Enemigos Públicos
Hay mucho qué admirar en Enemigos Públicos (Public Enemies, EU, 2009), el más reciente largometraje del especialista en policías y ladrones Michael Mann (productor de la teleserie Miami Vice/1984-1990, director de Fuego contra Fuego/1995, Colateral/2004 y la muy menor adaptación fílmica de Miami Vice/2006). Lo admirable es la impecable ambientación de época con todo y banda sonora ad-hoc, el montaje visual y sonoro de las muchas escenas de acción que presume la cinta, y el trabajo de algunos de sus actores -aunque no tanto de los protagónicos, por cierto. Sin embargo, también me topé con varios elementos que nunca me terminaron de convencer. El resultado, desde mi perspectiva, es el de una película indudablemente valiosa -de hecho, es probable que se cuele en mi lista de lo mejor del 2009- pero que se quedó a un buen trecho de tocar la auténtica grandeza.
La cinta es la trepidante crónica de los 14 meses, de mayo de 1933 a julio de 1934, en los que el célebre asaltabancos John Dillinger (Johnny Depp) puso en jaque y en ridículo al gobierno de Estados Unidos y a al recién creado FBI, pues no sólo robó todo banco que quiso y cuando quiso sino que, cuando llegó a ser capturado, se escapó de la cárcel -dice la leyenda, no corroborada aquí, que con una pistola de madera-, llevándose, además, el auto de la alcaidesa. Más aún: Dillinger, aficionado al beisbol, a las mujeres, al whiskey y al cine (hombre, ¿qué hay de malo en todo esto?), se convirtió en una auténtica celebridad que sonreía a la primera provocación, daba declaraciones cínicas, posaba despreocupado en las fotos y -por lo menos eso también dice la leyenda- no le robaba el dinero que llevaban en las manos los cuenta-habientes, sino solamente lo que se encontraba en las bóvedas de los bancos. Y algo más: se sabe que Dillinger odiaba el uso exagerado de la violencia y no le gustaba matar "civiles", a diferencia del psicopático Baby Face Nelson (Stephen Graham) que asesinaba por gusto. Si a este cuadro le agregamos que Dillinger hizo todas sus gracias en plena Depresión, cuando los bancos no eran exactamente bien vistos (¿y cuándo lo son, por cierto?), entonces podemos entender la fuerza mítica de su nombre y sus acciones. No extraña, por lo tanto, que Dillinger haya merecido, antes de Enemigos Públicos, por lo menos dos filmes en los que él es el personaje protagónico -uno de 1945 y otro de 1973- además de aparecer en casi una veintena de películas desde que lo encarnó Lawrence Tierney en la ya mencionada cinta de 1945.
Al llevar a la pantalla grande, en casi dos horas y media, esta emblemática historia de ladrones carismáticos, huídas imposibles, robos audaces y rudos agentes de la ley, Mann creó varias secuencias extraordinarias -todas los momentos de acción hacen que fijemos la mirada en la pantalla- y, por lo menos, una imagen que es no sólo de lo mejor que veremos en el año sino de los mejor que ha hecho el cineasta en toda su carrera: el éxtasis de balas que dispara y que recibe, al morir, un orgiástico Baby Face Nelson. Pero, escribí arriba, Mann tomó algunas decisiones desconcertantes que, en mi opinión, terminan por minar este, de todas maneras, espléndido filme.
El más importante es el casting de Johnny Depp y, por añadidura, la definición del John Dillinger imaginado por Mann y sus coguionistas. Para acabar pronto, Depp nos entrega un gángster demasiado cool para ser cierto: en ningún momento creí que estaba viendo la historia de John Dillinger sino, por el contrario, que estaba atestiguando la gozosa actuación de Johnny Depp como Dillinger. Nunca pude comprar la idea que Depp era capaz ya no digo de robar un banco, sino de quitarle un dulce a un niño. Es cierto, Depp se ve muy bien empuñando su tommy-gun, dando órdenes terminantes al asaltar, golpeando a uno que otro de vez en cuando, pero su presencia no transmite ningún tipo de amenaza. Compare usted el Dillinger de Mann/Depp con el mejor que me ha tocado ver, el interpretado por Warren Oates en el subvalorado filme de John Milius, y entenderá las diferencias: el Dillinger de Oates también tiene carisma, es adicto a la fama, disfruta su chamba de asaltar bancos, pero en ningún momento nos hace olvidar que puede empuñar un arma. El tipo puede ser atractivo, sí, pero también peligroso.
La actuación de Christian Bale como el Némesis de Dillinger, el obsesivo -y dueño de su propia leyenda- agente federal Melvin Purvis ha sido muy criticada en casi todas partes. No acostumbro ser un contreras, pero creo que Bale sale mejor librado que Depp al encarnar al famoso G-Man Purvis que hizo caer no sólo a Dillinger sino al ya mencionado Baby Face Nelson y a Pretty Boy Floyd (Channing Tatum). Es cierto, Bale está inexpresivo, concentrado, se diría que casi aburrido, pero no podía ser de otra manera: es el seco rostro de la Ley, el brazo implacable y profesonal del todopoderoso Edgar J. Hoover (Billy Crudup). Sin embargo, cuando él mismo no puede con el paquete, pedirá los debidos refuerzos, entre ellos al experimentado ranger Charles Winstead (Stephen Lang, memorable) que, poco a poco, impondrá su inteligencia y jerarquía, a tal grado de ser él -y no Purvis- quien recibe el recado postrero que Dillinger le envía a su amada india-francesita (Marion Cotillard cumplidora). Dicho de otra manera, es muy claro de qué lado está Mann: de su carismático Dillinger, de su estrella Depp.
El otro asunto que me ha hecho dudar es el vídeo en alta definición en el que está realizado el filme. David Edelstein, del New York Magazine, ha escrito que a través de la cámara de Dante Spinotti, Mann nos entrega una cinta que tiene un look "fascinantemente raro". En efecto: en lo personal, todavía no sé si la imagen general de la película terminó por gustarme. Hay momentos en donde la inmediatez estilística del vídeo se justifica con creces (los asaltos bancarios, las muchas huidas, la nocturna balacera climática), pero hay otros en donde, la verdad, no tiene sentido: por ejemplo, ¿para qué hacer un brusquísimo paneo en interiores, cuando lo único que provoca es que no veamos nada, a no ser manchas e imágenes barridas?
En todo caso, más allá de mis dudas y mis peros, Mann demuestra nuevamente ser uno de los más grandes autores contemporáneos del cine estadounidense. Qué tan grande, qué tan importante, que lugar ocupa frente -o al lado- de otros, puede ser discutido. Pero nadie puede poner en duda que el hombre sabe hacer cine. Y lo hace bien.
Comentarios
Porquería de tecnología y peor que el público lo acepte.
(Beisbol, mujeres, whiskey y cine... ¡buen fin de semana!)
Lo que son las cosas, pero a mí me pareció que visualmente la película es muy buena. Uff, esas tomas de la balacera nocturna, la oscuridad azulina en medio del bosque... Wow
Lo que sí creo es que la historia es algo débil; lo digo porque, considerandos que Mr. Dillinger fue tan célebre ladrón, el filme deja ver muy poco de su genialidad, más diría que lo exhibe como lo opuesto. Y caray , se fue a morir de forma tan boba; habiéndose salvado de aquella matazón venirse a morir así... por una chivata, pero también porque él se fue a poner en charola de plata.
Ah... y qué mal, pero malo en serio, actor es Christian Bale; está más tieso que en “El caballero oscuro”… lo que ya es decir.
Saludos
PS Ya vi "Gomorra"; ayer leí tu reseña en Reforma y me gustó bastante... ambas, película y reseña; mañana, si escribes algo aquí, vendré a meter mi cucharita.
PS. Pues aquí te esperamos, como de costumbre, Marichuy.
ya luego la vi en dvd y me gusto, pero tuvieron que pasar como 3 años jeje
Y en cuanto a la imagen digital, pues bueno... yo casi lloraba cuando el look del video se apoderaba de la pantalla, me encantó en todo momento, aún con los barridos y el graneado nocturno... Para mí, Mann es admirable por tener el valor de aplicar estas nuevas tecnologías
Jo.
P.D. Algo que siempre me ha llamado la atención de Mann es su seriedad. De alguna manera equipara el compromiso total con el trabajo (sea uno policía, asesino, o el último de los mohicanos) con una carencia total de sentido del humor. De nuevo, esto en apariencia podría ser una falla, pero lo cierto es que las películas no funcionarían como experiencias tan inmersivas si se apareciera un chisteo algo brillantemente naturalista onda The wire.
P.D. 2 Assayas, director de esa masterpiece llamada Demonlover: The last movie I really liked was Miami Vice. I like Michael Mann a lot, and I'm very fond of the film. It has uneven things in it but I'm pretty impressed by the film
Aquí, en Enemigos Públicos, hay algunos pequeños elementos de humor, algo insólito, como bien señalas, en la obra de Mann, que tiende a rozar no tanto lo serio sino lo solemne.
2046
Desafortunadamente la fotografìa en formato digital terminò arruinandome la experiencia. Me distrajo mucho, unas veces sacàndome de concentraciòn y otras de plano molestandome. Creo que es un estilo visual demasiado intrusivo que resta credibilidad y desconecta literalmente al espectador...
De los actores no tengo queja, excepto que la edad real de Johnny Depp ya no cuadra muy bien con la del treintañero Dillinger...
En fin, làstima que el espectàculo cinematogràfico quedò atrapado -incluso secuestrado- por un estilo visual muy controvertido...
Saludos
FABIO