Annabelle 2: La creación
Éramos muchos y parió la abuela. En este siglo
hollywoodense hemos tenido que lidiar con el Universo Cinematográfico de la Marvel
(que es de Disney) con el Thorito y demás súper-héroes, con el Universo Extendido
de los DC-Cómics de la casa Warner con Supermán y héroes que lo acompañan, con
el Dark Universe de la Universal y sus monstruos clásicos como el vampiro o la
momia, y el MonsterVerse de Warner-Legendary-Toho con sus monstruos gigantescos
como Godzilla y King Kong.
Pues
he aquí que ha aparecido ooooootro “universo cinematográfico” más: el Universo Cinematográfico
del Conjuro. En efecto, a partir del impresionante éxito taquillero de la
espléndida cinta de espantos El conjuro
(Wan, 2013), centrada en el matrimonio Warren, expertos de lo oculto y
luchadores contra las fuerzas demoníacas, las casas productoras Warner y New
Line produjeron la efectiva secuela El conjuro 2: el caso Enfield (Wan, 2016), el spin-off Annabelle
(Leonietti, 2014) -sobre una malévola muñeca depositaria de Satanás-, su
inevitable secuela que se ha estrenado este fin de semana, Annabelle 2: La creación (Annabelle: Creation, EU, 2017) y,
próximamente otro spin-off, The Nun (Hardy, 2018), en el que la
protagonista será la monja satánica de El
conjuro 2. Es decir, en cinco años se han hecho cinco películas y contando,
pues está en planes una tercera parte de El
conjuro.
Económicamente
hablando, el Universo Cinematográfico del Conjuro ha sido un negocio redondo para Warner y New
Line –las cintas de horror son relativamente baratas y la taquilla suele ser
muy generosa con el horror- pero, si dejamos a lado el negocio, que no es tema
de mi especialidad, ¿qué tal han resultado las películas?
Veamos.
Es cierto que el díptico de El conjuro
es muy superior en forma y fondo al spin-off
y su secuela, pero también es cierto que tanto Annabelle como Annabelle 2
son entretenidas cintas de horror que explotan con bastante eficacia las
convenciones de sus respectivas fórmulas. En el caso de la primera Annabelle, la premisa partía de una
re-elaboración de los miedos y ansiedades de una mujer a punto de parir, con
todo y saqueos/homenajes a la inalcanzable El
bebé de Rosemary (Polanksi, 1968). Ahora, en la secuela, el escenario es
una casa enorme y siniestra a la que llegan a vivir un grupo de niñas y
jovencitas, fórmula tan manida que nuestro cine nacional tiene su propio
clásico en Hasta el viento tiene miedo
(Taboada, 1968).
El
guion de Annabelle 2 escrito por
Gary Dauberman cumple con el título del filme: no solo vemos la creación de la
muñeca de marras –al inicio vemos cómo un artesano crea al siniestro juguete-,
sino con el nacimiento de la propia maldad, es decir, de qué manera Annabelle, la muñeca, se convirtió en
vehículo del demonio.
David
F. Sandberg y su muy profesional equipo (el fotógrafo Maxime Alexandre, la diseñadora de
producción Jennifer Spence, el músico Benjamin Wallfisch) nos entregan un filme
de horror tan convencional como efectivo, con un magistral manejo del encuadre
(esas figuras fuera de foco que aparecen en las esquinas), una experta
iluminación de manchas (con la oscuridad como espacio del que esperamos salte el
horror), un escenario de por sí terrorífico sin necesidad de muñeca alguna (esa
casa enorme, vieja y oscura) y una música que al prevenirnos del susto nos está
provocando uno de antemano.
Pero
ya es hora de responder a la pregunta planteada: ¿qué tal ha resultado el
Universo Cinematográfico del Conjuro? Bastante entretenido, diría yo. Y mejor, en promedio, que el de Marvel, ni se diga.
Comentarios
En aquella como que le faltaban más espantos espantosísimos, aunque me gustó el ligero homenaje/acercamiento al Bebé de Rosemary.
En esta como que saquean más del Conjuro 1 pero están bien logrados los sustitos. Además sale Miss Bala!!!
Lo único que sigo sin entender es como alguien podría querer tener una muñeca tan horrépita? Si la viera Swarzcomo-se-escriba (me dio flojera googlearlo, sorry), bueno, como iba diciendo, si la viera el gobernator seguro diría: "you are one ugly motherfucker!" jaja