prolífico michoacano, acaso el canta-autor más popular de nuestro país, en la mejor tradición de Agustín Lara o José Alfredo Jiménez?"
Yo.
A este paso me van a quitar el pasaporte, o algo.
*Imagínenme con cara de Donnie (Jonah Hill) cuando Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) le ofrece cerveza sin alcohol*
Joel: Achis. Ni me fijé, la verdad.
Ursula: Pos no la vea. Y no se esponje. Nomás es una película. Y muy chafa.
A media película divague y creí que estaba viendo un capítulo musical de la Rosa de Guadalupe.
Lo mejor de la película: Los créditos iniciales y la adorable ironía de los créditos finales.
Los arreglos de las canciones no estuvieron tan mal, pero Víctor García es el que más me agrado.