Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXXVIII
El autor anónimo (Tuntematon mestari, Finlandia, 2018), de Klaus Härö. La primera película que se estrena en México del cineasta finés Härö es un meritorio melodrama familiar y de redención de un huraño anciano galerista. Mi crítica acá.
Angelo (Ídem, Austria-Luxemburgo, 2018), de Markus Schleinzer. El segundo largometraje del prolífico director de casting convertido en cineasta Schleinzer (impresionante opera prima hanekiana Michael: crónica de una obsesión/2011) es la atípica biopic de Angelo Soliman (nacido Mmadie Make), un nigeriano que fue secuestrado por tratantes de esclavos siendo apenas un niño, vendido a una condesa siciliana (Alba Rohrwacher) que más que adoptarlo lo educó tal si fuera su mascota preferida, para terminar formando parte de la corte vienesa del siglo XVIII en calidad de actor/fenómeno. Así conoció al Káiser mismo -de quien escuchaba, respetuoso, sus reflexiones y confidencias- y así se terminó casándose a escondidas con una criada europea, lo que significó que lo castigaran expulsándolo de la corte, otorgándole la libertad de pasada.
Dirigido con fría distancia formalista por Schleinzer, Angelo es la obvia denuncia de la apropiación/explotación del otro -en este caso, de un "exótico" africano- con el único fin de convertirlo en condescendiente espectáculo, desde la niñez hasta la tumba e, incluso, después de ella. La cinta está impecablemente realizada -el diseño de producción luce ante los encuadres en forma de tableau- y los juegos narrativos brechitanos y los varios anacronismos le agregan interés a una propuesta dramática y visual mucho menos interesante que la ya mencionada Michael...
Los débiles (México, 2017), de Eduardo Giralt y Raúl Rico. Dirigida a cuatro manos por el mexicano Rico (terrible opera prima Noche de resurrecciones/2015) y el venezolano Giralt -en su debut como cineasta-, esta cinta -Mejor Película Mexicana en el FICUNAM 2018- es una episódica aventura ambientada en el sur de Sinaloa, en Mazatlán y sus alrededores.
Después de que le matan a sus dos perros, el "güero de rancho" Víctor (José Luis Lizárraga), cual John Wick mazatleco, va en busca de Selfie (Joshua Estrada), un chamaco de 13 años que es el líder de una violenta pandilla de malandros adolescentes. En el camino, el lacónico protagonista se encontrará con una variopinta galería de personajes que aparecen en una serie de viñetas que van desde lo realista hasta lo surreal pasando por lo absurdo.
El salto de calidad entre Noche de resurrecciones y Los débiles es notable en el caso del sinaloense Rico, aunque la progresión narrativa de la cinta sufre en algunas ocasiones, con todo y que la duración de la cinta es de apenas 65 minutos. De todas formas, vale la pena.
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