FICUNAM 2012/II



En el catálogo del FICUNAM 2012, el crítico y programador Roger Korza trae a colación la sólida opera prima de Tatiana Huezo El Lugar Más Pequeño (2011) al escribir de Territorio Perdido (Territoire Perdu, Francia-Bélgica, 2011), el más reciente documental de Pierre-Yves Vandeweerd.
La comparación no es gratuita. Como la más lograda película de Huezo, Territorio Perdido es un rompecabezas visual/auditivo/testimonial que da cuenta de los estragos causados por la guerra, la represión, la muerte. Filmada en blanco y negro y en Súper 8, con imágenes en exceso granuladas, con un audio en off que no corresponde con lo que vemos en pantalla, Venderweerd nos muestra cómo viven, sufren y recuerdan los refugiados saharauis quienes, desde que lograron su independencia de España en 1976, vieron su país partido en dos, dividido por El Hisam, una muralla de 2400 kilómetros de largo. De un lado, el territorio ocupado por las tropas marroquíes, del otro, el desierto que, como dice un anciano nómada en un momento del filme, será quien derrote al final de cuentas a los invasores.
Los testimonios se suceden pero nunca vemos hablar a nadie: la cámara, manejada por el propio cineasta, ve a la gente caminar, toma sus rostros, sus manos, las arenas del desierto. Las voces acompañan estas imágenes, que parece sombras provenientes de otra época, de otra guerra que es más o menos la misma: una hija recuerda a su padre desaparecido, alguien habla por teléfono de las torturas sufridas en manos de la inteligencia marroquí y otro más recuerda a "la gente del vacío", un eufemismo acaso demasiado poético para referirse a los muertos y desaparecidos desde que inició el conflicto.
No se trata de una cinta fácil de digerir por el rigor estilístico con el que el cineasta se acerca al tema, pero encaja a la perfeccción con el tipo de cine que defiende un festival como el FICUNAM. En este contexto, un poco más convencional resulta La Montaña de los Solteros (Guanggun, China, 2011), tercer largometraje documental del especialista Guangyi Yu.
Yu -de quien por desgracia no he visto ninguna de sus anteriores cintas- es nativo del lugar en donde se ubica la acción de su documental: una pequeña población ubicada en la provincia nororiental china de Heilongjiang. Se trata de un pueblo maderero cuyos habitantes,  debido a los cambios en las leyes ambientales, se han ido quedando sin trabajo. Las mujeres, por su lado, se han ido a vivir a las grandes ciudades -de ahí el título de la película- y los hombres que quedan han "importado" mujeres norcoreanas que, con el paso del tiempo, los han ido abandonando.
La cámara manejada por el propio cineasta sigue al amable y regordete Liangzi San, un leñador divorciado de 46 años de edad que ha vivido enamorado la última decada de la voluntariosa mujer de 29 años Meizi Wang, que tiene un pequeño hotel en el que atiende a los turistas "ecológicos" que vienen de las grandes ciudades a pasar unos días en ese remoto lugar. Liangzi es un tipo agradable, acaso algo ingenuo, que dice haber elegido vivir en celibato hasta que Meizi le dé el sí, algo que, al parecer, ella no está dispuesta a dar. Acaso porque es una mujer ambiciosa que sólo le interesa el dinero; acaso porque, como le dicen sus amigos a Liangzi, ella tiene otro tipo de razones.
Estamos, pues, ante una notable crónica de la dificil y solitaria vida de un hombre común en ese remoto sitio, pero también ante una conmovedora y frustrante historia de amor no correspondido. A Yu no le interesa juzgar a sus personajes -Meizi no es mostrada como una ingrata o una pérfida-, sino mostrarlos en lo que son: las dos caras de una China cambiante y contrastante en la que caben lo mismo la ambición de Meizi, el estoicismo de Liangzi y unos turistas alcoholizados que bailan al ritmo de "Salta y salta y salta sin parar..". Dios: hasta allá ha llegado esa tonadita.


Territorio Perdido se exhibe hoy en el Cinematógrafo del Chopo a las 13:30 horas. 

La Montaña de los Solteros se exhibe hoy en la Sala José Revueltas a las 18 horas. 

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