Con M de Muerte
Siempre es bueno revisar el cine de los clásicos en pantalla grande, aun cuando se trate de una cinta menor, como es el caso de Con M de muerte
(Dial M for Murder, EU, 54), largometraje número 38 en la filmografía del Mago
del Suspenso Alfred Hitchcock, programada este fin de semana -¡y en 3D!- en la Cineteca Nacional de la Ciudad de México.
Con esta película, el cineasta
británico quería terminar su contrato de cuatro cintas que había firmado años
antes con la Warner. Esto había
significado la producción de Desesperación (1949), Pacto siniestro (1950) y Mi secreto me condena (1952). Como sólo Pacto siniestro había sido un completo éxito
tanto de crítica como de taquilla, Hitchcock se sintió obligado en su última
cinta para la Warner a filmar algo sencillo, rápido y sin demasiadas
complicaciones. No resultó así.
¿Rápido?: el rodaje duro menos de dos meses, lo cual no estaba
nada mal. Pero no fue sencillo y si existieron complicaciones: Jack Warner
insistió que el filme fuera realizado en tercera dimensión y Hitchcock tuvo que manejar una tecnología enorme y estorbosa para
provocar la sensación de profundidad en la legendaria secuencia del asesinato
fallido. Es una muestra más del talento del británico que, a pesar de todas las
dificultades técnicas que sufrió durante el rodaje, la cinta sea, como siempre,
impecable, tanto en sus aspectos formales como en los simbólicos: ojo a la evolución del vestuario de
Grace Kelly en la medida que avanza el filme; atención a la perversa
coreografía del estrangulamiento de Margot, que parece una suerte de violento y
apasionado coito.
La trama de Con M de muerte provenía
de una exitosa obra de Broadway. En líneas
generales, el filme trata sobre un jugador de tenis, Tony Wendice (un magnífico
Ray Milland), que decide asesinar a su rica y bella esposa Margot (Grace Kelly
en su primer filme con Hitch), debido a que él teme que ella lo deje por el
escritor de novelas policiacas Mark Halliday (Robert Cummings). Para ello,
planea meticulosamente un crimen perfecto que, por supuesto, no resulta así: el
asesino (Anthony Dawson) es asesinado por la víctima y el detective encargado
del caso, el inspector Hubbard (un brillante John Williams recreando en el cine
el papel que había realizado en Broadway), resulta ser una especie de elegante Columbo avant- la-lettre.
Sin
embargo, siguiendo fielmente la tradición hitchcockiana, Tony Wendice es, de
lejos, el personaje más atractivo y complejo de la película. Es inteligente,
no tiene escrúpulos, es agudo y su mujer le ha sido infiel. Es decir, aunque el
asesinato lo quiere cometer por dinero, su esposa -a diferencia de la obra teatral, donde ella no engaña al marido- no es ninguna blanca paloma.
Este elemento de culpabilidad, la atractiva actuación de
Milland, lo entrometido y pesado que resulta ser el amante y la típica
manipulación de nuestros sentimientos por parte de Hitch, provoca
que una parte de nosotros, aunque condena la planeación del crimen, desea que
el marido salga impune. Y vaya que el criminal no nos decepciona ni aun en su
momento de postrer derrota. Al contrario, nunca pierde la compostura. Quién fuera como él. Como villano de Hitchcock.
Comentarios
Hace un par de años, me parece, la Cineteca programó un ciclo con varias cintas de él de su etapa silente. Habrán sido unas cinco. Luego, hace poco tuvieron Psycho, que por supuesto también vi. La semana pasada estuvo Vertigo y fue glorioso. Y hoy veré esta de Dial M for Murder tal como HitchDIGOOO el estudio la concibió, es decir en 3D, jo...
Ya nada más me faltan como otras 40 y tantas peliculas de él en pantalla de cine y acabo. Yo creo que si da tiempo...
PD: En pantalla de cine, ojo, en la comodidad de la casa he revisado casi toda su obra, hasta dos y tres y cuatro veces algunas.
PD2: Aunque en realidad me conformaría con que pusieran en pantalla de cine North By Northwest, Rear Window, Notorious, Strangers On A Train, Foreign Correspondent, The Lady Vanishes, The Skin Game, Blackmail, The 39 Steps, Rebecca, Shadow of a Doubt, Frenzy y The Birds.