Jorge Ayala Blanco
Conocí a Jorge Ayala Blanco a través de Emilio García Riera... Ok, esto suena raro, pero no lo es. A fines de los setenta, cuando tenía unos 12 ó 13 años, me topé, en alguna biblioteca pública, con la formidable Historia Documental del Cine Mexicano de García Riera -la de los tomos grandes, de pasta gruesa, de color blanco- y en ella, citado profusamente, aparecía una y otra vez, La Aventura del Cine Mexicano, escrito por un tal Ayala Blanco.Con el paso del tiempo, conseguí La Aventura... -y luego La Búsqueda... y después La Condición... y todos los demás libros sobre cine nacional e internacional que ha escrito Ayala Blanco- y lo devoré con la misma fruición que lo había hecho con los nueve (¿o eran más?) tomos de García Riera. Esto viene a cuento porque hoy, finalmente, se hace justicia a la trayectoria más rabiosamente independiente que haya conocido la crítica de cine en México: dentro de unas horas, en la ceremonia del Ariel 2011, se le entregará la Medalla Salvador Toscano a Ayala Blanco, por su contribución "a la historia y al progreso del cine nacional".
Las vueltas de la vida. La medalla Salvador Toscano se la da la Cineteca Nacional que, en algún tiempo, no vio ni escuchó a Ayala Blanco -eran los tiempos de "la guerra de críticos", cuya resabios siguen aún encendidos- y, además, se trata del mismo premio que se le otorgó, en 1996, a Emilio García Riera, y en 1998, a Tomás Pérez Turrent, rivales irreconciliables, en más de un sentido, de Don Jorge. Con todo, más allá de las razones o sinrazones de ese histórico pleito que dividió durante muchos años a la crítica de cine en este país, es bueno ver cómo Ayala Blanco recibe ese reconocimiento que se le había negado, injustamente, durante tanto tiempo.
Pero, más allá del homenaje, los aplausos, el diploma y el cheque, ¿qué tal terminar el homenaje a Ayala Blanco con el anuncio de la publicación de la "i" y la "j" del cine mexicano, los libros que siguen durmiendo el sueño de los justos? ¿Y qué pasó con la Cartelera Digitalizada 1912-1989, que hace más de un año sigue esperando sin salir a la venta? ¿Y los otros libros de cine internacional? Estoy seguro que Don Jorge, además de los aplausos, agradecería más aún ver que sus libros salieran de la imprenta. Sus lectores, por cierto, lo agradeceríamos más aún.
Por lo pronto, esta es una noche para aplaudir largo y tendido a Jorge Ayala Blanco. Por su lucidez, su profesionalismo, su terquedad casi hawksiana. Y también -quien escribe esto puede dar constancia de ello- por su enorme generosidad y apertura. Hace más de 20 años un jovencito que empezaba a escribir crítica fílmica se acercó a él en la Alianza Francesa para platicar de cine y Don Jorge inició una conversación que ha continuado, intermitentemente, desde ese entonces. Felicitaciones a él y a nosotros, por tener la oportunidad de leerlo, semana tras semana.
Comentarios
Con él pasa algo extraño pues aun cuando no siempre se esté de acuerdo con sus críticas, leerlo es un goce. Goce a veces culposo, como cuando leí su reseña de Biutiful. Su estilo inconfundible, imitado, nunca igualado.
Saludos.
Max
Max: Y uno que otro cineasta también. Dicen por ahí que un par de cineastas veteranos habían amenazado en hacer algún show. Pero no lo hicieron. Lo que es una lástima. Digo, por el espéctaculo.
Creo que pocas veces tan merecido...
Algun consejo para esos falsos imitadores?
2046
¿Consejos a los imitadores?: que intenten buscar su propia voz. Cuesta trabajo, pero se logra escribiendo, no imitando.
Fino el chiste, no es.
Pior, supongo, el que pa' las chinches veinte películas que se hacen y dos que se estrenan cada año, todos ellos no se den cuenta de que tanta gracia hacen unos haciendo sus películas, como los otros escribiendo acerca de e inspirados por ellas. ¿Cómo era que les dices (te dices)? Ah, sí: locos.
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Lamento profundamente no ser lector de JAB y debo enmendar ese error lo antes posible.
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Y hoy que es día de las madres, con eso que dices sobre imitar, me acuerdo cuando mi jefecita leyó una de mis primeras reseñas publicadas. Terminó, me dijo: "pos quieres escribir como Diezmartínez", hizo el periódico a un lado y siguió tomando su café. Gracias, mamá...
Y tienes razón: más allá del (mal) chiste, la realidad es que el espectáculo mismo (la entrega del Ariel) y el cine mexicano como tal no le interesa a (casi) nadie. Por desgracia. Ahí está el detalle... O ése es el chiste, pues.
Como cineasta, no sólo impulsó mi incipiente carrera, si no que hizo conocerme y reconocerme en mi materia de expresión (el Cine, para mí, es un acto del subconsciente; el Maestro me hace descubrir el lado consciente que en mí, siempre duerme).
Gracias, querido Maestro. Y felicidades. ¡Nos seguiremos riendo...!
--Leopoldo Laborde.