Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLXI
Estafadoras de Wall Street (Hustlers, EU, 2019), de Lorene Scafaria. El tercer largometraje de Scafaria ha sido comparada, por algunos críticos gringos, con ese viejito anti-Marvel muy de moda, Martin Scorsese. Por acá mi crítica, en pocas palabras.
La luz del fin del mundo (Light of My Life, EU, 2018), de Casey Affleck. Segundo largometraje de Affleck, ambientado en un mundo postapocalíptico. Mi crítica, aquí.
Thunder Road: Juntos en la tormenta (Thunder Road, EU, 2019), de Jim Cummings. Segundo largometraje del hombre-orqueta -cineasta/guionista/actor/coeditor- Cummings. Mi crítica, acá.
Casa Caracol (México, 2017), de Jean-Marc Rousseau Ruiz. La opera prima del potosino educado cinematográficamente en Francia Rousseau Ruiz inicia con una mujer encerrada en un cuarto, amarrada de manos y pies, seguramente secuestrada. Pronto sabremos que la mujer en cuestión es Sofía (Rosalba García), quien vive sola, levantando de vez en cuando en algún bar a cualquier hombre (Harold Torres en cameo) que le quiera hacer el favor, por más que ella no demuestra ningún entusiasmo en hacer nada.
Sofía toma unas vacaciones y decide viajar hacia la provincia potosina, en un pueblito aparentemente idílico. Ahí conoce al agradable barbón Nico (Ianis Guerrero) que trabaja en un rústico hotelito -el Casa Caracol del título- y que, para completar para irse al gabacho, vende motita a quien se deje. Por supuesto, como ya sabemos desde el inicio que la mujer terminará secuestrada, el asunto es saber quién lo va a hacer y por qué razón.
El gran problema de este cinta -"un Hostal (Roth, 2005) contemplativo", me dijo un colega con buena mala leche- es que el director debutante no logra crear el mínimo tono amenazante que necesita el filme. Se supone que Sofía -que, luego sabremos, perdió a su marido un buen día en el que simplemente desapareció de la faz de la tierra- está desde el principio en terreno peligroso, pero Rousseau no logra crear el ambiente ominoso que reclama la historia que, por lo demás, termina de forma tan trágica como previsible, con el personaje más inocente cargando con todas las culpas habidas y por haber. ¡Visita México!, pero recuerda, oh, patria querida que el cielo un malandrín en cada hijo te dio.
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