Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLXXXIX
La idea de un lago (Argentina-Suiza-Holanda-Qatar, 2016), de Milagros Mumenthaler. Inés (Malena Moirón), una fotógrafa separada y a punto de parir, decide dar una muestra de su sangre al Equipo de Antropología Forense para saber si entre algunos cadáveres recién descubiertos está el de su padre, desaparecido en 1977, en plena dictadura militar. Inés convivió con su papá hasta los tres años y apenas si conserva una solo foto en la que están él y ella, a la orilla de un lago, en las vacaciones veraniegas.
Mumenthaler -que adquirió cierta notoriedad con su premiada opera prima Abrir puertas y ventanas (2011), sobre la relación de tres hermanas- se acerca en este, su segundo largometraje, a otro tipo de dinámica familiares que tienen que ver, también, con la memoria, los recuerdos y el pasado político de un país que sufrió una cruenta y violenta dictadura. La cinta tiene buenos momentos -el mejor, el uso de cierta canción de Neil Diamond-, pero el tema no es particularmente original y su ejecución no es muy notable que digamos. A ratos me remitió a una suerte de versión femenina de La prima Angélica (Saura, 1974), lo cual resultó peor para La idea de un lago: es difícil competir con el Saura de los años 70. (*)
Los increíbles 2 (Incredibles 2, EU, 2018), de Brad Bird. Con esta esperada pero tardía secuela de Los increíbles (Bird, 2004), Pixar demuestra que, exceptuando la saga de Toy Story (1995/1999/2010), las continuaciones no son lo suyo. En sentido estricto, la película no tiene nada de malo y las secuencias de acción son espectaculares -¡aprende, MCU!-, pero la gran novedad argumental del primer filme -las dinámicas en el interior de la familia "súper"- se ha diluido. Eso sí, el ingobernable Jack-Jack -con la ayuda de un mapache peleonero- se roba la película. (**)
Las estrellas de cine nunca mueren (Film Stars Don't Die in Liverpool, GB, 2017), de Paul McGuigan. Sobre un libro escrito por el actor Peter Turner, el último juvenil amante de la legendaria Gloria Grahame (1923-1981), he aquí una biopic cuyo mayor mérito es, acaso, dar a conocer a los jóvenes cinéfilos quién fue Grahame. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado. (*)
El habitante (México-Chile, 2018), de Guillermo Amoedo. Esta coproducción mexicano-chilena dirigida por el especialista uruguayo Amoedo (Retorno/2010, premiada en Sitges 2014 Caníbales/2014, ninguna vista por mí) es una muy efectiva cinta de horror que, sin ocultar en ningún momento sus enormes deudas con el clásico de clásicos El exorcista (Friedkin, 1973), logra trascenderlas, por lo menos en parte, gracias a una ejecución eficaz, un reparto sólido, algunos momentos de delirio herético puro y el uso torcido de cierta canción interpretada por el Enrique Guzmán de los años 60. Creo que vale la pena volver a esta película en unos días más. (* 1/2)
El club de los insomnes (México, 2018), de Joseduardo Giordano y Sergio Goyri Jr. Esta opera prima a cuatro manos de Giordano y Goyri Jr. -apadrinada, por cierto, por la presencia de Goyri senior- es un sencilla dramedy ubicada en el turno de la noche en una tienda de conveniencia. En ella convergen Danny (sensacional Cassandra Cianguerotti), una cajera hosca y desgarbada; Santiago (perfecto Leonardo Ortizgris), un oficinista que no puede dormir debido a continuas pesadillas; y Estela (Alejandra Ambrosi), una veterinaria que tampoco puede dormir debido a que tiene cierto problema que no haya cómo resolver.
Escrita por la propia pareja de cineastas debutantes, esta cinta va de menos a más, en gran medida por la acumulación de ciertos detalles argumentales y por el trío de actores protagónicos quienes interpretan con toda justicia a sus desconcertados personajes insomnes, atrapados en el limbo de la indecisión. Una agradable sorpresa. (**)
Escrita por la propia pareja de cineastas debutantes, esta cinta va de menos a más, en gran medida por la acumulación de ciertos detalles argumentales y por el trío de actores protagónicos quienes interpretan con toda justicia a sus desconcertados personajes insomnes, atrapados en el limbo de la indecisión. Una agradable sorpresa. (**)
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