Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCIV
Mexicanos de bronce (México, 2016), de Julio Fernández Talamantes. Estamos en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, donde conocemos a tres presos, José Luis Vázques Saldaña alias "Rocky", Alberto Villavicencio Tapas alias "Homes" y José de Jesús Garduño alias "Bullet", condenados por distintos delitos, todos ellos graves. En el interior del penal han formado el movimiento MPC (Ministros de la poesía callejera), a través del cual se expresan musicalmente, rapeando sobre quiénes son, por qué están ahí y qué entienden de la vida que les ha tocado y elegido vivir. Así pues, seguimos la vida de estos tres delincuentes/músicos/poetas dentro del penal y, luego, fuera de él, pues "Bullett" cumple su condena y trata de reintegrarse a la vida en libertad, algo que resulta difícil para él ("En la cárcel simplemente soy yo").
La opera prima documental de Talamantes resulta notable porque trasciende la mera denuncia de las condiciones de sobrevivencia en nuestros penales para entregarnos un absorbente retrato de tres vidas específicas, más allá de las descorazonadoras estadísticas que conocemos al final: la mitad de los internos regresarán, la mitad de los internos tienen menos de 30 años de edad, el 90% está preso por crímenes violentos. El cineasta no justifica a sus personajes ni tampoco los ve de forma condescendiente. Tampoco los "humaniza" porque de principio a fin queda claro que los tres son seres humanos, complejos y falibles. Como cualquiera de nosotros, solo que con horizontes de vida distintos. Uno de los mejores documentales nacionales que vi en el 2016. (** 1/2)
El ciudadano ilustre (Argentina-España, 2016), de Gastón Duprat y Mariano Cohn. Multipremiada por todas partes -en Venecia, en Valladolid, en La Habana, en los Goya, en los Fénix, en nuestro propio Ariel-, ha llegado finalmente, pero solo en el circuito cultural -Cineteca y puntos similares y conexos- el quinto largometraje de Duprat y Cohn, centrado en un escritor argentino, Daniel Mantovani (Óscar Martinez) que, cinco años después de ganar el Nobel de Literatura, accede a volver a Salas, su pueblo natal, de donde salió hace 40 años, para ser nombrado "ciudadano ilustre".
Estamos ante otra irritante comedia de costumbres -como el espléndido tercer largometraje de los cineastas, El hombre de al lado (2009)- en la que, acaso, Cohn y Duprat se pasan algo de tueste con su misantropía, pues la sátira, filosa y cruel, no deja títere con cabeza, empezando por el propio protagonista y continuando con esa nefasta galería de rústicos provincianos, que reciben a Mantovani como la gran celebridad literaria que es, para luego terminar persiguiéndolo como si fuera el enemigo público número uno del pueblo -lo que también es, hasta cierto punto. (** 1/2)
Princesa, una historia verdadera (México, 2018), de Óscar Blancarte. Siempre he pensado que Óscar Blancarte es muy bueno para levantar proyectos. Me explico: a lo largo de su larga carrera como cineasta, que inició en 1985 con la terrible Que me maten de una vez (1985), el cineasta sinaloense ha logrado levantar media docena de producciones a pesar de que ha demostrado -con la excepción, acaso, de Dulces compañías (1996)- que lo suyo no es dirigir cine.
Es decir, Blancarte debe ser muy bueno para llenar formatos, hacer reuniones, convencer autoridades, hacer conexiones, todo lo que sea necesario para poder hacer una película en este país. El problema es que, logrado lo anterior, el director se ha mostrado, una y otra vez, incapaz para llevar a buen puerto la película que esté realizando.
Princesa..., por desgracia, no es la excepción. La princesa del título es una perra faldera y, también, una anciana ricachona y encopetada, María Icaza y Pimentel (Evangelina Elizondo en su última actuación). La santa señora, que acaba de perder a su hermana Josefina (Martha Navarro), empieza a convivir con sus vecinos, un grupo de jóvenes estudiantes ruidosos y fiesteros. Por supuesto que, cliché obliga, Doña María aprenderá a ver el mundo de otra manera al estar en contacto con la "chaviza".
La historia es contemporánea pero es obvio que Blancarte está pensando en el México de los años 60/70, con motociclistas greñudos, lecturas de Mao, represión estudiantil y camisetas del Che, contrastado todo ello con el ambiente casi porfirista de las mencionadas pseudo-hermanitas Vivanco. Todo el asunto resulta de pena ajena, más porque aparecen por ahí, además de la señora Elizondo, un muy disminuido Héctor Lechuga que, por lo menos, logra que uno esboce alguna sonrisa. (++)
La buenas maneras (As boas maneiras, Brasil-Francia-Alemania, 2017), de Marco Dutra y Juliana Rojas. Como pienso escribir in extenso de esta cinta, solo adelanto este breve juicio: se trata de una de las mejores películas del año, una que trasciende géneros, fórmulas y guiños cinéfilos, entre el cine de horror, el género fantástico y una fassbinderiana y lésbica historia de amor. (*** 1/4)
Nuestro tiempo (México-Francia-Alemania- Dinamarca-Suecia, 2018), de Carlos Reygadas. El quinto largometraje de Reygadas ha sido visto como una suerte de auto-ficción confesional por el hecho de ser protagonizado por el propio cineasta y su esposa, Natalia López, quienes interpretan a un matrimonio abierto que se tambalea cuando ella tiene un affaire con un gringo domador de caballos (Phil Burgers).
Más allá de la opinión que uno pueda tener sobre el talento de Reygadas como actor -en lo personal, creo que es mucho mejor cineasta-, lo cierto es que una reciente entrevista que dio Xavier Velasco a El País termina dándole la razón al director. Todo parece indicar que Reygadas decidió protagonizar la cinta no por mero afán exhibicionista sino porque su actor elegido -el novelista Velasco- nomás no pudo con el papel, como él mismo lo indica. Mi crítica -con entrevista incluida a Reygadas- está por acá, en el sitio de Patreon. (* 3/4)
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