DOCSDF 2013/III



La tentación era imposible de resistir. Además, para ser francos, ¿qué sentido tiene resistirla? Me refiero a la cineasta Shula Erenberg, directora de Rosario (México, 2013), filme documental exhibido fuera de concurso en la sección "Hecho en México" del DOCSDF 2013. La tentación era convertir este filme documental en una franca hagiografía de la luchadora social, exdiputada en dos ocasiones y Senadora de la República (2006-2012) Rosario Ibarra de Piedra, fundadora del Comité "Amnistía" -que luchó por la amnistía de los presos políticos durante el gobierno de José López Portillo-, transformado luego en "Eureka", dedicado a la búsqueda de los desaparecidos de la llamada "Guerra Sucia" de los años 60/70.
La cineasta Erenberg no cuestiona en ningún momento a su entrevistada, quien aparece en el encuadre tal y como la hemos conocido desde siempre: una mujer de una sola pieza, apasionada de sus ideas, escéptica y desconfiada del poder, tan intransigente como maniquea (en algún momento llega a comparar a los desaparecidos políticos con el panteón patrio: Morelos, Hidalgo, Zapata, Madero, et al). Sin embargo, sería absurdo reprocharle a los hacedores de Rosario que hicieran algo que, en primera instancia, no están dispuesto a hacer: a complejizar una figura pública que merece, por otro lado, todo el respeto y la admiración posibles.
En las primeras imágenes del filme vemos a doña Rosario ver una serie de idílicas películas caseras en las que sus dos Jesuses (su marido, el Dr. Jesús Piedra; y su hijo, también Jesús Piedra) aparecen felices de vida en una fiesta familiar, en un viaje, en un lugar turístico. Es el único momento en todo el documental en el que vemos a la señora conmovida: unas lágrimas se asoman en su ajado rostro, acostumbrado a enfrentar de tú a tú a los poderosos.
El testimonio de doña Rosario -y de su inseparable hija/asistente/secretaria Claudia- es el hilo conductor del filme, de tal manera que el documental no solo lleva su nombre: de alguna manera, le pertenece. La desaparición de su hijo Jesús Piedra Ibarra en 1975, acusado de haber participado en el fallido secuestro del ingeniero Eugenio Garza Sada como miembro de la Liga Comunista 23 de septiembre, la hizo despertar al activismo político. Así, esta pequeñita mujer de clase media acomodada, esposa de un médico 17 años mayor que ella, madre de familia común y corriente, se convirtió en la Madre Coraje que todos conocemos: haciendo guardia un jueves sí y otro también en la Secretaría de Gobernación, confrontando 43 veces a Luis Echeverría, viajando en 18 ocasiones a Naciones Unidas, hablando con  Nazar Haro o Gutiérrez Barrios, dirigiendo a centenares de madres idénticas a ellas (solo 152 de Sinaloa) en busca de sus hijos desaparecidos...
La otra parte de la vida pública de doña Rosario -como candidata presidencial, como diputada federal, como Senadora de la República primero del PRD y luego del PT- apenas si se toca por encima, pues lo que le interesa a Erenberg -y ni se diga a la santa señora- es la lucha por los desaparecidos y el desnudamiento del pasado criminal del Estado mexicano, y no tanto los intríngulis politiqueros en los que, sin querer o queriendo, tuvo que participar en algún momento Rosario Ibarra de Piedra. Tampoco se cuestiona, en ningún momento, la validez de la lucha armada de la Liga Comunista 23 de septiembre, organización a la que pertenecía Jesús Piedra. 
Por supuesto, me queda claro que el uso de métodos violentos e ilegales en contra de esos "subversivos" -o de esos "héroes", según doña Rosario-, sea la detención arbitraria, el secuestro, la tortura y hasta el asesinato, no se justifican en ningún momento y bajo ninguna circunstancia, pero también habría sido valiosa la reflexión acerca de los métodos violentos por los que optaron esos centenares de jóvenes sinaloenses/guerrerenses/regiomontanos de los años 60/70, víctimas al final de cuentas de la actividad criminal del Estado.  Pero, bueno, ya se sabe: el cine militante no hace periodismo, sino construye un discurso. No es un defecto, es una característica. Pero hay que estar consciente de ello. 

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