
El Libro de Piedra (México, 1969), sexto largometraje del prolífico guionista y competente artesano fílmico Carlos Enrique Taboada es, también, el tercer filme de horror que realizara el cineasta, despues de su obra más conocida
Hasta el Viento Tiene Miedo (1968) y la casi olvidada
Vagabundo en la Lluvia (1968), y antes de sus otras dos incursiones en el género,
Más Negro que la Noche (1975) y
Veneno para las Hadas (1984). Ante el estreno, este fin de semana, del
remake homónimo
El Libro de Piedra (Estrada, 2009), revisar el meritorio filme fantasmal/brujeril de Taboada, resulta casi una obligación. La película está disponible en un elusivo DVD desde hace rato, aunque también puede ser vista, de vez en vez, en la televisión, libre o de paga.
Claramente influido por la novela gótica de horror Otra Vuelta de Tuerca, de Henry James -adaptada al cine por Jack Clayton con el nombre en español de Posesión Satánica (1961)-, el guión del propio director Taboada nos ubica en el escenario típico de esta clase de historias: un enorme caserón ubicado a las afueras de algún poblado, en donde viven un encumbrado magnate, Eugenio Ruvalcaba (Joaquín Cordero, tieso), su segunda y muy joven esposa Mariana (Norma Lazareno, sobreactuada), y la solitaria hija del tipo, nacida de su primer matrimonio: la precoz niñita Silvia (Lucy Buj). A este sitio -un lugar emocionalmente tirante por la pésima relación entre la "nueva madre" y su mal portada hijastra- llegará, pues, la experimentada institutriz Julia Septién (Marga López, impecable), que será la encargada de lidiar y educar a la dificil -y, según su propio padre, desequilibrada- niña, quien tiene como único amigo y compañero de juegos a un infante que nadie puede ver, un tal Hugo (Jorge Pablo Carrillo). Aunque, a decir verdad, Hugo sí puede ser visto: en forma de una estatua de origen austriaco y de cinco siglos de antigüedad que se encuentra en la espesura de un bosque cercano al caserón de los Ruvalcaba.
Taboada, apoyado por la funcional cámara del veterano Ignacio Torres, nos entrega una buena cinta de horror, construida a través de sencillas aproximaciones sucesivas que señalan la siniestra presencia de Hugo minuto tras minuto, escena tras escena: unas ramas que se mueven y unas flores aplastadas, una sombra atisbada objetivamente por la cámara, un camafeo todavía mojado que es dejado en el buró de la comprensiva institutriz, las huellas lodosas del fantasma en el impecable piso, el rostro sonriente del niño que aparece en el espejo retrovisor, unos pies infantiles que se pueden ver detrás de una cortina...
En la medida que la trama avanza, estas opresivas señales irán acorralando el escepticismo de todos los personajes, a tal grado que, en el ya clásico desenlace, no quede más remedio que enfrentar a Hugo y sus oscuros poderes. Aunque en ese enfrentamiento el triunfador sea quien todos ya sabemos.
Comentarios
En cuanto a lo otro, a mí me parece muy fallido el trabajo actoral de Cordero y Lazareno. No el de Marga López, mucho más natural y en control de su personaje. Yo la acabo de volver a ver y me siguió gustando bastante.
Y aunque supuso un paso adelante a su por siempre inflada Hasta El Viento Tiene Miedo, que sigo sin saber qué le ven (al igual que: Más Negro que la Noche)... Me siento más inquieto con Rapiña o con esa especie de auto-remake-borrón que significa Veneno Para Las Hadas (sin niño fantasma, pero claro segunda intentona por un ejercicio sobre la maldad-infantil-renegada).
Esperemos que esos señores que andan queriendo sacar dinero a toda costa, dejen en paz a Taboada y sus películas, que al paso que vamos, luego de ver Niñas Mal 2: El Internado y este remake, no se les ocurra ahora seguirle con Becker y sus maullidos, además de la niña-bruja-loquita.
Mejor que se pongan a hacer carrera con sus propios méritos, carajo.
Acaso la gran cinta de Taboada es la menos vista de todas: La Guerra Santa, que de vez en cuando pasan por la tele por cable.
http://www.exonline.com.mx/diario/noticia/funcion/escena/el_libro_de_piedra,_mirada_al_pasado/572973