The Battery
Benny (Jeremy Gardner) y Mickey (Adam Cronheim) no podrían ser más diferentes. No solo en complexión y apostura (el primero, fornido y barbado; el segundo, delgado, con un pequeño bigote y una barbita apenas visible), sino en la manera en la que ven la vida: Benny es un sempiterno realista; Mickey, un incurable romántico. Para dejarlo claro, demos otro ejemplo: si Mickey escucha la voz de una mujer por un walkie-talkie, se imagina que al otro lado está hablando la perfecta "pixie girl barely legal"; Benny, una couch de softball cuarentona y lesbiana.
Benny y Mickey, pues, tienen muy poco en común. Lo único que los une es que jugaban beisbol hasta hace unos meses en el mismo equipo de Ligas Menores de Pittsfield, Massachusetts. Pero ni ahí se conocieron mucho: Benny era el catcher inicialista mientras que Mickey estaba en el bullpen y, por lo que entendemos, no era exactamente Mariano Rivera. Entonces, ¿por qué están juntos todo el tiempo? Porque no tienen otro remedio: el apocalipsis zombie ha iniciado y el par de beisbolistas han decidido salir de las infestadas ciudades, para deambular por los bosques de Nueva Inglaterra en donde, suponen ellos y supones (más o menos) bien, hay menos muertos vivientes que combatir.
The Battery (EU, 2012), notable opera prima zombiesca del también actor/guionista/productor Gardner fue realizada en 15 días por la ridícula suma de 6 mil dólares, pero no se nota ni lo uno ni lo otro. Por principio de cuentas, no hay malhechura de ninguna especie en la muy depurada puesta en imágenes del cinefotógrafo Christian Stella -espléndida toma inicial extendida y elíptica de más de dos minutos de duración; climática escena final dentro de un automóvil con un encuadre fijo que se extiende insoportablemente durante diez minutos- y si, en efecto, no hay demasiados zombies a la vista durante buena parte del filme, esto se justifica por la premisa en la que esta basado en el habilidoso guión escrito por Gardner.
Al final de cuentas, como suele suceder en las buenas películas de zombies -y The Battery es de lo mejor que he visto en algún tiempo-, lo importante no son los muertos vivientes, lo que hacen, cómo gruñen y cómo se mueven -estos, por cierto, son más lentos que los zombis originales de la saga de George A. Romero-, sino los seres humanos, "buenos y sanos" que, ante la amenaza apocalíptica, pueden esconderse detrás de sus audífonos para escuchar una espléndida selección de música indie gringa, dedicarse a ejecutar zombis con singular enjundia o, como es común en el género, ser mucho más peligrosos que los propios muertos vivientes.
La relación clave es, insisto, la de Benny y Mickey, la "batería" beisbolera del título que, si usted no lo sabe, está formada por un catcher y un pitcher. Y si usted es aficionado al beisbol, ya sabe quién manda en este tipo de batería: entre un catcher incialista seguro de sí mismo y un tímido pitcher relevista que, podemos suponer, llega a lanzar cuando el juego está perdido. Pero para eso tiene a un buen catcher frente a él, para protegerlo. Aunque, claro, si es usted aficionado al beisbol, sabrá que hay pitchers que no se ayudan ni ellos solos. The Battery no solo es una muy lograda película de zombis; es, también, una inteligente metáfora beisbolera.
Comentarios
Pero pidiendo referencias, de que bateria estamos hablando? Ya dijiste que no "apaga y vamonos" entonces me acercaría a ... ¿Joba? con ¿Posada?
¿Romo y Buster Posey? Hablando actualmente, claro
Mozzter: Ándale. Algo así.