Amor de Mis Amores



Amor de mis Amores (México, 2014), tercer largometraje –segundo de ficción- de Manolo Caro (No Sé Si Cortarme las Venas o Dejármelas Largas/2013, documental La Fabulosa y Patética Historia de un Montaje I Love Romeo y Julieta/2014 en codirección con Rodrigo Mendoza Walker) continúa en el mismo tenor e idéntico tono de su exitosa opera prima.
Es decir, nuevamente estamos en los terrenos cómico-dramáticos en el que una cuarteta de treinteañeros chilangos intercambia broncas, reclamos y pasiones, formando y disolviendo parejas, tríos y/o polígonos amorosos hasta que llega la última escena de la película.
En esta ocasión no es un edificio de departamentos en el que los personajes se cruzan y entrecruzan –en más de un sentido-, sino Madrid y la Ciudad de México. Dos parejas están a punto de casarse en menos de una semana, en un sábado inminente que, acaso, nunca llegará. Mejor dicho: el día sí llega; las dos bodas, ya veremos.
En la Ciudad de México, Lucía y Carlos (Sandra Echeverría y Juan Pablo Medina), con la boda a la vuelta de la esquina, se separan porque él viaja a Madrid a convencer a su amigo del alma Javier (Erick Elías) que asista a su boda. También en Madrid, la artista plástica Ana (Marimar Vega) se compra su vestido de novia, pues se casará ese mismo sábado en México con León (Sebastián Zurita), quien es atropellado en chilangolandia por Lucía. Ese accidente acercará a Lucía y León, lo que hará peligrar las dos ceremonias matrimoniales.
Caro tiene una sólida experiencia en el teatro y eso se nota en el manejo de sus actores. Si exceptuamos al tiesísimo Zurita, el resto del reparto interpreta con gusto y soltura a sus respectivos personajes, incluyendo a esa maravilla cómica en la que se ha convertido Mariana Treviño, quien encarna al transexual Shaila (antes Fernando), el paño de lágrimas y confidencias de la conflictuada Lucía, que no sabe si de plano debe cancelar la boda con el buenazo de su prometido, el omnicomprensivo Carlos.
Otro punto a favor del filme es su atractiva banda sonora, formada por melodías o covers de temas famosos estratégicamente colocados para lograr el mejor impacto posible. Así pues, si en No Sé Si Cortarme las Venas… Ludwika Paleta se reventaba, ya bien tequileada, el clásico de Juan Gabriel vía Lupita D’Alessio “Inocente Pobre Amiga”, esta vez Marimar Vega –siguiendo los pasos de tantas chicas Almodóvar, como Carmen Maura o Marisa Paredes-, sale a la calle después de cierta crisis amorosa para encontrarse con Astrid Hadad cantando otro clásico populachero mexicano, en este caso “Como Tu Mujer”, de Marco Antonio Solís.
También es imposible negar la fluidez visual de la cinta, la limpieza de su puesta en imágenes y hasta la elegancia de algunas tomas en las que los personajes comparten digitalmente el mismo encuadre. Pero -y aquí va el pero final y personalísimo- con todo y esas virtudes, debo confesar que no me pudo interesar menos lo que vi ni, mucho menos, el destino de los personajes. 
Caro es un director que tiene un innegable oficio pero, acaso, le hace falta dirigir otros guiones que no sean los suyos, historias diferentes y alejadas de estos ires y venires de unos  personajes que, al final de cuentas, no resultan ser lo suficientemente atractivos como para que sus cuitas queden en la memoria. O, bueno, en mi memoria, en todo caso. 

Comentarios

Joel Meza dijo…
Ah, pero bien que recuerdas al tieso de Zurita.
Joel: Mejor siéntate a ver la película y luego platicamos.

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