¡Madre!



Durante la primera parte de ¡Madre! (Mother!, EU, 2017), séptimo largometraje de Darren Aronosfky (divisivas Réquiem por un sueño/2000, La fuente de la vida/2006, El cisne negro/2010), pareciera que el cineasta neoyorkino está realizando su propio festival Polanski, saqueando indiscriminadamente elementos de Repulsión (1965), ¿Qué? (1972), El inquilino (1976) y, sobre todo, El bebé de Rosemary (1968). Todo resulta más o menos soportable –sin dejar de llegar a ser exasperante en más de una ocasión- hasta que llega la última parte de la cinta, en la que todo se sale de… ¡madre!
Estamos en algún lugar en medio de la nada. En ese solitario y vasto caserón vive Él (Javier Bárdem), un poeta famoso que sufre de bloqueo creativo por partida doble: no puede crear su nuevo libro ni, tampoco, puede (pro)crear con su joven esposa veinteañera Ella (Jennifer Lawrence) que, de cualquier manera y llegado el momento, se convertirá en la Madre del título.
Cierto día, llega a esta casa un médico dizque despistado (Ed Harris) que resulta ser un admirador incondicional de Él. Al día siguiente se aparece la esposa del médico, una sexy e impulsiva mujer (Michelle Pfeiffer) que no suelta el trago ni deja de hacer preguntas indiscretas a la cada vez más perturbada Ella y, para rizar el rizo, poco después entran en escena los hijos de la pareja, un par de jóvenes (los hermanos Brian y Domhnall Gleeson) que se llevan tan bien como Caín y Abel.
Es aquí cuando la cinta empieza a cambiar de rumbo: de una obvia re-elaboración de El bebé de Rosemary –un artista bloqueado, una joven ama de casa, una (¿diabólica?) pareja mayor que se mete donde no debe-, el guion del propio Aronofsky se descarrila en un histerismo alegórico que lo mismo demanda una lectura religiosa (he aquí Dios padre sacrificando a la Madre tierra, mandando a su propio hijo a la muerte, perdonando a una humanidad cruel y desagradecida, volviendo a crear el universo entero para ver si ahora le sale bien el experimento) que una lectura dizque crítica sobre el proceso creativo (un artista egocéntrico está dispuesto a sacrificar todo –mujer e hijo incluidos- con tal de producir una obra de arte y está dispuesto a hacerlo cuantas veces sea necesario).
La cinta termina en esta insoportable última parte con los signos de exclamación del título a todo lo que da, anegada en una chocante solemnidad alegórica y embarrándonos todas las referencias judeocristianas habidas y por haber, mientras el Poeta/Dios (¿Aronofsky?) se autoflagela por no poder ser otra cosa que el cruel protagonista del Viejo Testamento: “Yo soy el que soy”. Sí, Mr. Aronosfky, ya nos dimos cuenta.

Comentarios

Jacobo Murillo dijo…
Aronofsky se merece ir a verlo...
Christian dijo…
Ese Aronofski con pretexto de The Fountain anduvo con Rachel Weisz y ahora dicen que anda con la Lawrence.

Nada perdido el tipo
Christian dijo…
Oigan en lugar de andar viendo mafufadas de las malas (porque de las buenas, siempre bienvenidas) mejor vayan a ver dos peliculitas que han pasado medio desapercibidas y son muy buenas, Logan Lucky del eterno director en retiro, Steven Soderbergh y American Made Barry Seal, la más reciente de Tom Cruise.

Se las recomiendo ampliamente.
Miguel Ravelo dijo…
Concuerdo con don Ernesto: ¡Madre! me pareció infame, pedante, un ejercicio ególatra que quiere pasar por complejísimo cine de autor. Lo peor es que me he estado topando en redes con mucha gente que tomó la postura de "si no te gustó es porque no le entendiste", AOQUEI.

Y concuerdo también con don Christian. Logan Lucky me pareció tremendamente disfrutable, Soderbergh en el género que mejor se mueve y con un puñado de personajes que no se olvidan en un buen rato. Este fin tengo planeado ver Barry Seal, a ver qué tal.
Anónimo dijo…
En su puta madre, pues no la veo.
Unknown dijo…
A mí me pareció buen guión, salido un tanto de control en la ejecución, pero buena historia. El autor tiene toda la libertad -el estudio también- de invertir para contar historias de otra forma y con la carga ideológica que lo mueva en el momento. Creo que ella será la nominada, Bardem, pues ahí, ahí, tímido con si inglés.
Se aprecian las recomendaciones.
Daniel dijo…
Oscura, a -no pocos ratos- sórdida, intensa y perturbadora. Difícil de ver y de asimilar (sobre todo, la primera parte, hasta que Él logra concebir). Después todo se vuelve una torrencial y -repito- perturbadora vorágine en caída directa a las simas de la crueldad humana.
Hace poco Aronofsky mencionó que los personajes están basados en el Dios del Antiguo Testamento y en la naturaleza. Por tanto, se vuelven obvias todas las alusiones bíblicas.
Yo sinceramente (aunque creo que al buen Ernesto no le agrada esta variante) me quedo con la alegoría de cuán soberbio y depredador puede ser el ego del hombre con tal de ver cumplido su deseo de ser reconocido y aclamado. Desmiéntanme si no: ya que es capaz de crear mitos y deidades, los cuales se rigen por estas mismas conductas.

Entradas populares