Andrew Sarris (1928-2012)



Por ahí a mediados de los 80 recibí como regalo navideño un par de tomos monumentales, World Film Directors (Ed. John Wakeman), que contenían innumerables ensayos filmobiográficos de los más grandes directores del cine, desde Méliès hasta Scorsese, desde Mizoguchi hasta Renoir, desde Clair hasta Cimino. Los autores de cada estudio filmobiográfico partían de una estructura similar: apuntes biográficos del cineasta, crónica de cómo entró al cine, análisis detallado de cada película y una serie de apuntes de cómo fue recibida tal o cual cinta por los más prestigiados cinecríticos de su país y de su tiempo. En esos mini-ensayos cinematográficos aparecía una y otra vez Andrew Sarris, sobre todo cuando se trataba de los cineastas en activo de los años 60/70/80: que Sarris dijo esto, que Sarris dijo esto otro, que Sarris atacó tal película, que Sarris defendió a este director, que Sarris por aquí, que Sarris por allá... Dicho de otra manera: era imposible leer crítica de cine sin toparse con el nombre del griego-americano Andrew Sarris.
Con el paso del tiempo, me convertí en un lector asiduo de él en The New York Observer -no me tocó su etapa en The Village Voice- y hasta lamenté en este mismo blog el día que "le dieron las gracias" al cinecrítico estadounidense más influyente en la segunda mitad del siglo pasado. Repito y subrayo: el cinecrítico más influyente. Seguramente, Roger Ebert es más popular y más leído, Pauline Kael fue mucho más llamativa y polémica, y el nonagenario y en activo Stanley Kauffman es un escritor mucho más elegante, pero no es casualidad que todos los colegas que conozco y/o leo -de Argentina, Estados Unidos, Gran Bretaña, México- hayamos coincidido en twitter, después de que se hizo pública la muerte de Sarris, que lo preferíamos a él sobre cualquiera de sus contemporáneos, incluida la tan celebrada Pauline Kael.
Las razones para admirar a Sarris son más o menos obvias: su imbatible profesionalismo hawksiano -escribió semanalmente durante casi 40 años sobre una, dos, tres películas de la cartelera gringa-, su titánica tarea de mapear y clasificar a los cineastas más (o menos) importantes de Hollywood desde los años 20's hasta los 60's, su férrea defensa de cineastas a los que en cierto momento nadie tomaba en serio en Estados Unidos (Hitchcock, para acabar pronto), sus legendarios cursos en Columbia University -en los que se matriculaban igual futuros cineastas que futuros cinecríticos-, y su mentoría más o menos obvia de otros críticos de cine ahora muy importantes (como J. Hoberman o A. O. Scott, entre muchos otros). Es decir, ¿quiénes de los que nos dedicamos a este extraño vicio de ver cine y escribir de él no tenemos o tuvimos como modelo a Andrew Sarris? Cierto, no niego que la bravera de Pauline Kael sea más divertida de leer; pero aprende uno más, mucho más, de gente con el profesionalismo de Mr. Sarris. Menos mal que ahí están sus libros para seguir aprendiendo de ellos. 

Comentarios

Joel Meza dijo…
Sin olvidar que el malo de Galaxy Quest se llama Sarris... en su honor.
R.I.P.
Christian dijo…
Que buena foto la de la entrada.

qepd Andrew Sarris
Anónimo dijo…
Me enteré por el NYT de esta triste noticia. Cada vez hay menos críticos de quienes podemos aprender.

Por cierto, Ernesto, podrías comentarnos quienes son los críticos que han influído en tí, mexicanos y extranjeros?

QEPD Andrew Sarris

Max
Joel: Uy, ni me acordaba de eso.

Max: Ayala Blanco y García Riera (o al revés: de hecho, primero leí a García Riera y a través de él conocí a Ayala Blanco). Extranjeros: no sé si han influido, pero me parecen modelos inalcanzables: Stanley Kauffman, Andrew Sarris y Robin Wood. En otro sentido, acaso la mejor pluma cinematográfica que haya leído: Guillermo Cabrera Infante. Tiene unos textos formidables. Sus críticas y especialmente su libro de ensayos "Arcadia todas las Noches".
Anónimo dijo…
Gracias por tu respuesta, Ernesto!!

Max

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