Cuéntamela otra vez/XXXIV
Ha dicho David Bordwell que la crítica de cine centrada exclusivamente en la interpretación sociocultural -es decir, entender las películas como mero reflejo social/económico/político/cultural de la industria que las produce- puede llegar a nublar el juicio, de tal forma que dejan de usarse otras herramientas necesarias para la crítica de cine, sean los aspectos formales, estilísticos, genéricos y hasta autorales.
Sin embargo, hay ciertas películas que es imposible dejar de verlas a través de este prisma reflexivo (de reflejar, pero también de reflexión) y una de ellas es Godzilla (Gojira, Japón, 1954), la cinta inaugural de la interminable saga sobre ese enorme reptil radioactivo que surgió de los mares nipones a mediados de los años 50. Y es que, más allá de su valor como cinta-emblema de las películas de monstruos gigantescos de la casa Toho, Godzilla es, acaso, la más grande metáfora fílmica que se haya realizado no sobre la guerra nuclear, sino sobre lo que pasa después de ella.
El monstruo de marras es, en la cinta de 1954, un enorme largarto que mide 50 metros de altura y que proviene de la época cretácica. Escondido en las profundidades del mar, Godzilla es despertado por las pruebas nucleares que las potencias estaban realizando en el Pacífico -en el año del estreno de Godzilla, toda la tripulación de un barco atunero japonés fue alcanzado por la radiación de una prueba nuclear-, así que la susodicha lagartija sale molesta de su siesta y, después de aparecerse a los habitantes de la Isla Odo y posar para una fotografía mostrada por el profesor Yamane (el gran Takashi Shimura, protagonista de esa obra maestra llamada Vivir/Kurosawa/1952), se dirige hacia Tokio, destruyendo todo lo que se le atravieza en el camino.
Vista 60 años después de su estreno, Godzilla funciona más como un sobrio melodrama bélico que como película fantástica con monstruo suelto en ristre. La devastación que deja tras su paso Godzilla -esas ciudades en ruinas, esos barcos volcados en el mar, ese fuego que consume los hogares, esa gente quen reacciona con un horror ya experimentado ("¿Otra vez a los refugios?")- no es solo un obvio reflejo de la destrucción sufrida en Hiroshima y Nagasaki, sino una descarnada metáfora del Japón derrotado de la posguerra, ese otrora poderoso imperio que apenas dos años antes, en 1952, había recuperado su independencia después de finalizar la ocupación americana.
Por lo mismo, la única manera de detener ese monstruoso efecto de la radiación -y de la guerra- es con alguien que, de alguna manera, comparte el mismo origen de Godzilla: el atormentado y solitario científico y veterano de guerra Serizawa (Akihiro Hirata) quien, llegado el momento, usará su terrible invención destructora (una bomba de oxígeno, no de hidrógeno) en contra de la descomunal lagartija sobrealimentada, sacrificándose él mismo en el camino. Así, con las muertes de Serizawa y de Godzilla, se puede asegurar el futuro de la parejita sobreviviente -formada por la novia de Serizawa, Emiko (Momoko Kôchi), y por el valiente y noble Ogata (Akira Takarada)- que representa a un nuevo Japón que, se supone, no va a cometer los mismos errores de la anterior generación que vivió y sufrió la guerra. Aunque, claro, no falta el aguafiestas Profesor Yamane que advierte, en la última linea del filme, que no hay que cantar victoria, porque otro Godzilla podría aparecer en cualquier momento.
Y en efecto, así fue. Un año después de la película dirigida por Ishiro Hondâ, apareció la continuación respectiva a la que la han seguido otras 25 secuelas más, sin contar el mediocre remake gringo de 1998 dirigido por Roland Emmerich y, ahora, el recién estrenado reboot Godzilla (Ídem, EU-Japón, 2014), segundo largometraje de Gareth Edwards.
Como acabo de anotar, la nueva Godzilla no es tanto una secuela ni un remake sino un reboot: un lanzamiento del mismo monstruo en otro contexto y en otra época, por más que no falten ciertos guiños claves a la saga, como el hecho de que el personaje interpretado por Ken Watanabe se apellide Serizawa, tal como el científico mártir de la cinta original; que el propio Serizawa se refiera al monstruo con el nombre japonés de Gojira y no Godzilla; que en el desenlace CNN se refiera a Godzilla como "el Rey de los Monstruos" -ese fue el título con el que se estrenó en Estados Unidos en 1956 una versión editada de la película japonesa con Raymond Burr como protagonista-; y que, en este reboot, Godzilla no es tanto una fuerza de la destrucción sino del equilibrio y hasta es protector de la humanidad, tal como Godzilla lo fue a partir de los años 60, cuando empezó a defendernos de aliens y de otros monstruos.
Con un guión del casi debutante Max Borenstein, Gareth Edwards ha hecho con Godzilla una muy arriesgada película de monstruos gigantescos que funciona, de hecho, como una especie de secuela no oficial de su notable opera prima Monstruos, Zona Infectada (2010). Estamos ante una suerte de blockbuster elíptico y minimalista en el que apenas podemos ver a Godzilla darle en su progenitora a dos enormes campamochas que han revivido nomás para aparearse -ah, qué mostros tan vaciladores-, mientras la humanidad entera -representada por un reparto multinacional de primer nivel, como de película de desastres de los años 60/70- funge como mero testigo del monstruoso mega-tirito.
La cuidadosa construcción dramática de la primera hora -la muerte de Juliette Binoche a los cinco minutos, motivo suficiente para que el viudo Bryan Cranston se vuelva paranoico; los signos ominosos que señalan el despertar de los maléficos monstruos cariñositos; la fugaz aparición del rugiente "depredador alfa" Gojira-, más los continuos escamoteos visuales por los que apenas atisbamos a los monstruos, provoca que cuando el botijón de Godzilla se encuentre finalmente con las dos enormes campamochas teniendo como ring la ciudad de San Francisco, la breve pelea (con todo y esa llave en la que Godzilla le abre el hocico a uno de sus oponentes) me haya provocado más emoción que la que debería.
Con todo, por más que el blockbuster se quiera vestir de novedad y de seda, blockbuster se queda. Así pues, al lado de ese bien contruido desarrollo argumental casi spielbergiano de la primera hora, no faltan las peores servidumbres durante la segunda parte -una joven pareja protagónica (Aaron Taylor-Johnson y Elizabeth Olsen) con menos carisma que las dos campamochas gigantescas-, ni los traspiés más imperdonables en el manejo de un reparto que merecía mejores líneas y algo más que hacer, además de mirar con asombro hacia arriba -¡ese desperdicio flagrante de Sally Hawkins, por Dios!
De cualquier forma, si se trataba de revivir la saga, la casa Toho -a través de la Warner- ha logrado su cometido y con creces. El rugido final de Godzilla, bautizado como "el Rey de los Monstruos" en la tele, anuncia la satisfacción del enorme lagarto barrigón. No dudo que en un par de veranos más regrese, para defendernos de otros monstruos... o de los ñoños super-héroes.
Comentarios
Lástima la fallida decisión de no disponer de varios personajes a lo largo del camino de los monstruos. Una historia-personajes en Japón, otros en Hawaii, otros en Las Vegas, y ya, que en San Francisco se quedaran con la pareja protagónica.
Claro, así como pasaba en las películas de desastres setenteras. Que no me trago lo que le pasa al recio militar norteamericano, cuya mala suerte lo hace subirse precisamente en ese metro que va a pasar por debajo de la cosa esa.
Y bueno, a diferencia de otros 'notables' indies que se pasan a los grandes presupuestos y se pierden en la mole del CGI y los megamadrazos, Edwards se arriesga y gana con su elíptica y acompasada visión.
Bien por él.
Maldibujado: Godzilla: Presidente de la Liga de la Decencia de los mostros.
A ver si pa' la otra. Que, insisto, que al chamaco tenga tan mala suerte de ir por donde se les antoja agarrarse a catotazos a los 'monstros', hasta parece de película de Spider-Man... Y eso no es nada bueno.
Ahora, el espanto de varios porque esta sea la nueva "Jaws" es algo así como "¿De cuál fumaron?" Cierto, Edwards dijo que su inspiración era tal película (y que la familia protagonista se apellide 'Brody' no es mera coincidencia). Sin embargo, aquí tenemos solo dos cosas: una película de Edwards primero (esto es, la visión del hombre y no del monstruo) y una película de Godzilla después.
Y eso significa, me temo, ver más edificios ardiendo o gente volteando hacia arriba con la boca abierta y lanzando 'one liners' de pena ajena a menos que aceptes el contexto, que chistes aquí y allá o madrazos ininteligibles entre gigantes allá.
Para no entender de qué va la cosa en pantalla, el año pasado ya tuvimos dos horas y no sé cuántos minutos de eso.
Ojalá y no se les ocurra para la segunda meter a 'Jet Jaguar' o algo así (hacerle caso a todos esos que ahora reniegan de que no es como 'Pacific Rim', pero que al parecer no fueron a ver la de del Toro, porque ni en taquilla, renta o venta tuvo buenos números).
Pedro: malo que Don Diezmartinez te hubiera revelado que Godzilla sale más gordo que luchador de Sumo. Eso si nadie lo vio venir
jejeje :P
Esperemos que para la segunda si lo pongan a dieta porque en esta parecía que todos esos años de estar guardadito en el oceano lo habían hecho engordar como cerdo previo a las fiestas.
Peeeeero, esa segunda parte ai' me la cuentan porque no tengo las más sub-atómicas intenciones de verla. Con esta tuve, la verdad.
a pa' películita...
"homenajes a Hitchcock" pffff
"que si era como Jaws" pffff
"que si tenía la técnica Spielbergiana" pffffff
Solo faltó que alguien dijera que tenía homenajes a Tarkovsky porque cuando Cranston y su hijo van a la zona de desastre, esas escenas se parecían a "La Zona" de 'Stalker'.
Chale.
Ojalá alguien le hubiera hecho caso a Ken Watanabe cuando dice:
"Let them fight"
:(
Y a mí, igual que a tí, Ernesto, me emocionó mucho la pelea de Godzilla contra las campamochas, aunque no le regateo el logro: creo que con trama humana floja y todo, la emoción que imparte el desmadre en San Francisco está bien ganada. Edwards y Borenstain van sembrando lo necesario para que cuando por fin se suelta Godzilla, todos aplaudamos en el cine.
Por cierto, ahí Godzilla no gana.
El final dándole a Godzilla la posición de héroe que se merece me gusto, y me gusto como se retira al océano, ojala en el futuro si se hacen secuelas batalle contra algún robot o serpiente gigante….
Pedro: Ah, pero la del 54 es un clásico. Digo, si no se ha visto, qué remedio. Y vamos, hombre, el cine es más que sus vueltas de tuerca. Vértigo no es sobre quién es el culpable sino sobre otra cosa.
No es que nos clavemos... bueno, tal vez un poquito, pero pues ese el chiste de estos foros y del twitter y la hiper-conectividad del internet ¿no?
De ver películas y luego expresar opiniones, chupar todos tranquilos y claro, deshacer las que no nos gustan ¿no? je :P
Y continuando con el mameDIGOOO, con eso de clavarnos, entiendo que la cinta tenga otras intenciones que las del mero espectáculo desbocado, pero yo esperaba más Godzilla y menos humanos,
Ok, a lo mejor ese es MI problema, las expectativas, pero si a eso le agregan un cast desperdiciado (Watanabe y Hawkins), unas situaciones que aún dentro del mismo universo planteado por la cinta resultan francamente absurdas (Taylor no sé qué y justo toma el tren por donde van a pasar las campamochas), unos errores que aunque no graves, si resultan notorios (¿qué onda con Cranston? ¿la radioactividad lo hizo inmune a la vejez?) y un par de actores principales que verdaderamente resultan una plasta,
y aquí permítanme elaborar:
Taylor: mi amor, mi papá esta loco y tengo que ir a verlo a Japón.
Olsen: ok, cuidate.
Corte a: Japón destruido.
¿Qué hace la Olsen? se va a chambear tan tranquila como si nada. No solo eso, no se le ve angustia por ningún lado.
Deja al niño con el primer hijo de vecino que se encuentra y se va a...
no sé, francamente ya se me olvidó.
Pero ese par de actores me echaron a perder la cinta casi por completo. NEFASTOS.
¿Se acuerdan de aquellos Oscares conducidos por James Franco? Pues esa misma cara de sope trae Taylor Johnson, acá, todo el tiempo.
Recuerdo que cuando por fin se re-encuentran, Karla mi esposa me dijo: esos dos actores deberían haber visto 'Lo Imposible' para que aprendan a actuar una escena de re-encuentro entre una familia que acaba de vivir una catástrofe.
Y sí, estoy de acuerdo con ella.
Y bueno, llámenme necio, ni modo que le voy a hacer, así soy (tipo la tucita), pero no hubo una sola escena donde yo abriera la boca y aplaudiera como cuando en Pacific Rim llega el robot y le da de barcazos al Kaiju. O cuando el Kaiju nos sorprende a todos y saca las alas. WOW!
Y ojo, no es que tome bandos o algo, yo iba con todas las ganas de que Godzilla me encantara, pero llevaba la vara muy alta y pues no, el producto final entregado por Edwards me decepcionó mucho.
Ahora, supongo que es uno de esos casos donde un servidor está mal porque todo parece indicar que la de Edwards es una gran película, (la taquilla sobre todo) y la de Del Toro es una cinta muy menor, pero ¿qué se le va a hacer? De vez en cuando a uno le gusta ir al cine a emocionarse viendo robots contra mostros darse de catorrazos, no dramas humanos derivados de la catástrofe ocasionada por mostros y cómo afecta esto a las familias y la humanidá y; como dijera el adorado y admirado Jep Gambardella: bla bla bla...
:P
Abrazo a todos.
Todos esos defectos que mencionas son efectivamente notables, pero también lo es la construcción dramática que rodea la aparición de Godzilla (¿de verdad ya perdieron la paciencia y tienen que ver a Godzilla desde los créditos?) y, antes de ello, el misterio que rodea la propia aparición de las campamochas. Vamos, es una película más ambiciosa y visualmente más lograda que cualquier otro blockbuster hasta este momento. Ahora, no deja de ser eso tampoco: un blockbuster y ya. Las servidumbres están ahí y, por cierto, están también y de una forma mucho más ridícula en X-Men y no veo a muchos quejándose de tantas inconsistencias y arbitrariedades. Y en cuanto a Pacific Rim: ya escribí demasiado de ella en su momento. No está mal pero está muy lejos de lo mejor de Del Toro. Además, como bien dijera Agustín, Pacific Rim es una película pornográfica.