Guadalajara 2011/Días seis y siete



 Dos días en uno, usted disculpará, pero así es esto: o veía cine o escribía de él. Y le di preferencia a ver cine (aunque, ya sé, hay gente que puede escribir sin ver las películas: yo no soy tan habilidoso).
Sofía Cumple 100 Años (Argentina, 2010) -sección documental iberoamericano- y Mosca (México, 2011) -sección documental mexicano- tienen algo en común: son retratos de individuos y sus familias. La cinta argentina, de Hernán Belón, nos muestra a una formidable anciana centenaria rodeada de una amorosa/humorosa familia, mientras que Mosca, de Bulmaro Osornio Morales, es el retrato es del apodado "Mosca" del título, un taxista viudo que mantiene y cría a sus dos hijas. Los dos filmes muestran personajes -más bien, personas- interesantes, pero el mexicano es mejor por su buena factura. En todo caso, las dos películas son, en el fondo, filmes familiares y no trascienden esta categoría.
Leche y Hierro (Leite e Ferro, Brasil, 2010), de Claudia Priscilla -competencia documental iberoamericana- es un valioso testimonio de un grupo de presas que son enviadas a un sitio en donde pueden amamantar y criar a sus hijos recién nacidos hasta los cuatro meses de edad. Como de costumbre en este tipo de filmes -me hizo recordar la superior Retratos desde el Encierro (Miranda, 2004)-, la cinta descansa en el carisma y la articulación de estas presas endurecidas que se suavizan al amamantar a sus niñitos.
Morir de Pie (México, 2010), de Jacaranda Correa -documental mexicano- entusiasmó a muchos colegas. No tanto a mí: el tema es fascinante -y entre menos sepa usted de él, mejor- pero la ejecución de Correa es apenas funcional, aunque la cámara de Dariela Ludlow se luce a veces. De todas formas, al momento de escribir estas líneas, me entero que acaba de ganar el Mayahuel a Mejor Filme Documental. Creo que había mejores películas: El Cielo Abierto (González, 2010) y El Lugar Más Pequeño (México, 2010), de Tatiana Huezo Sánchez.
En lo personal, esta última cinta fue una auténtica sorpresa para mí: se trata de una película complementaria de la de González, pues está centrada en los testimonios de un grupo de salvadoreños que sufrieron la larga guerra civil que duró 12 años. Los personajes -oh, qué la...: ¡las personas!- son un grupo de viejos y jóvenes del pueblito salvadoreño de Cinquera. Los testimonios son de una fuerza extraordinaria -una duda: ¿fueron trabajados/editados literariamente?- pero lo que atrapa es la puesta en imágenes. 
El filme está formado por una serie (casi) ininterrumpida de los testimonios de estos individuos que sufrieron los 12 años de guerra -la muerte, las batallas, la sobrevivencia, el miedo- pero no vemos ninguna cabeza parlante. Escuchamos la voz en off, pero lo que vemos es a las personas trabajando en el campo, en la casa, leyendo, caminando... Las imágenes por sí mismas pueden ser bellísimas -ese paisaje bañado en neblina digno de Mizoguchi-, insólitas -¡esa toma del patito refugiado de la lluvia!-, descriptivas -la manera en que la cámara nos muestra las actividades de Cinquera-, naturalistas -el parto de un becerro... 
Se trata de un filme notable que, creo, merecía mejor suerte. El colega Robert Koheler, en alguna plática, me decía que se trataba de la mejor opera mexicana desde Japón (Reygadas, 2002). La verdad, no lo veo así, pero sí merecía, ya de perdida, una mención honorífica.
Por último, algunas líneas -ya mero sale mi avión- sobre otras películas: Al Acecho del Leopardo (México, 2011), de Enrique Rentería, en competencia de ficción, tuvo una realización atropellada y eso se nota: fue lo peor que vi en Guadalajara 2011. Abolición de la Propiedad (México, 2011), es un buen ejercicio que parece escolar aunque no lo es, pues lo dirige Jesús Magaña sobre un texto de José Agustín. El trabajo actoral de Humberto Busto y Ayslinn -hijo de Eugenio- Derbez es notable y la fotografía del infalible Alejandro Cantú evita que despeguemos los ojos de la pantalla. Lo he dicho antes y lo repito: Cantú no podría fotografiar torpemente una cinta si se lo propusiera.
Finalmente, El Dedo (Argentina, 2010), de Sergio Teubal, en competencia en la sección iberoamericana, es una farsa electoral ubicada en los años 80's en algún pueblito argentino. La democracia ha llegado de nuevo a la Argentina y el cacique del pueblo se tiene que enfrentar a un rival particularmente dificil de vencer: el dedo que flota en un frasco, cual mano de mi general Obregón. Muy divertida.
Y ya me voy, que me deja el avión. 

Comentarios

Joel Meza dijo…
... presas endurecidas que se suavizan al amamantar...
(Chin, se me ocurren varios juegos de palabras.)
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Como de costumbre -excelente costumbre-, disfruté mucho tu cobertura del festival aquí en el blog, Ernesto.
Muchas gracias. A'i pa'l otro año a ver si sí voy...

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