Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLXXXIV
La Herida (España, 2013), de Fernando Franco. Ana (Marián Álvarez, Mejor Actriz en el
Goya 2014 y en Mar de Plata 2014) es una mujer de unos treinta años de edad que
vive todavía con su madre (Rosana Pastor). Trabaja como enfermera, trasladando
al hospital a ciertos pacientes que necesitan algún tipo de terapia. Se supone
que tiene un novio, con el que no logra comunicarse por teléfono, chatea
continuamente con algún tipo que tiene deseos suicidas, come muy poco o casi
nada, sufre de insomnio y, cuando nadie la ve, se quema la piel con un
cigarrillo o se corta los muslos con una navaja. También, sin razón alguna,
roba en tiendas. Nomás porque sí.
El guion del propio director Franco y Enric Rufas
nunca aclara qué tiene Ana y el porqué de su comportamiento. Seguramente es un
tipo de ansiedad, algún trastorno psiquiátrico nunca atendido, pero la
definición clínica es lo de menos. La cámara de Santiago Racaj, privilegiando
las tomas sostenidas, sigue de cerca a Ana: no se despega de su espalda, de su
nuca, de su cuerpo, un poco al estilo de los Dardennes y su ya bien conocida
body-camera. Es decir, la cámara no tanto como un medio de observación y estudio, sino
casi de contacto físico.
Hacia el final, ya no estamos seguro del
sentido del título del filme: ¿la herida es la que se auto-inflige Ana? ¿Es la
herida como identificación vital de la protagonista? ¿O es un adjetivo simple, cruel? ¿Es ella la mujer herida que, en soledad absoluta, está
imposibilitada para curarse? Esta cinta fue presentada en competencia en Guadalajara 2014 y más de un año después tiene su limitado estreno en Cineteca.
La Increíble Historia del Niño de Piedra (México, 2015), de Pablo Aldrete, Miguel Bonilla, Jaime Romandía y Miguel Ángel Uriegas. Un meritorio filme animado infantil coproducido por Mantarraya. Acaso el origen de los cuatro codirectores -Romandía, productor de Reygadas y Escalante; Aldrete, director del buen western Río de Oro (2010), Bonilla, director del thriller urbano Diente por Diente (2012)- evitan que la cinta caiga en las ñoñerías de rigor. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
El Reino del Guardián (México, 2014), de Sergio Sánchez Suárez. El segundo largometraje de Sánchez Suárez (Tequila, 2011) es una suerte de B-movie que combina elementos del clásico El Tesoro de la Sierra Madre (Huston, 1948) con la fórmula del terror ecológico/naturalista/prehispánico. El filme nunca termina por despegar por completo, pero termina siendo más que visible -con todo y que se alarga a los 111 minutos de duración- por las vueltas de tuerca que se suceden a buen ritmo y por el eficaz rapport entre los tres protagonistas, dos rescatistas mexicanos y uno gringo, quienes se topan con un siniestro y enorme ídolo maya de oro en lo más profundo de la selva mexicana. Ivan Arana -quien aparece en un papel clave en Me Quedo Contigo (Narro, 2014)- está especialmente bien. El desenlace cita, ¿sin querer?, el Nazarín (1959) buñueliano.
Solo los Amantes Sobreviven (Only Lover Left Alive, EU-Alemania-Francia-Grecia-Chipre, 2013), de Jim Jarmusch. Una pareja de vampiros muy civilizados llamados ¿casuamente? Adam y Eve (Tom Hiddleston y Tilda Swinton) se niegan a ser unos vulgares depredadores ("No estamos en el siglo XVI") y comparten su amor y su aburrimiento en un mundo contemporáneo que nos los llena.
El más reciente filme de Jarmusch nos muestra a los vampiros como seres ultra-cool pero inevitablemente aburridos por el hecho de estar condenados a vivir por toda la eternidad entre una población de "zombies" -o sea, seres humanos- que no saben ni pueden ni quieren apreciar la belleza que, para Adam, está en la música y para Eve, en la literatura. Sin duda, se trata de un par de vampiros snobs -así los califica Ava (Mia Wasikowska), la hermana desmadrosa de Eve- pero que, encarnados por Hiddleston y Swinton, resultan ser también irresistibles.
En Solo los Amantes Sobreviven podría alegarse que domina el estilo sobre el contenido y se tendría razón. Pero qué estilo. El mejor Jarmusch en mucho tiempo.
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