X-Men: Días del Futuro Pasado
Bryan Singer ha vuelto a los
personajes que le dieron fama y fortuna. Su octavo largometraje, X-Men: Días del Futuro Pasado (X-Men:
Days of Future Past, EU-GB, 2014) es la continuación de la saga que él mismo inicio
y continuó exitosamente con X-Men
(2000) y X-Men 2 (2003), y que luego
cayó en las manos de Brett Ratner (X-Men
III: La Batalla Final/2006) para ser re-planteada por Matthew Vaughn en X-Men: Primera Generación (2011).
Sin
dudas, Singer es un director de recursos –y con recursos ($)- y tiene un
reparto muy atractivo que puede hacer interesante casi cualquier cosa. Vamos, vale
la pena ver a Fassbender levantar un estadio con tal concentración y convencimiento,
a Jennifer Lawrence (dizque) desnuda dando machincuepas toda ella blu-dipinto-di-blu,
y a Peter Dinklage… bueno, cobrando su cheque nomás por aparecer. Incluso, debo
aceptar que cierta secuencia en acción ralentizada y acompañada por el clásico
setentero “Time in the Bottle” de Jim Croce ya se coló en mi lista de
fotogramas de final del año.
Para
acabar pronto: la película es un palomazo indoloro que se deja ver sin mucha
dificultad en sus 130 minutos de duración. Pero de eso a afirmar –como lo ha
hecho un buen sector de la crítica gringa y varios colegas nacionales- que estamos
ante una obra mayor o que Singer ha colocado la vara muy alta para las nuevas
cintas súper-heroicas, no hay justificación alguna.
Por
principio de cuentas, esta secuela se desentiende de lo más interesante de la
saga –la lucha mutante como una alegoría sociopolítica de los derechos civiles,
la adolescencia vista como el espacio de la transformación y el auto-reconocimiento,
el descubrimiento de los súper-poderes como una especie de avergonzada salida
del clóset-, para narrar una historia que ya vimos, de manera más ligera y
divertida, en Volver al Futuro 2
(Zemeckis, 1989).
Así,
en el oscuro futuro post-apocalíptico que no puede faltar, los ancianos Profesor X
y Magneto, ya muy amigochos (Patrick Stewart e Ian McKellen en cameos
extendidos), mandan a Wolverine (Hugh Jackman) a 1973 para que contacte a los
jóvenes Profesor X y Magneto (James McAvoy y Michael Fassbender) con el fin de,
¡todos juntos ya!, evitar que Mystique (Jennifer Lawrence) sea capturada
después de dispararle a cierto científico-loco (Peter Dinklage escondido tras
unos bigotes, una peluca y unos pésimos diálogos). El asunto es que, después de
ser capturada, el DNA de Mystique sirvió para la construcción de unos robots
enormes llamados Centinelas, especializados en encontrar y matar a los
mutantes. El problema es que los Centinelas de marras no solo han asesinado a
los mutantes, sino también a muchos humanos. Aún peor: los sobrevivientes ha
sido convertidos en extras de Metropólis
(Lang, 1927).
La
película tienes varios lastres. Primero, la arbitrariedad de todo el asunto: ya
sé que la fanboyiza me dirá que está justificado, pero, ¿no habíamos visto
morir al Profesor X en la cinta anterior y luego sobrevivir en otro cuerpo?
Entonces, ¿por qué está igualito? ¿Su mente se alojó en un cuerpo que, de pura
casualidad, era idéntico al que tenía antes? Una telenovela de Televisa tiene
más coherente dramática.
Segundo, ya
que Magneto no es el villano, no hay un maloso con el suficiente carisma
ñacañaquesco, ya que los cacharros esos de los Centinelas no cuentan y a Dinklage
no lo dejan hacer nada.
Y, finalmente,
está una narración repetitiva hasta el hartazgo. David Bordwell ha dicho que
los guiones en Hollywood acostumbran decir o mostrar tres veces algún elemento importante de la acción. Sin
embargo, Singer y sus guionistas, acaso temerosos de que el espectador se
distraiga viendo sus teléfonos durante la película, repiten no una ni dos ni
tres veces que el DNA de Mystique es importante y que ella es la base de los
futuros Centinelas, sino que ese choro lo dicen una y otra y otra vez –yo perdí
la cuenta hacia la mitad de la cinta, en la quinta ocasión que alguien repite
lo mismo.
La verdad, no
me explico qué ven algunos colegas cuando van al cine. O acaso la pregunta es
otra: ¿qué han visto antes de entrar al cine? ¿Ven algo más que películas de
monitos?
Comentarios
Porque eso de Xavier vivo o lo de la Mystique muerta en los setenta pero viva (y al parecer amnésica) en los dosmiles, lo paso. Hombre, es de cómics, que mueren y reviven a voluntad. Pero... ¿Cómo me trago lo del Trask?
¿También era mutante?
Y ya que estamos ahí... ¿También explican los de las garras de adamantium que le quitaron a Wolverine en la del año pasado: The Wolverine y que aquí, al menos en los promocionales, volvieron a ser de adamantium?
Al final de The Wolverine salen Xavier vivito y Magneto cejialto 'as usual'. O sea, termina aquella e inicia esta ¿no? (repito: y aquella acabó con Wolverine sin adamantium en sus garritas ¿Cómo trae de nuevo acá?).
Si me responden de forma clara esas interrogantes, consideraré verla cuando la pasen en la TV. De lo contrario, no.
Gracias.
Y la olvidaré más temprano que tarde.
Otro detalle que no pude evitar pasar por alto, es como los X-MEN viajaban a voluntad en la super nave sin ser detectados. ¿Por qué no hacen todo el proceso de la regresada en el tiempo dentro de la nave indetectable, en lugar de encerrarse en un lugar donde sabían que tarde o temprano los encontrarían? ¿No es obvio que la nave les brinda mejores posibilidades de escapar por su velocidad (creo que del sonido), arsenal de armas y utilizando a los mutantes como armas?
Joel: Yo pensaba que no había visto X-Men III. Luego me di cuenta que sí la había visto. La había olvidado por completo. Efectivamente, un super-poder.