A 50 Años de la Nueva Ola Francesa/VII

En realidad, Agnès Varda nunca formó parte de la Nueva Ola Francesa. Más bien, fue una de sus precursoras. La cineasta franco-belga se había acercado al cine a través de la fotografía. Del séptimo arte desconocía todo: según confesión propia, había visto apenas una veintena de películas antes de realizar La Pointe Courte (1955), su opera prima.
La Pointe Courte -que ofrece dos historias paralelas que nunca se tocan, la de un matrimonio en crisis y la de un grupo de pescadores luchando por su supervivencia- tiene muchos elementos que serían característicos de la nouvelle vague en unos cuantos años: uso de locaciones reales, actores profesionales alternando con amateurs, distanciamiento del espectador de lo que ve en pantalla... Editada por Alain Resnais, la cinta llamó la atención de la crítica de su época -Truffaut, desde el Cahiers du Cinèma la alabó colgándole los adjetivos de "ambiciosa, honesta e inteligente"- pero fue un fracaso en taquilla.
Siete años después, Varda -quien dirigió en el ínter tres cortometrajes, dos turísticos, un experimental- logró el financiamiento para realizar uno de los filmes emblemáticos de inicios de los 60: Cléo de 5 a 7 (Cléo de 5 à 7, Francia-Italia, 1962), la fascinante crónica en (más o menos) tiempo real de hora y media en la vida de una guapísima cantante pop, la Cléo del título (Corinne Marchand, inolvidable), quien está esperando los resultados de unos estudios médicos que confirmarán -de eso ella está segura- que tiene cáncer.
La cinta inicia con los únicos momentos a color de todo el filme, fotografiado en sobrio blanco y negro: las cartas del tarot que, leídas por una anciana, le indican a Cléo cambio, desastre, muerte. Durante la hora y media que sigue, hasta recibir los resultados de boca del propio médico, Cléo sufrirá un ataque de pánico en un cafetín, será consolada por su comprensiva secre/asistente/amiga/confidente Angèle (Dominique Dabray), caminará por las calles parisinas hasta comprar un absurdo gorro de invierno -en París acaba de iniciar el verano-, volverá a su amplísimo galerón/piso para recibir a su amante que no tiene tiempo para ella,y luego a sus compositores que le llevan una canción que podría ser un éxito, saldrá histérica a la calle para ver merolicos tragando (literalmente) sapos o cirqueros atravesarse los bíceps con agujas, entrará a un bar para poner en la rocola uno de sus éxitos que nadie escucha porque todo mundo está atento a su propia vida, buscará a una amiga modelo que la acompañará a una cabina de cine a ver un corto silente cómico, se irá a un parque público para ser abordada por un soldado (Antoine Bourseiller) que está a punto de volver a Argelia y decidirá ir al hospital acompañada de su nuevo amigo para recibir la que ella cree que serán fatales noticias.
Es cierto, el estilo libre de filmación de Varda, el sacar la cámara a la calle, el tomar los rostros comunes de la gente, el naturalismo de las interpretaciones de todo el reparto, nos remiten a la Nueva Ola. En realidad, como apuntamos al inicio, Cléo de 5 a 7 le debe más a la propia experiencia de la cineasta en su opera prima y a su trabajo fotográfico que a la teorías cinematográficas de los cahieristas comandando por André Bazin. Sin duda, Truffaut, Godard y compañía vieron desde el inicio a Varda como una de ellos -de hecho, Godard y su musa Ana Karina aparecen en Cléo... en un cameo: a ver si los detecta-, pero la cineasta/fotógrafa franco-belga merece su propio espacio, más allá de etiquetas y corrientes.
Un último detalle: ojo -más bien, oído- a la magnífica música de Michel Legrand, futuro compositor de cabecera del futuro marido de Varda, Jacques Demy.
Cléo de 5 a 7 se exhibe hoy en la Cineteca Nacional. Esta es una película que no hay que dejar de ver, por lo menos en mi canon personal.
La Pointe Courte -que ofrece dos historias paralelas que nunca se tocan, la de un matrimonio en crisis y la de un grupo de pescadores luchando por su supervivencia- tiene muchos elementos que serían característicos de la nouvelle vague en unos cuantos años: uso de locaciones reales, actores profesionales alternando con amateurs, distanciamiento del espectador de lo que ve en pantalla... Editada por Alain Resnais, la cinta llamó la atención de la crítica de su época -Truffaut, desde el Cahiers du Cinèma la alabó colgándole los adjetivos de "ambiciosa, honesta e inteligente"- pero fue un fracaso en taquilla.
Siete años después, Varda -quien dirigió en el ínter tres cortometrajes, dos turísticos, un experimental- logró el financiamiento para realizar uno de los filmes emblemáticos de inicios de los 60: Cléo de 5 a 7 (Cléo de 5 à 7, Francia-Italia, 1962), la fascinante crónica en (más o menos) tiempo real de hora y media en la vida de una guapísima cantante pop, la Cléo del título (Corinne Marchand, inolvidable), quien está esperando los resultados de unos estudios médicos que confirmarán -de eso ella está segura- que tiene cáncer.
La cinta inicia con los únicos momentos a color de todo el filme, fotografiado en sobrio blanco y negro: las cartas del tarot que, leídas por una anciana, le indican a Cléo cambio, desastre, muerte. Durante la hora y media que sigue, hasta recibir los resultados de boca del propio médico, Cléo sufrirá un ataque de pánico en un cafetín, será consolada por su comprensiva secre/asistente/amiga/confidente Angèle (Dominique Dabray), caminará por las calles parisinas hasta comprar un absurdo gorro de invierno -en París acaba de iniciar el verano-, volverá a su amplísimo galerón/piso para recibir a su amante que no tiene tiempo para ella,y luego a sus compositores que le llevan una canción que podría ser un éxito, saldrá histérica a la calle para ver merolicos tragando (literalmente) sapos o cirqueros atravesarse los bíceps con agujas, entrará a un bar para poner en la rocola uno de sus éxitos que nadie escucha porque todo mundo está atento a su propia vida, buscará a una amiga modelo que la acompañará a una cabina de cine a ver un corto silente cómico, se irá a un parque público para ser abordada por un soldado (Antoine Bourseiller) que está a punto de volver a Argelia y decidirá ir al hospital acompañada de su nuevo amigo para recibir la que ella cree que serán fatales noticias.
Es cierto, el estilo libre de filmación de Varda, el sacar la cámara a la calle, el tomar los rostros comunes de la gente, el naturalismo de las interpretaciones de todo el reparto, nos remiten a la Nueva Ola. En realidad, como apuntamos al inicio, Cléo de 5 a 7 le debe más a la propia experiencia de la cineasta en su opera prima y a su trabajo fotográfico que a la teorías cinematográficas de los cahieristas comandando por André Bazin. Sin duda, Truffaut, Godard y compañía vieron desde el inicio a Varda como una de ellos -de hecho, Godard y su musa Ana Karina aparecen en Cléo... en un cameo: a ver si los detecta-, pero la cineasta/fotógrafa franco-belga merece su propio espacio, más allá de etiquetas y corrientes.
Un último detalle: ojo -más bien, oído- a la magnífica música de Michel Legrand, futuro compositor de cabecera del futuro marido de Varda, Jacques Demy.
Cléo de 5 a 7 se exhibe hoy en la Cineteca Nacional. Esta es una película que no hay que dejar de ver, por lo menos en mi canon personal.
Comentarios
Yo digo ¿¿¿quée??
De alguna manera, este ciclo es sobre la nueva ola, sus influencias, sus precursores y los amigos... Porque, en el caso de Los Paraguas de Cheburgo (o en general en el cine de Demy) no hay una relación directa, clara, como sí la hay, por lo menos en aspectos formales y temáticos, con la obra de Varda.
No se vale.
Yo también he escuchado muy buenos comentarios de In Bruges, sobre todo para Colin Farrell. Pero qué título más chafa para una película. Zzzz...
Y tiene razón Paxton: además, hasta donde entiendo, en la frontera muchos Blockbusters nacionales (y otros videoclubes) ofrecen DVDs de estreno de Región 1 para su renta. ¿O estoy mal?
Paxton, pero mi descripción de "mi rancho" no conoce fronteras; checa la cartelera de Calexico ahorita: la de Del Toro, la de Will Smith, la de Steve Carrell, la del Panda, la de Pixar, mañana Batman, etc. El mejor ejemplo de la ranchitis: Woody Allen nunca ilumina esas pantallas y de este lado apenas por accidente.
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El martes revisaba los estantes del blockbuster y descubrí con gusto que tienen varias de Godard (R1). Así que esta semana empiezo, con la nueva oferta de sábados de $9.
mmmmhhh
recuerdo que otra canción de ese grupo, se usó en una mítica escena entre Selma Blair y Sarah Michelle Gellar en aquella película de 'Juegos Sexuales' o algo así, pero Song 2 no me viene a la mente...
a ver dejenme hacer memoria.
ps: la rola de la que hablo en esa escena es Coffee & TV...
¡Eso sí es ser ojetes!
10 de 10 irrefutable.
Digo, falta que se estabilice y entren a votar los millones que seguro la verán este fin de semana pero 'The Dark Knight' esta en cuarto lugar.
pd: Heath Ledger (qepd) ofrece una actuación memorablemente macabra...
Pero igual, dicha lista es un bonito concurso de popularidad. Meh.
En cuanto a Ritchie a mí me gustan mucho sus dos primeras películas, son excelentes comedias criminales, Revolver fue una decepción estilizada, me gustó mucho la edición y fotografía, pero nada más, pero sé que volverá con Rockanrolla, a lo mismo, pero digo, peor es Cast Away. Y Watchmen se me antoja más que The Spirit que Frank Miller.
Pues ya miré una de las tres películas que espero este año y no fui decepcionado.
No quería ir yo con la corriente pero Batman en su segunda entrega es alucinante.
Y con respecto a Heath Ledger, coincido con usted, si uno va al cine y esta viendo esa brillante actuación en que quieren que se fije una? en las cortinas??? Una actuación para la posteridad.
Saludos!
ah y ojalá podamos contar con una reseña suya de este cinta próximamente!