Morelia 2016/V



En la alfombra roja de Tenemos la carne (México, 2016), opera prima de Emiliano Rocha Minter, el director y alguien más de su equipo se bajaron los pantalones y enseñaron el trasero. Una provocación extraordinaria, increíble, nunca antes vista... a menos que no hayas pasado por la adolescencia. 
Ese es el nivel del debut del artista plástico metido a cineasta Rocha Minter, causante -según alguna crónica publicada en El País- de una avalancha de huidas en la presentación de esta cinta en el pasado festival de Sitges 2016. Yo había visto la película antes de llegar a Morelia, así que no tuve que pasar por esta retahíla de provocaciones pueriles, en la que el veinteañero Rocha Minter no deja títere con cabeza: que si la Virgen de Guadalupe, que si el himno nacional, que si el incesto, que si el canibalismo, que si un money-shot por si ocupa, que si Juan Gabriel... Ah, no, JuanGa no es nombrado aquí: eso ya lo hizo Nicolás Alvarado.
Lo cierto es que Tenemos la carne solo podría asustar a quienes nunca verían una película como esta. A los demás -bueno, tampoco exageremos: nomás a mí- nos podrá parecer tan solemne como tediosa. La historia -en un mundo postapocalíptico un diabólico Noé Hernández acoge a una pareja de jóvenes hermanos, a quienes somete a una serie de actos bien cochinos- es mero excipiente para las provocaciones antes descritas.
Un colega -a quien respeto mucho- me dijo que se trata de la continuación de la escuela iniciada por Artemio Narro y su Me quedo contigo (2014) pero difiero profundamente: el filme de Narro era una provocación cultural, sexual y, especialmente, cinematográfica. Es decir, es una película. Tenemos la carne es otra cosa. Pero yo que sé: de acuerdo con mi experiencia en Morelia -véase el caso del año pasado con Yo (Meyer, 2015)-, a lo mejor la cinta de Rochar Minter gana el premio a Mejor Película. Si es así, esperen más traseros en la ceremonia de premiación.
En el otro extremo del espectro se encuentra La caja vacía, de Claudia Saint-Luce (México-Francia, 2016). La directora de Los insólitos peces gato (2013) -la mejor cinta mexicana que vi en ese año- ha realizado en su segundo largometraje una suerte de ejercicio contradictorio, pues sigue en lo mismo, pero en otro tono muy diferente. Es decir, como en Los insólitos... hay algo de autobiográfico en la película pero si usted espera sentido del humor, calidez y hasta alegría, olvídelo: La caja vacía es un filme oscuro y hasta sombrío. Y no podría haber sido de otra manera.
Jazmín (la propia Saint-Luce, muy convincente) recibe en su departamento a su papá, el anciano haitiano Toussaint (Jimmy Jean-Louis), con quien nunca tuvo una relación muy cercana. El tipo está muy enfermo -demencia vascular, nada menos- y Jazmín, una muchacha cortante, sarcástica y filosa, que es escritora de teatro y comunity manager  -la verdad, es mesera en un cafetín- tiene que hacerse cargo  de ese viejo en decadencia que se orina en el camión, confunde todo y a todos, sufre de paranoia y delirio de persecución, rasura porque sí a un gato pero, también, demuestra simpatía, carisma y encanto, pues ese viejo haitiano fue, se entiende, un pícaro, conquistador y mujeriego, que tuvo la vida (y luego la muerte) que quiso y como quiso.
La sensible fotografía de la infalible María Secco sigue de cerca a la protagonista -y cineasta/guionista- de espaldas, muy de cerca, sin perderla de vista nunca a ella y a su padre quien, en la medida que avanza el filme, empieza a revivir su propia vida, su pasado infantil, sus aventuras juveniles, su encuentro con la mamá de Jazmín, aunque siempre apareciendo como anciano enfermo, cual homenaje (¿intencionado o no?) al gran Carlos Saura de La prima Angélica (1974).
Un último detalle: es curioso que tanto en Los insólitos... como en La caja vacía, el alter ego de la cineasta/guionista -y ahora actriz- Saint-Luce sea una muchacha hosca, seca, solitaria, desconfiada, que no acepta explicaciones fácilmente -su pregunta favorita es: "¿para...?"- y que no tiene demasiada paciencia. ¿Es así Claudia Saint-Luce de verdad? Por sí o por no, cuando la vean, abrácenla. 
Post-scriptum: una colega -que también respeto mucho, qué caray- me comentó, no con cierta malicia, que La caja vacía es lo que quiso ser Mr. Pig (Luna, 2016). Y sí. Y ni modo. 

Comentarios

Adayin dijo…
Pero... no la despedazaste como esperaba :(
o sea, más líneas dedicadas.. Lo que, años leyendo tus criticas, me indica que, de tan mala, ni siquiera las amerita... Chale, esta bien, la veré si algun día la dan en space o así...

Por otro lado, que onda con la de Amat? Suena a que él y los de Sausage Party fumaron de lo mismo. Pero me dejas tremendamente intrigado. Quiero verla ya, ahorita, así... Le voy a preguntar al anónimo que ronda por aquí si esta más padre que Minezota. Ojala no se vuelva a enojas (aysitu)

Entradas populares