En línea: Canción de amor
Curioseando entre los títulos recientes disponibles en Netflix me encontré con Canción de amor (Lovesong, EU, 2016),
cuarto largometraje de la cineasta coreana avecindada en Estados Unidos So Yong
Kim (Treeless Mountain/2008), una pequeña película
femenina que fue presentada en concurso en Sundance 2016 y que apenas mereció
estreno comercial en Estados Unidos en febrero de este año –en México, por
supuesto, nunca llegó a la pantalla grande.
En todo caso, con tres meses de
distancia de su estreno comercial estadounidense, la cinta de Kim ya está
disponible para su consumo hogareño a nivel mundial: los buenos nuevos tiempos de la cinefilia
del siglo XXI, por más que algunos hagan rabietas en Cannes y puntos intermedios.
De
hecho, Canción de amor es una
película ideal para la pantalla casera: pequeña, modesta, intimista. Sarah (notable Riley Keough, nieta de Elvis y
Priscilla Presley) es una joven madre veinteañera casi soltera. Y escribo casi
porque su ausente marido (el cineasta Cary Fukunaga en cameo) solo hace acto de
presencia vía Skype, pues permanece lejos del hogar, trabajando en algún
proyecto arquitectónico importante.
Aburrida,
deprimida y lidiando sola y su alma con su precoz hijita de tres años Jessie
(Jessie Ok Gray, hija de la directora con su marido y coguionista Bradley Rust
Gray), Sarah recibe la visita de su entrañable amiga de toda la vida, Mindy (Jena
Malone, efusiva), con quien sale a la carretera a recordar viejos tiempos,
echarse un trago (o varios) e intercambiar confesiones, mientras se hacen
cargo, cual mamás/hermanas-mayores de la inquieta Jessie.
Hacia
la mitad de la cinta, Canción de amor
me hizo recordar otra pequeña película indie,
Old Joy (Reichardt, 2006), un íntimo filme masculino sobre dos amigos que se re-encuentran en algún bosque
de Oregon para pasar un fin de semana juntos. Sin embargo, lo que en el filme
de Reichardt es apenas una sugerencia –o una posibilidad de interpretación, en
todo caso-, en Canción de amor es plena
certeza: entre la libre Mindy y la acorralada Sarah hay más que mera amistad,
por más que no quieran aceptarlo/confrontarlo.
En todo casi, tres
años después de ese re-encuentro, Sarah viaja con una crecidita Jessie (Sky Ok
Gray, la otra hija de la cineasta), a Memphis, pues Mindy se casará ahí con un
tal Leif (Ryan Eggold), un tipo agradable que siempre está rodeado de una familia y un grupo de amigos especialmente ruidosos. Ahí, mientras Sarah colabora en los preparativos de la
boda, volverá a resurgir la relación aceptada/no-aceptada entre las dos amigas.
La
puesta en imágenes de Guy Godfree y Kat Westergard –que filmaron cada uno de
los dos segmentos de los que está formado el filme- privilegia una cámara
móvil, nerviosa, con abundancia de primeros planos, lo que hace brillar a las
dos actrices protagónicas, especialmente a Keough, quien presume una escena
final tan conmovedora como desgarradora. Es probable que, en este momento, no haya una mejor actuación femenina en la cartelera comercial de la pantalla grande.
Comentarios
Formidables ambas.
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