Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXVI
Desierto (México-EU, 2015), de Jonás Cuarón. Un eficaz thriller en el que Gael es perseguido por el nuevo villano de The Walking Dead y un feroz chucho en el desierto de la frontera gringo-mexicana. Mi crítica en el Primera Fila del viernes pasado de Reforma. (** 1/2)
El libro de la selva (The Jungle Book, EU, 2016), de Jon Favreau. Esta nueva versión semi-animada (un niño actor con animales digitalizados) es, probablemente, mejor que la exitosa cinta animada de los años 60. Mi crítica, in extenso, por acá. (***)
Avenida Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane, EU, 2016), de Dan Trachtenberg. Una joven (Mary Elizabeth Winstead) huyendo de una relación fracasada termina accidentándose en la carretera. Cuando despierta, está encadenada a una cama y su guardián/salvador (John Goodman) le dice que la tiene encerrada por su bien, pues allá arriba -se entiende que están varios metros bajo tierra- Estados Unidos ha sido atacado por los rusos, los chinos, los marcianos o los surcoreanos (¿o los norcoreanos?: bueno, los coreanos que están locos). Un thriller de crecimiento y maduración femenina/feminista realizado con indudable vigor. Mi crítica, in extenso, próximamente en este blog. (**)
Un Ilustre Desconocido
(Un Illustre Innconu, Francia, 2014), de Matthieu
Delaporte. El tercer largometraje de Delaporte inicia con el aparatoso
suicidio del protagonista, el tímido, serio y antisocial cuarentón Sébastien
Nicolas (Matthieu Kassovitz), que hace explotar su casa dejando abierta las
llaves del gas.
Como suele suceder con este tipo de aperturas narrativas, lo
que veremos a continuación son las circunstancias que llevaron a Nicolas a quitarse
la vida. Parece una estructura muy convencional –y lo es- pero la historia no
lo es tanto.
Nicolas es un agente de bienes
raíces que tiene una muy particular obsesión: usurpa la identidad de sus
clientes. Así, mientras enseña un departamento a un posible comprador, lo
estudia detenidamente, ve cómo habla y camina, lo sigue con todo cuidado y
luego, en su casa, en un cuarto secreto que es una suerte de camerino, crea la
máscara precisa, el cabello perfecto, se coloca la ropa adecuada y sale a la
calle como, por ejemplo, un florista alcohólico. Y, después, ¿por qué no?, como
el misántropo violinista Henri de Montalte.
Aunque no hay una explicación del
comportamiento de Nicolas, las razones para hacer lo que hace son obvias: al
tomar una vida ajena a él y convertirse en otra persona, el grisáceo vendedor
de bienes raíces –que además lleva peluquín en su verdadera identidad- puede
vivir de verdad. Por eso mismo no duda en llevar al extremo su tarea y si las
decisiones que toma convierten a Un
Ilustre Desconocido en una película cada vez más implausible, también la hacen
más interesante.
Kassovitz está extraordinario en el
papel doble –más bien múltiple- de Nicolas y de Montalte. Su personaje es, de
alguna manera, también un actor: alguien que no puede vivir si no es a través
de la interpretación de alguien más. Me pregunto si no hay algo de la
enfermedad de Sébastien Nicolas en muchos actores. (**)
Comentarios
Como que así le describiría Trump.
2046
J